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Beatriz Pineda Sansone: ¡Es posible cambiar el mundo!

 “Entro en una casa como un hombre libre no como un esclavo”.

                                                                                         Friedrich Stowasser

 

Siento especial goce en recordar los viajes realizados por el mundo, también los vividos a través de las páginas de los libros que he leído con insaciable curiosidad, pues me inducen a la exploración de la belleza y de tantos lenguajes. Descubro sin más que el arte sucede cuando menos lo esperamos.

En Viena tuve la ocasión de admirar uno de esos fascinantes lenguajes: la casa Hundertwasser*, un edificio proyectado por el artista Friedensreich Hundertwasser, cuyo verdadero nombre es Friedrich Stowasser. Este artista dejó un Manifiesto en pro de la alteración individual de los edificios y nos cuenta que la gente le preguntaba por qué un pintor interviene en asuntos de arquitectura.

Él asegura que, además de pintar, es también un hombre. Y antes de sentarse en cualquier sitio, primero limpia la silla, si está sucia. De la misma forma, si va a entrar en una edificación sucia, también la limpia. Cuanto más sucia sea la arquitectura, con mayor eficacia habrá que limpiarla. Hundertwasser ataca el abuso de cajas-prisiones- como viviendas. Lanza una dura crítica contra el arquitecto austriaco Adolf Loos (Moravia, 1870 – Viena, 1933), uno de los precursores del racionalismo arquitectónico, a través de su Manifiesto del enmohecimiento contra el racionalismo en la arquitectura. Loos, expresa Hundertwasser, tendría que haber suplantado aquella estéril decoración por vegetación. Pero no ocurrió así, porque Loos valoraba la línea recta, lo idéntico, lo liso. Hundertwasser opina que la línea recta es la única línea no creativa. La única línea que no se presenta ante el hombre como la imagen de Dios. Quien la utiliza contribuye con la ruina de la humanidad El daño causado por los métodos racionales de construcción excede al ahorro aparente conseguido.

El número de suicidios en las ciudades satélites va en aumento. Dejar los objetos producidos en serie en la forma en que llegan al público es un signo de descontento personal, la prueba de que somos esclavos. Por tal razón, pide ayuda para abolir las leyes criminales que reprimen la libertad de construcción creativa. El deseo del individuo de construir algo no debe ser impedido. Hundertwasser señala, además, el aumento de las enfermedades -erupciones, cánceres y muertes extrañas- entre las personas encerradas en la estéril monotonía de las casas en hilera o de cada bloque de apartamentos de New York.

Debemos poner un alto a la gente que se muda a sus cuartos como conejos o pollos a su gallinero, expresó.

Nada es más creativo y contrastante que su obra enclavada en el distrito número 3 de Viena, gracias a la colaboración de los arquitectos Josef Krawina, coautor, y Peter Pelikan, ejecutor. El hechizo mayor de la casa se encuentra en la diversidad de colores que la adornan -amarillo, azul, rojo, morado, verde-, así como en las incrustaciones de cerámica en paredes y columnas, pisos y fachadas ondulantes. Las ventanas están decoradas al gusto de sus habitantes. Más de doscientos árboles y arbustos dejan caer su copa de balcones y terrazas.

El edificio Hundertwasserhause erigido entre 1983 y 1986, constituye una importante atracción de Viena y forma parte del patrimonio cultural austríaco. Su principal atractivo es que rompe con las normas y clichés convencionales de la arquitectura, así como lo hicieron Antoni Gaudi con la casa Batllo o La Pedrera, entre otras; Ferdinand Cheval con su Palais idéal o las Torres Watts.

 

Friedensreich Hundertwasser (1928-2000) se llamaba en realidad Friedrich Stowasser. El término Sto significa cien en checo, así que germanizó la cifra (hundert). Wasser significa agua. Su nombre auténtico es Federico, pero él le añadió unas pocas letras para dejarlo en Friedens-Reich (paz-reino). Así pues, su nombre artístico significa Reino de la Paz de las Cien Aguas, lo cual nos dice ya bastante sobre el  excéntrico personaje que, entre otras cosas, no dudaba en desnudarse en público para protestar por algo, y que se hizo enterrar envuelto en un simple lienzo y bajo un árbol para volver a crear vida tras su muerte.

Fue pintor y escultor, influido por Paul Klee, Gustav Klimt y Egon Schiele. Entre sus textos teóricos destaca el “Manifiesto enmohecido contra el racionalismo en la arquitectura” (1958). Falleció durante un crucero por el Pacífico, pero su pensamiento humanista, así como su indoblegable defensa de la arquitectura moderna y funcional, aún viven a través de su obra demostrándonos que sí es posible cambiar el mundo.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

 

 

2 comentarios

  1. Beatriz Pineda escritora venezolana, nos descubre como Frédéric Stowaser,se propone salvar al mundo de la falta de imaginación del racionalismo en la arquitectura, que sumerge a los hombres en la infelicidad .Es claro que no es sólo la arquitectura la ausencia de la i felicidad, sino las organizaciones económicas cuyo fin último es la acumulación de la riqueza sin importar las necesidades básicas y espirituales de los humanos

  2. Muy amena la lectura de este artículo, un atractivo resumen de la vida de un arquitecto único que usaba su voz y arte para manifestar sus creencias y convicciones.

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