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Francia se hace de derechas

El único que parece no haberse enterado es Pedro Sánchez

José Manuel Lara Hernández, aquel sevillano que terminó siendo el emperador del mundo editorial barcelonés, y por tanto español, no tenía inconveniente en explicar la fórmula de su éxito. «Cuando me traen un libro, pregunto: ¿ha tenido éxito en Francia? Si me dicen que sí, lo publico, si me dicen que no, paso de él por más que me lo alaben los críticos». Que llevaba razón lo demuestran sus logros, que incluyen un título nobiliario. España ha sido durante siglos importadora de ideas, estilos y modas francesas, tal vez por la proximidad, aunque lo atribuyo más bien a ser el único canal que nos unía con Europa. No voy a entrar en si fue bueno o malo porque acabaría esta postal sin aclararlo.

Si lo traigo hoy a colación es por el resultado de la primera vuelta de las últimas elecciones galas. ¿Tienen una repercusión en España? ¿Significan un cambio de ciclo en Europa? Y, lo más importante, ¿va la segunda vuelta a confirmar el resultado de la primera o a invertirlo? Los analistas se inclinan por la repetición: Macron va a ganar a Le Pen por un margen parecido al anterior, incluso puede que algo mayor, sin faltar los que apuestan por la sorpresa. En lo que todos coinciden es en que los partidos clásicos, especialmente de izquierda, se han pegado un castañazo. Se argüirá que Mélenchon ha logrado un resultado más que decente, hasta estar a punto de arrebatar el segundo puesto a Le Pen, y con él el privilegio de disputar la final a Macron. Pero Mélenchon, aparte de izquierdas, y bravo, es antieuropeo, anticapitalista, anti casi todo y, encima, próximo a Putin. Y con tal currículo, no se llega hoy a gobernar en Europa Occidental. O sea, que hay que partir de la base de que Francia va a seguir gobernada por un hombre de centro-derecha con preocupación social. Siempre que no nos estemos olvidando de algo muy importante: el altísimo porcentaje de abstención en las elecciones del pasado domingo: más de un 25%, un cuarto del electorado que de inclinarse por uno u otro candidato decidirían el resultado final. No se espera, desde luego, pero indica un grado de insatisfacción con la política y políticos franceses que ha cristalizado en huelgas y manifestaciones como las de los ‘chalecos amarillos’, aunque últimamente parecen haberse calmado ante las gravísimas noticias que llegan del Este de Europa.

Es algo que ayuda al actual presidente. Está demostrado que ante situaciones de peligro, y no hablemos peligro de guerra, los pueblos quieren líderes fuertes y estar preparados para todo. Sin llegar a la altura de un Churchill o un De Gaulle, Macron ha procurado asumir un protagonismo en la crisis de Ucrania, y aunque no ha tenido éxito, cada vez está más claro que nadie lo va a tener con un Putin decidido a reconstruir la Rusia de los Zares o de Stalin. Tampoco hay que olvidar que Francia es la única potencia nuclear de la Comunidad Europea.

Respecto al estrepitoso fracaso de la izquierda, sólo decir que el único que parece no haberse enterado es Pedro Sánchez.

 

 

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