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Polonia, en el centro de la diana

Varsovia se ha transformado en el eje fundamental de la respuesta occidental a la tragedia de Ucrania

Sin necesidad de cambiar su Gobierno nacional-populista, la percepción de Polonia ha cambiado radicalmente desde que la invasión de Ucrania comenzó el 24 de febrero. De ejemplo de la deriva iliberal que ha idolatrado a Vladímir Putin, Polonia ha conseguido transformarse durante los dos últimos meses en el eje fundamental de la cuestionada solidaridad y la amenazada seguridad de Occidente. Una relevancia directamente proporcional a sus temores.

Con Polonia a la cabeza, los países en el vecindario de Rusia vislumbran una potencial catástrofe por el revisionismo de Putin. Ya que la obsesión del Kremlin por recuperar la esfera de influencia que Rusia perdió el final de la Guerra Fría se encuentra demasiada cercana a sus fronteras. Sin que sirva como

consuelo la improbabilidad de un ataque ruso contra Polonia u otros antiguos miembros del Pacto de Varsovia ahora integrados en la Alianza Atlántica.

Las señales de Moscú no son precisamente tranquilizadoras. Cuando la Casa Blanca anunció la visita del presidente Biden a Varsovia, el Kremlin tronó que los dirigentes polacos no son más que lacayos al servicio de Estados Unidos, atenazados por una «rusofobia patológica» y a la cabeza una «comunidad de imbéciles políticos». Toda una beligerante diatriba que encaja en la secular historia de invasiones, humillaciones y opresión de Rusia contra los polacos.

Putin ha «hecho posible lo impensable», según advertía el ministro de Asuntos Exteriores de Lituania al ‘New York Times’. A juicio de Gabrielius Landsbergis, desde la invasión de Ucrania «vivimos en una nueva realidad en la que si no se detiene a Putin, irá más lejos». Un pesimismo sobre que lo peor estaría por llegar compartido por el primer ministro de Polonia. Según escribió Mateusz Morawiecki en el ‘Financial Times’: «No debemos hacernos ilusiones: esto podría ser sólo el principio. Mañana Letonia, Lituania y Estonia, además de Polonia, podrían ser los siguientes».

Sin indicios de ceder en sus numerosos pleitos con Bruselas y Washington, Polonia se ha convertido en un cuello de botella indispensable y en un aliado de confianza, por ahora.

 

 

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