La ‘doble deuda’ con la que Francia ahogó a Haití en el siglo XIX
El Rey Carlos X reconoció en 1825 la independencia de la antigua colonia a través de una ordenanza que estipulaba el pago de una indemnización de 150 millones de francos destinada a los excolonos propietarios o sus descendientes
Bajo el calor sofocante, a veces húmedo, y sometidos a un trabajo arduo, en el que había que esquivar las picaduras de las serpientes y los insectos, procurar no resultar herido durante la faena en los molinos y evitar los latigazos o los castigos del siniestro Código Negro, los esclavos de las plantaciones de Santo Domingo cultivaban la caña de azúcar y convertían su tierra en la colonia más rica del Caribe. En su libro ‘Haiti. The Aftershocks of History’ (Picador, 2012), Laurent Dubois, uno de los historiadores que han investigado el asombroso pasado de ese Santo Domingo que luego se llamó Haití, y que en los medios de comunicación suele aparecer asociado a noticias sobre catástrofes y desastres naturales, como si fuera un lugar condenado al sufrimiento y la desdicha, describe el ambiente que alumbró la revuelta de esclavos de 1791, uno de los acontecimientos más fascinantes del siglo XVIII.
Para comprender las tragedias que siguieron a esa revuelta -en la actualidad, Haití es el país más pobre de América y uno de los más pobres del mundo, situado en los últimos puestos del Índice de Desarrollo Humano-, el periódico estadounidense ‘The New York Times’ (NYT) publicó la semana pasada una serie de artículos de fondo histórico, en los que explicaba lo que sucedió durante las décadas posteriores. Se trata de un gran trabajo periodístico que ha tenido una doble repercusión, pues no solo ha trasladado a la opinión pública los entresijos de un período apasionante, sino que también ha abierto un debate sobre la manera de relacionarse de reporteros e historiadores.
Una nueva cadena
Con los abusos del banco francés Crédit Industriel et Commercial (CIC) a finales del siglo XIX y la ocupación estadounidenses a principios del XX, el NYT citaba como una de las causas del subdesarrollo de Haití la suma que Francia obligó a pagar en julio de 1825 a su antigua colonia. Para conseguir que el Rey Carlos X reconociera su independencia y espantar el fantasma de una incursión militar -las tropas napoleónicas llegaron a la isla en 1802, pero al año siguiente fueron derrotadas-, los haitianos aceptaron pagar 150 millones de francos para indemnizar a los antiguos colonos propietarios o sus descendientes, una cifra que luego se redujo a 90 millones. Según los cálculos de los reporteros del rotativo neoyorquino, la suma total abonada a lo largo de seis décadas equivalió a 560 millones de dólares actuales, lo que provocó la pérdida de entre 21 mil y 115 mil millones para el crecimiento del país. Superado por la cantidad, a Puerto Príncipe no le quedó más remedio que endeudarse con bancos franceses, lo que originó la llamada ‘doble deuda’.
Profesora en la Escuela Normal Superior de la Universidad Estatal de Haití y miembro de la Sociedad Haitiana de Historia, Gusti-Klara Gaillard (1) ha aportado información valiosa para conocer este episodio. A través del análisis de un documento llamado ‘Rapport au Roi’ (’Informe para el Rey’) redactado por una comisión nombrada por Carlos X en septiembre de 1825 -un documento que, entre otras cosas, contiene una propuesta de artículos para la ley sobre el pago de las indemnizaciones y establece un precio para cada tipo de esclavo-, Gaillard ha concluido que, para obtener su independencia, los haitianos tuvieron que indemnizar a los colonos propietarios por la pérdida de sus bienes inmuebles y también de los esclavos que estaban asociados a los mismos. Se trata de un hallazgo clave, que la historiadora desarrolla en ‘La deuda de la independencia. La libertad del género humano monetizada (1791-1825)’, un artículo de próxima publicación.
Como Gaillard recuerda, otro presidente haitiano, Alexandre Pétion, ya había contemplado a principios del siglo XIX pagar una indemnización a Francia, pero que, en ningún caso, incluyera la pérdida de los esclavos, pues estos habían llevado a cabo una revuelta exitosa entre 1791 y 1793 y se habían convertido en ciudadanos franceses libres con el decreto aprobado por la Convención Nacional en febrero de 1794.
«El pago de la deuda es una de las principales razones del subdesarrollo de Haití, pero no podemos decir que sea la única. Hay un contexto más general. Se puede decir que el subdesarrollo empezó en el siglo XVII, desde el inicio de la época colonial», explica el historiador y abogado Malick Ghachem, profesor del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). «Es difícil saber si la deuda es la causa del subdesarrollo. Pudo jugar un papel, pero no hay que caer en la historia contrafactual, tomando solo la hipótesis de un desarrollo virtuoso de la isla en el caso de que no la hubiera habido. Hay que ver todas las posibilidades. Haití fue escenario de guerras civiles a principios del siglo XIX y se puede plantear que el dinero se hubiera perdido en gastos militares. Es muy difícil hacer hipótesis en períodos tan largos», añade el historiador Paul Chopelin, profesor de la Universidad Jean Moulin Lyon 3. «Santo Domingo fue la colonia más importante del primer imperio francés, la más rica gracias a la caña de azúcar, pero una de las más terribles a nivel humano. Los esclavos llegados desde África sumaban el 90 por ciento de la población», resume el historiador Paul Cohen, profesor de la Universidad de Toronto. «Antes del año 2000, esta historia era ignorada por la mayor parte de los franceses y evocada de manera muy rápida en los programas escolares. Todo empezó a cambiar con la ley Taubira».
Promulgada en mayo de 2001, la ley Taubira recibe su nombre de Christiane Taubira, exdiputada por Guayana que llegó a ser ministra de Justicia del expresidente François Hollande. En su primer artículo, establece que la trata negrera y el esclavismo constituyen un crimen contra la humanidad, y reclama, en el segundo, que ese fenómeno histórico se incluya en los programas escolares y se convierta en objeto de investigaciones históricas.
Dos años después, el por entonces presidente de Haití Jean-Bertrand Aristide reclamó a Francia devolver la indemnización de la independencia, que cifró en unos 22 mil millones de dólares. Según el libro ‘A Concise History of the Haitian Revolution’ (Wiley-Blackwell, 2011) de Jeremy D. Popkin, «el Gobierno francés rechazó firmemente la petición de Aristide, y la irritación francesa contra él por sacar el tema a la luz ha sido citada como una de las razones por las que ese país se unió a Estados Unidos para forzar a Aristide a abandonar su puesto en febrero de 2004».
Periodismo histórico
«El expresidente Hollande visitó Guadalupe en mayo de 2015 y dijo que iba a pagar la deuda de Francia cuando llegara a Haití. Llegó a Haití y dijo que la deuda de Francia era moral, pero no financiera», señala Ghachem. «Es un tema difícil, porque el Quai d’Orsay no quiere abrir esta cuestión, que tiene implicaciones en las relaciones de Francia con sus antiguas colonias, no solo del norte de África, sino también del oeste, y del sur de Asia», añade. «Creo que pocos franceses saben que Haití fue una colonia en el siglo XVIII, y que hay traumas más recientes, como la Segunda Guerra Mundial y la guerra de Argelia, que acaparan más la atención», comenta, por su parte, Chopelin. «Los artículos del NYT dan la impresión de que el episodio de la deuda ha sido ocultado de la historia de Francia, pero es que todo el siglo XIX es mal conocido y poco enseñado», considera.
Aunque los historiadores consultados alaban el trabajo del periódico estadounidense y celebran su alcance -por ejemplo, el banco CIC anunció a través de un comunicado que va a financiar «trabajos universitarios independientes» para aclarar el papel que jugó en Haití hace dos siglos-, muchos también han afeado al NYT sus pretensiones, como si hubiera abordado un tema apartado por otros investigadores. «Los historiadores no dicen que el NYT se haya equivocado, sino que han exagerado su propia contribución, minimizando las de otros expertos», señala Cohen, que se pronunció minuciosamente en Twitter sobre la polémica. «Con todo, hay que decir y repetir que lo que han hecho es magnífico, porque han demostrado el extraordinario potencial de un periodismo histórico, de un matrimonio entre investigación histórica y periodismo», concluye.
Notas:
(1) Gusti-Klara Gaillard está habilitada para dirigir investigaciones (Universidad de París 1 Panteón Sorbona) sobre ‘Haití-Francia: una práctica de las relaciones desiguales en los siglos XIX y XX. Economía, política, cultura’. Su trabajo sobre la indemnización que Haití pagó a Francia en el siglo XIX se apoyó en los trabajos de antiguos historiadores (Jean Fouchard, el padre Cabon…) y de colegas actuales (J-.F. Brière, M. Lewis, P. Force, F. Beauvois), además de en la ley Taubira.