Vox como trampantojo
La noticia que arrojan las encuestas andaluzas es el naufragio del PSOE y el hundimiento de Podemos
La izquierda política y mediática muestra un empeño tozudo en poner el foco del debate en los probables vencedores de las elecciones andaluzas, con el propósito de ocultar su monumental derrota. Se hacen toda clase de aspavientos ante un posible pacto PP-Vox, mientras se intenta silenciar el descalabro que van a sufrir socialistas y comunistas en el que fue su principal feudo. Una estrategia manida e inútil, llamada a estrellarse en las urnas, que por una parte indica la desesperación en la que están sumidos los integrantes del Gobierno y por otra descubre la distancia creciente que separa a la opinión pública de la opinión publicada o, mejor dicho, emitida.
Vox es el señuelo perfecto para desviar la atención de la verdadera noticia que arrojan las encuestas; esto es, el naufragio del PSOE y el hundimiento de los grupúsculos más o menos homologables a lo que un día fue un pujante Podemos.
La ‘alarma antifascista’ lanzada pomposamente por Pablo Iglesias al conocerse los resultados de los anteriores comicios cayó en saco roto en su momento, al carecer del menor fundamento, y con el correr del tiempo ha producido en el electorado exactamente el efecto contrario. Es el antiguo coletudo quien ve desangrarse a su hueste en mezquinas pugnas intestinas tras ser vencido y humillado por Isabel Díaz Ayuso. Los causantes del rebato, en cambio, gozan de excelente salud, crecen y se multiplican, sin que su mandato haya traído otra cosa que progreso y libertad a Andalucía.
El ‘primo de Zumosol’, entre tanto, no logra llenar sus mítines ni con cerveza y paella gratis. Juan Espadas, marcado con el cartel de ‘perdedor’, se desgañita azuzando al dóberman bicéfalo formado por Juanma Moreno y Macarena Olona, sin conseguir que el animalejo produzca grandes sobresaltos. También a él le sale el tiro por la culata, toda vez que, a tenor de los sondeos, lo que consigue es empujar a un cuarto de sus votantes a respaldar las siglas PP, suponemos que con el afán de brindar al actual presidente la fuerza necesaria para gobernar en solitario. Porque su gestión ha sido sobresaliente y con las cosas de comer no se juega. Cuando tus argumentos de campaña se limitan a agitar el fantasma del miedo y prometer reimplantar el impuesto de sucesiones, tus opciones caen en picado. Si, por añadidura, tu jefe de filas es Pedro Sánchez, socio de independentistas, golpistas y cómplices del terrorismo etarra, destructor del nombre de España en el exterior e inepto gestor de esta crisis económica cuya explosión se avecina, tus posaderas adquieren todas las papeletas para recibir una sonora patada.
El cacareado pacto PP-Vox es un mero trampantojo, también llamado engañabobos. El escrutinio dirá quién ha de gobernar y cómo. Pero no es menester poseer dotes adivinatorias para augurar que la izquierda va directa a la derrota.