Nadie conoce a Sánchez
No hay banquillo en el PSOE y a él lo que le va es el capricho cesarista de ungir y descabezar
Pedro Sánchez se andará preguntando cómo es posible que un partido tan grande y poderoso carezca de cantera. Ha tenido que resolver la crisis interna con las medianías que le abren y cierran la puerta porque ya ni siquiera tiene a quién consultar estas cosas, y cuando consulta ninguno osa sorprenderle como otras veces, proponiendo nombres desconocidos pero con apariencia de gran descubrimiento. No hay banquillo en el PSOE y a él lo que le va es el capricho cesarista de ungir y descabezar.
Pero como ciertos emperadores romanos o jerarcas soviéticos, ha terminado por quedarse aislado a fuerza de purgas. Félix Bolaños está en el mejor puesto, el más cercano a la deidad y por tanto el más próximo al precipicio, pero es listo y lo sabe. Conviene aquí recordar lo que le replicó el general Narváez a su confesor en el lecho de muerte: no puedo perdonar a mis enemigos porque los he fusilado a todos. Quizá sea el final esperado del secretario general del PSOE la noche en la que pierda el poder.