Periscopio La Habana / Edelberto Díaz Aguilera: The skyscraper 23&K
Reconozco que voy un poco saturado de este asunto relativo a la Torre K, pero al leer los comentarios de este mastodonte criollo en las redes, no puedo dejar de escribir mis opiniones sobre este evento trascendental que acontece en nuestra querida Habana.
No debería sorprender el empleo del término rascacielos para referirse a el gigante capitalino que está en franco proceso de gestación, mejor aún cuando leo «The skycraper 23&K” lo que al parecer lo hace aún más glamoroso. La torre López-Callejas como se reconoce popularmente, se propone tener una altura de 154 metros. Para dar una idea de las alturas de los edificios mas relevantes en la metrópolis cubana, el edificio FOCSA está sobre los 130 metros de altura, el vecino Habana Libre -originalmente Hilton– es de 127 metros, el hospital Clínico Quirúrgico Hermanos Almeijeiras -originalmente un proyecto concebido para ser la sede del Banco Nacional– tiene 112 metros; podríamos también tomar de referencias las alturas de edificaciones como el Capitolio, el monumento de la Plaza de la Revolución y el edificio Bacardí, los que igual son edificaciones de significativa altura.
Lo interesante de este asunto, es que hay un vacío en la historia constructiva donde no se produjo ninguna torre que rebasara en altura a las construidas antes del año 1959, lo que hace entendible la euforia de algunos por ver una obra de ingeniería de esta magnitud en curso; sin duda es algo emocionante, lo sé por experiencia propia, lo que me hace, de alguna manera, entender este sentimiento.
Ahora bien, en medio de la mayor crisis económica jamás vista en la historia del país caribeño, resulta que la empresa constructora fundada en 1952 por Francis Bouygues, que desde 1989 se encuentra bajo la dirección de su hijo, Martin Bouygues -me refiero al Groupe Bouygues- es la que está encargada de construir este proyecto. Para dar una idea de quiénes estamos hablando, este grupo en 2017 contaba con más de 120 mil empleados en 90 países y generó 33 mil millones de euros en ingresos. Especializados en construcción, cuentan con las empresas Colas Group y Bouygues Construction, para promoción inmobiliaria con Bouygues Immobilier, en medios de comunicación con Groupe TF1 y en telecomunicaciones con Bouygues Telecom. Este es un grupo empresarial con una hoja de vida verdaderamente impresionante, unas de las mejores en materia de construcción de obras especializadas en Europa, «the best of the best». Nada que objetar al respecto, la obra está en las mejores manos.
Lo sorprendente es que Groupe Bouygues está promoviendo su proyecto The Flamingo Point, con lujosos apartamentos en Miami Beach, lo que me hace recordar que las empresas que trabajan asociadas al gobierno cubano son castigadas por el cruel embargo norteamericano; pero al parecer esta condición no se aplica para este afortunado grupo empresarial francés. Todo muy raro para mi gusto, pero aquí lo dejo sobre la mesa, algo no está bien en la narrativa a la que nos tienen acostumbrados.
Al parecer la obra «The skycraper 23&K” será tan cubana como el túnel de La Habana, obra construida y entregada en 1958 por la empresa francesa Société de Grands Travaux de Marseille; lo interesante es conocer si en la torre K existe algún José Menéndez Menéndez, o si la arquitectura y la ingeniería son aportadas por la especializada empresa francesa, la que cuenta con profesionales del más alto nivel. También me sorprende la presencia en la obra de trabajadores que al parecer proceden de la India, los que llegan en ómnibus al proyecto y han sido filmados por celulares indiscretos, para después ser compartidos en las redes sociales, lo que nos da pensar en la idea que la obra no sea de factura cubana. Ahora sospecho que los profesionales nacionales le hacen los mandados a los profesionales franceses y los obreros nacionales no juegan un rol predominante en la obra. ¿Cual será la repercusión de todo esto en los costes de una obra donde se desconocen la procedencia de los fondos con los que se construye? Una nueva pregunta de las que me dan vueltas en la cabeza sobre este accidental evento.
Regresando al universo del pionero de los edificios altos Luis Sullivan, el Consejo de Edificios Altos y Habitad Urbano (CTBUH) con base en Pensilvania, define que la altura de un rascacielos es un término relativo, no existe una medida internacional aún, pero si una definición que dice «que un rascacielos es un edificio en el que lo vertical tiene una consideración superlativa sobre cualquier otro de sus parámetros y el contexto en que se implanta», también existen criterios basados en altura, clasificados en 4 categorías, donde se determina que debe tener como mínimo 100 metros de altura, después tenemos los rascacielos altos a partir de los 150 metros de altura, los super altos después de los 300 metros de altura y los mega altos a los que superan los 600 metros. Según esta formulación la torre habanera se considera un rascacielos alto. Será que yo vivo bajo otros parámetros, por ejemplo, The Point, es la torre más icónica de Panamá, midiendo 266 metros de altura, se considera el edificio residencial más alto de Latino América y jamás he escuchado a nadie llamarle rascacielos, siendo 112 metros más alta que la Torre K; dentro del gremio profesional este evento se asume con mucha austeridad y créanme que cuento con el privilegio de tener amistad con el ingeniero dueño de la empresa que construyó este proyecto a quien jamás he escuchado que lo llame rascacielos, quizás, porque hoy, cuando se habla de rascacielos se toma en cuenta los mega rascacielos, quienes son fieles exponentes de las tecnologías constructivas de este siglo.
Ilustremos este planteamiento: el Empire State construido en 1931 cuenta con 102 pisos y, sin contar la aguja, mide 371 metros de alto, lo que indica que la ingeniería mundial en el año 1930, ya había producido una torre 217 metros más alta que el Goliat habanero. Hoy la ingeniería ha creado torres con alturas como Burj Khalifa, con 820 metros de alto, laTorre de Shanghái, con 632 metros de alto, la Abraj Al Bait 601 metros de alto, el Ping An Finance Center 560 metros de alto, el Goldin Finance 117 con 584 metros de alto, Lotte World Tower 556 metros de alto, One World Trade Center 540 metros de alto y el CTF Finance Center 508 metros de alto. Después de entender que las soluciones y envergaduras necesarias para conquistar los cielos son tres veces y media más altas que el alarde cubano -tomando en cuenta la de menos altura de las antes mencionada-, menuda sobrestimación se debe calzar para guapear de la forma en la que se desarrollan las discusiones que leo en las redes sociales. A ver, no niego que es fascinante y que puede llegar a emocionar la construcción de una torre, sobre todo, después de seis décadas de sequía, pero creo que por una vez en la vida se debería acudir a la humildad y así no correr el riesgo de ser el hazmerreír de quienes entienden un poco de este tema.
Hay otro tema que considero importante destacar, y es que dentro de los mega rascacielos no prevalecen los hoteles. Se entiende que el más alto del mundo en estos momentos es Gevora Hotel con 365 metros de altura en Dubai, EAU; seguido por el JW Marriott Marquis con 335 metros de altura igualmente ubicado en Dubai, EAU; si bien tenemos en el tablero a la torre Burj Klalifa con 820 metros de alto, donde se encuentra el hotel Armani, el que se desarrolla en las planta hasta el 39 ó el 40 piso. Como dato interesante esta edificación cuenta con siete niveles mecánicos localizados cada 30 pisos, donde se sitúa la maquinaria que rige los sistemas del edificio, tales como estaciones eléctricas, tanques, bombas de agua, etc.; cinco de estos pisos pueden distinguirse en la fachada del edificio, ya que son más grandes que las otras plantas y presentan un color de vidrio más oscuro; el sexto piso mecánico se encuentra en las primeras plantas del edificio y el séptimo en las últimas. Estas previsiones indican las demandas de una edificación en altura, algo de lo que he tocado en un artículo anterior: «Caprichos que provocan vértigo«.
Al final, no entiendo qué se presume, cómo se traduce este evento en la realidad más inmediata, sobre todo después de transitar 30 años de intensa crisis y 6 décadas de experimentos; realmente siento pena, me gustaría que la vida en la isla se comportara bajo otros parámetros, sobre todo aquellos que le ofrezcan tranquilidad y prosperidad a la familia cubana, al hombre de a pie. Solo espero que dentro de tanta incertidumbre, angustia y vicisitud, no existan más decepciones, sobre todo, para aquellos que sueñan con la bonanza prometida, la que al parecer esta destinada a no llegar nunca. Personalmente, cada vez que me adentro en este proyecto, no dejo de pensar que hay «gato encerrado». Ojalá y esté equivocado.