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Elías Amor Bravo: La economía cubana sin rumbo y aislada internacionalmente

Con los registros del PIB de la economía en el segundo trimestre prácticamente estancados, un 1,7% con respecto al mismo período del año anterior, con la inflación del IPC escalando al 32% también en tasa interanual en el mes de agosto, con los apagones que no cesan, la depreciación del peso cubano en los mercados informales, la dificultad para poner en funcionamiento sectores vitales para el país, como el azúcar o la manufactura, y ante la perspectiva de un nuevo incumplimiento del plan turístico, los dirigentes comunistas cubanos siguen sin mover ficha, incapaces de elegir una combinación de políticas económicas que ponga fin al proceso de deterioro que sufre la economía cubana. Lo malo es que lo peor aún está por venir.

Mientras que en otros países de América Latina se recuperan los niveles de PIB anteriores a la pandemia, se realizan esfuerzos por los bancos centrales para controlar el aumento de la inflación y la depreciación de los tipos de cambio, se adoptan medidas de ajuste para afrontar el nuevo escenario competitivo mundial, en Cuba nadie hace nada, el pueblo vive cada día la angustia de qué comer y el régimen sigue instalado en su modelo comunista obsoleto, fracasado e incapaz de dar soluciones a los problemas.

Este es un elemento diferencial que los cubanos que pueden viajar al exterior constatan de forma inmediata en cuanto bajan de los aviones. Nadie entiende qué está pasando en la Isla, y por ello, las protestas van en aumento, los cacerolazos se escuchan a diario y cada vez más alto, y la gente ha perdido el miedo a hablar.

Y en vez de actuar para eliminar angustias cotidianas a la población, adoptando políticas económicas que faciliten el despegue de las fuerzas productivas, al régimen le da por lo mismo de siempre: sacar los perros dóberman a pasear y meter miedo a la población, desde las brigadas de respuesta rápida, a  las avispas, pasando por la fiscalía.

Otra vez la maquinaria de represión y control comunista se pone al servicio del partido único para impedir que los cubanos puedan ejercer sus derechos y libertades. El peor camino posible, ante la mirada atónita de la comunidad internacional.

Consecuencia: cada vez, menos amigos. El régimen se lo ha buscado. Y reacciona torpe y lentamente, como cuando el otro día se abstuvo junto a China, en la votación de las Naciones Unidas contra los referéndums de Putin en las zonas conquistadas de Ucrania. Con amigos así, cualquiera se va de fiesta.

Con todo, los aliados internacionales del régimen comunista cubano se van diluyendo y surgen demandas bancarias, de deudas impagadas, para las que no está preparada la organización comunista y que supondrán un auténtico golpe en la línea de flotación cuando, quizás pronto, se conozcan las sanciones.

Lo que viene no es bueno, y hay que prepararse. Los amigos de esta Cuba sin rumbo y sin futuro desaparecen. A diferencia de aquella luna de miel de Fidel Castro y Chávez que salvó al régimen tras el período especial, ahora no aparece nadie dispuesto a sostener un sistema económico sin capacidad de endeudamiento. Solo quedan algunos viejos comunistas en Europa que se resisten a reconocer el fracaso de sus sueños, si es que alguna vez lo tuvieron, y otros países que cuando visitan la Isla sus dirigentes son recibidos por Raúl Castro, que de paso da señales de vida, como ocurrió durante la visita de ministro de seguridad pública de Vietnam.

La economía cubana no está para andar jugando al ratón y al gato. Más pronto que tarde habrá que afrontar una agenda interna y externa, para la que los actuales dirigentes no tienen respuesta, ni tampoco la quieren ofrecer. Instalados en defender el modelo ideológico comunista, no se han dado cuenta de que el mundo va por otro camino, y que cualquier decisión que se tenga que tomar, no admite dilación.

Deberían escuchar al colega vietnamita. Ese país en cinco años superó las hambrunas alimentarias y ahora es el primer exportador de arroz en Asia, por delante de China. Los comunistas cubanos no lo quieren creer pero las reformas en los derechos de propiedad pueden cambiar la dirección de un país. Los comunistas cubanos no se atreven. Por algo será.

 

 

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