Ana Cristina Vélez: La moda está acabando con la Tierra
El desierto de Atacama, el mayor basurero de ropa, del mundo.
Consumistas insaciables, tenemos que hacer conciencia: la ropita y accesorios que compramos innecesariamente son una fuente gigante de polución. Miremos los datos.
En 1995, la industria textil producía 7,6 kilogramos de fibra por persona. En 2018, la industria textil producía 13,8 kilogramos por persona: casi el doble, pero, además, para 1.900 millones de personas más, pues la población pasó de 5700 millones a 7600 millones en ese lapso. En 2022 la industria textil produce más de 60 millones de toneladas de ropa cada año; una cifra que se espera que llegue a los 100 millones de toneladas, para 2030.
Hoy en día, las marcas de moda producen casi el doble de cantidad de ropa que se producía en el año 2000, porque esta industria lanza nuevas colecciones cada semana, cuando antes ocurría cuatro veces al año. La mayoría de las prendas se fabrican en China y países como Turquía, Vietnam y Bangladesh. Trescientos millones de personas trabajan en esta industria.
En los países ricos, la ropa, el calzado y los muebles de tela se compran y desechan cada vez más rápidamente, y lo que es más grave: nadie los reutiliza, van a parar a las montañas, pero de basura. Cincuenta mil millones de prendas se desechan al año de su fabricación, según el informe de un taller de expertos convocado por el Instituto Nacional de Estándares y Tecnología de EE. UU. (NIST). Información publicada en mayo.
Cada año, la industria de la moda consume entre 20 billones y 200 billones de litros de agua. Una camiseta necesita para su producción dos mil setecientos litros de agua; el promedio de agua que consume una persona en dos años y medio.
La polución por microplásticos ocurre cada vez que lavamos las prendas de poliéster y otros textiles a base de polímeros, y constituye entre el 20 % y el 35 % de los microplásticos que asfixian los océanos. Muchos productos químicos que se utilizan en la industria de la moda contaminan, como los que hacen que las telas sean resistentes a las manchas, los productos que se usan para teñir las telas de colores y los pesticidas que se utilizan para proteger los cultivos de algodón.
¿Qué hacer?
Estudiar este tema con investigadores especializados, hacer prendas que duren, fomentar la reutilización, el reciclaje, reducir el uso de agua, modificar el comportamiento del consumidor con educación; sobre todo, alentar a las empresas para que compartan tecnologías en biotecnología agrícola. La producción de jeans podría utilizar algodón orgánico, e insertar cremalleras que se puedan quitar fácilmente para hacer reciclable la ropa. Se necesitan políticas gubernamentales que obliguen a las empresas de moda a incluir mínimos obligatorios de fibras recicladas en sus colecciones.
El problema es gigante porque el mundo es capitalista, porque el deseo de tener y tener y tener más está anclado en la naturaleza humana y, sobre todo: ¡porque somos muchos! y para disminuir la población tampoco existen políticas gubernamentales. Personalmente se puede hacer un pequeño esfuerzo: el de tener menos, pero sintiéndonos más; es decir, mejores personas.
Datos en la revista Nature 609, 653-654 (2022). How fast fashion can cut its staggering environmental impact