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El eurodiputado Smeriglio, ¿una nueva Mogherini?

La posición de Smeriglio es una vergüenza para cualquier demócrata, sea del partido que sea

Massimiliano Smeriglio, Cuba

Massimiliano Smeriglio (Foto: Cubadebate)

 

Díaz Canel se reencontró con Federica Mogherini; bueno, no, realmente a quién recibió fue al diputado del Parlamento Europeo, el también italiano Massimiliano Smeriglio.

La señora Mogherini, una comunista italiana de vieja escuela, miembro del partido democrático, se hizo famosa por calificar a la dictadura cubana como una “democracia de partido único”; una frase estúpida, que dio varias veces la vuelta al mundo, situando a la funcionaria (entonces Alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad) en una posición complicada, de la que no se pudo recuperar.

Desaparecida de la vida pública ahora que la derecha y una mujer gobiernan en Italia, Díaz-Canel ha encontrado el posible recambio de Mogherini en el eurodiputado Massimiliano Smeriglio, a quien agasajó por su actividad de apoyo a Cuba y su lucha contra el bloqueo de Estados Unidos.

La posición de Smeriglio es una vergüenza para cualquier demócrata, sea del partido que sea. Además de militar en el mismo partido que Federica Mogherini, ocupa un cargo en el parlamento europeo al frente de los partidos socialistas. Declaró ser “amigo de Cuba” y Díaz-Canel, a cambio, le explicó “que Cuba tiene la voluntad del diálogo político, en aras de mantener una relación honesta, transparente y de discusión sobre aquellos temas en los cuales, incluso, puedan existir miradas diversas”.

Lo primero es que Díaz Canel es un mentiroso, porque se niega en redondo a mantener ese diálogo y esa relación honesta con los cubanos que no piensan como él. A los disidentes del comunismo los reprime y, en algunos casos, les dispara con armas de fuego o les provoca la muerte cuando tratan de escapar de la vida asfixiante del país. Sobre eso, el señor Smeriglio nada tiene que decir.

Desde siempre, la dictadura cubana ha tenido corifeos dispuestos a defender lo que no tiene justificación. Y si la señora Mogherini se atrevió a calificar al régimen como una democracia de partido único, ¿qué podremos esperar de este Smeriglio que escuchó con tranquilidad la larga y aburrida perorata de Díaz Canel “sobre el negativo impacto de la política hostil mediante la cual el gobierno estadounidense castiga a la Isla”? Desde luego, no tendrá mucho que hacer este eurodiputado que disfrutó escuchando al cansino líder comunista cubano, quien se deshizo en halagos y reconocimientos.

Smeriglio manifestó su gratitud por la hospitalidad, claro, sin mirar por la ventana y observar a los cubanos buscando con desesperación algo que llevar a la mesa. Él, encerrado en su lujoso hotel del Prado y luego en un resort en Varadero, no tuvo ocasión de acercarse a la auténtica realidad que se vive en Cuba, más allá del parque temático falso que los comunistas enseñan a sus alabarderos.

De hecho, lo llevaron de paseo a ver la escuela especial “Solidaridad con Panamá”, el Instituto Finlay de Vacunas, el barrio La Concepción, en La Habana, y también al municipio de Bahía Honda, en Artemisa. Todo muy bonito, según dijo el italiano. Todo muy bien preparado, diría Díaz Canel.

Hasta aquí, la visita no tendría la menor importancia, salvo por la portada del periódico oficialista Granma, que es agua pasajera. El señor Smeriglio es, en realidad y pese a su relevante cargo, un desconocido en el parlamento europeo, que no resistiría un debate con cualquier par que defendiera ideas contrarias a las suyas. Sin embargo, ha sido especialmente grave escucharlo decir “que los parlamentarios tienen ante sí la misión de dar a conocer al mundo qué significa el bloqueo y las leyes que Trump puso en práctica para recrudecerlo”.

Lo que tendría que hacer es ponerse a trabajar y mucho, porque el bloqueo al que él se refiere no existe. Cuba no está cercada marítimamente por ninguna fuerza militar y comercia y realiza todo tipo de negocios con 192 países del mundo.

El único bloqueo, el verdadero embargo, es el que practica el régimen contra su propio pueblo, al que tiene sometido a una ideología que posiblemente resulte simpática para el señor Smeriglio, que cobra 10.000 euros al mes y vive a caballo entre Bruselas, Estrasburgo e Italia, con gastos pagados y disfrutando de un nivel de vida que multiplica por 1.000 la media de los cubanos. Y así, créanme, se puede ser comunista, socialista o lo que se quiera. Se puede incluso, desde un sentimiento de culpabilidad y bochorno, decir que se defiende a Cuba a nivel internacional.

Es una lástima que el señor Smeriglio se haya llevado tan bien con el dirigente comunista cubano. Ojalá no caiga en el ridículo espantoso de la señora Mogherini. Desde luego, su presencia en la Isla habría sido más útil y correcta si se hubiera interesado por los presos políticos que están cumpliendo condenas injustas de prisión, o el estado de los derechos humanos. Pero eso no le importa a este italiano. ¿Para qué?

 

Elías Amor:

Economista. Autor del blog http://cuba-economia.blogspot.com. Presidente de la Unión Liberal Cubana y del Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH). Mi deseo que Cuba sea libre y democrática.

 

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