La salud del Presidente: el traslado en ambulancia, el protocolo alterado y un diagnóstico que preocupó a la comitiva
Alrededor de las 11 de la mañana local la descompensación de Alberto Fernández trastocó todos los planes y forzó a un reacomodamiento de los roles y las actividades
BALI (Enviada especial)- El canciller Santiago Cafiero ya estaba dentro del Candi Ballroom, el imponente salón del hotel The Apurva Kempinski, donde se da cita la Cumbre del G-20, cuando vio movimientos extraños. Cuentan cerca suyo que no supo qué sucedía hasta unos minutos después, cuando se enteró de que el presidente Alberto Fernández iba camino al Sanglah General Hospital de esta ciudad, tras sufrir una descompensación. Cafiero estaba junto a Sergio Massa y primero se evaluó que fuera el titular del Palacio de Hacienda quien leyera el discurso de tres minutos, como habían pedido los organizadores, que debía dar Fernández. Luego, por protocolo, supieron que debía ser el canciller.
De a poco y con altas dosis de sorpresa todos en la comitiva se fueron enterando lo sucedido. Fernández saludaba al español Pedro Sánchez cuando tuvo un vahído, según él mismo describió después. Por un segundo Sánchez pensó que Fernández se había quedado dormido. El mandatario sintió mareos y un bajón de presión. Entonces, lo que debía suceder, no sucedió: que Fernández entrara al Candi Ballroom por el ingreso reservado a mandatarios y adentro se encontrara con Cafiero, Massa y el embajador argentino en Estados Unidos, Jorge Argüello. Todo eso quedó alterado por el imprevisto.
Mientras Alberto Fernández era trasladado en ambulancia junto a su amigo personal y secretario general de Presidencia, Julio Vitobello, dentro y fuera del Candi Ballroom había sorpresa y consternación. En la ambulancia, además de Vitobello iba Diego Sandrini, jefe de Custodia de Fernández. La seguridad argentina monitoreó en todo momento al mandatario, no solo lo que depende de Policía Federal sino también Casa Militar, a cargo de su jefe máximo, Alejandro Guglielmi. En el hospital también estuvieron junto a Fernández la portavoz Gabriela Cerruti, el cuerpo de custodio y el de ceremonial.
Una vez que el mandatario llegó al hospital local se resolvió realizarle análisis clínicos y una endoscopía. Vitobello llamó entonces a la primera dama, Fabiola Yáñez, a Roma, donde participa de un evento de Schollas Ocurrentes. Le contó lo sucedido y le pasó el teléfono a Fernández para que hablase con ella. Recién minutos después se emitió el primer comunicado que hablaba sobre el cuadro de mareos e hipotensión de Fernández, que con las horas viraría.
En paralelo, en la comitiva se activaron voces de primera línea, preocupadas. “Estaba muy pálido”, comentó una de las personas que estuvo cerca suyo. “Fue un episodio complicado. Sangró mucho y eso le provocó la descompensación”, agregaron fuentes de la comitiva. “Le hicieron estudios y le dieron suero. Va a retomar con cuidado algunas actividades”, completaron.
Una opinión que contrastaría con lo que sucedería apenas unas horas más tarde, cuando después de estar más de cinco horas en el hospital, y concretar la bilateral con Xi Jinping, Fernández buscó transmitir una imagen de que todo estaba bien y llevar tranquilidad.
Un rato después se conoció que la vicepresidenta Cristina Kirchner se había comunicado con Fernández para interiorizarse sobre su salud. Ocurrió en medio de uno los peores momentos de la relación personal entre ellos.
Fue en el anochecer de un martes agitadísimo, cuando dialogó con periodistas que cubren la gira, y se mostró sonriente. Allí también se anunció la suspensión de buena parte de las actividades que tenía previstas para este miércoles. Solo sostendrá el encuentro con Kristalina Georgieva, del FMI, y Sánchez de España. La gran mayoría de las otras actividades previstas los cubrirá Cafiero, uno de sus leales desde los tiempos del Grupo Callao y quien en el ocaso de este martes no asistió a la cena de mandatarios en la que reemplazaría a Fernández para quedarse a acompañándolo en la tranquilidad del hotel Meliá.
La lealtad de Cafiero a Fernández es total. Quienes lo vieron de cerca hoy notaron su preocupación por el mandatario y su alivio después. También, su respeto, en el silencio total ante una situación sensible que impactó de lleno en la comitiva local.