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China reconoce 60.000 muertos por Covid tras semanas de encubrimiento

Las autoridades sanitarias defienden que ciudades y áreas rurales ya han superado el pico de contagios

                                                                                                           EFE

 

El impacto de la crisis sanitaria que China padece ya tiene una primera estimación numérica según cifras oficiales: casi 60.000 muertos. Las autoridades realizan así una tímida concesión a la realidad tras tratar durante semanas de ocultar la catástrofe.

Esta cuantía ha sido revelada hoy por la Comisión Nacional de Salud y corresponde al último mes, del 8 de diciembre al 12 de enero. Exactamente, fueron 59.938 los fallecidos. 5.503 debidos a fallos respiratorios, mientras que otros 54.435 coincidieron con patologías previas como cáncer o problemas cardiovasculares. Hasta ahora, el Gobierno chino se escudaba en esta división para aplicar un interesado criterio contable que solo registraba los primeros casos.

El director del organismo, Jiao Yahui, ha asegurado también que la actual oleada ya ha rebasado el pico de contagios. «El número de visitantes a clínicas de fiebre está de manera general en una tendencia a la baja tras haber alcanzado su máximo, tanto en ciudades como en áreas rurales», ha afirmado. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha valorado la actualización de los datos pero ha pedido a China un desglose más detallado.

Estas últimas, con menor dotación de recursos médicos, representaban un gran motivo de preocupación, en particular ante la inminente celebración del año nuevo lunar, festividad en la que muchos chinos acostumbran a regresar a sus pueblos de origen. Las previsiones esperan un total de 2.100 millones de desplazamientos hasta final de mes, el doble que el año pasado, pues no ha podido celebrarse con normalidad desde 2019.

Para corroborar su mensaje optimista, Jiao ha señalado que el número de pacientes en estado grave era de 128.000 el pasado 5 de enero, pero una semana después se redujo a 105.00. Un 92,8 de ellos padecían otras enfermedades. Además, el 90% de los difuntos tenían más de 65 años, con una edad media de 80,3.

Esta cifra deja muy atrás los escasos 5.300 decesos que China reconocía hasta la fecha. Una cuantía ridícula que no guardaba relación alguna con el colapso de hospitales y crematorios, tal y como informó ABC. Sin embargo, esta revisión sigue suponiendo un porcentaje modesto. Según notas filtradas de una reunión de la propia Comisión Nacional de Salud a finales de diciembre, los primeros veinte días de ese mes dejaron 250 millones de infecciones. Las cifras oficiales, en cambio, apenas reflejaron una decena de fallecimientos.

Suspicacia global

«Creemos que los números actuales que China está publicando minimizan el auténtico impacto de la enfermedad en términos de ingresos hospitalarios, en unidades cuidados intensivos y, en especial, en términos de muertes», denunciaba poco después Mike Ryan, director de emergencias de la Organización Mundial de la Salud.

Asimismo, este hermetismo ahondó la inquietud de la comunidad internacional. Muchos países impusieron varios tipos de medidas preventivas para los viajeros procedentes de China. La Unión Europea recomendó requerir un resultado negativo antes de volar, medida que permanece en vigor para los recién llegados a China pese a que el país reabrió sus fronteras el pasado 8 de enero. Aún así, el régimen protestó por lo que consideraba una «discriminación» y advirtió que respondería «de acuerdo al principio de reciprocidad». Los primeros damnificados han sido Corea del Sur y Japón, contra los que ha impuesto restricciones de visados.

A finales de noviembre, China puso un abrupto final a tres años de política de covid-cero. Lo hizo acosada por un rebrote para entonces ya irrefrenable y una sociedad que expresó su rechazo a las invasivas medidas por medio de unas históricas protestas, la mayor crisis de legitimidad del Partido Comunista en décadas.

El Gobierno dio este paso sin una preparación adecuada, con una tasa de vacunación insuficiente entre la tercera edad y escasos recursos médicos. Ambas prioridades fueron aparcadas ante los testeos masivos y la implementación de campos de aislamiento, destinados a sostener una política que en un primer momento el régimen presentó como prueba de la superioridad de su modelo frente a las democracias occidentales y en la que luego se vio atrapado sin salida.

El estallido de la crisis sanitaria en China y la consiguiente suspicacia global coinciden con el tercer aniversario del comienzo de la pandemia en la ciudad de Wuhan. Muchos de sus interrogantes permanecen todavía sin respuesta, el número real de víctimas solo es el último de ellos.

 

 

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