CorrupciónDictaduraÉtica y MoralPolítica

Los odios mellizales en Venezuela

El abrupto e inesperado final del Gobierno Interino de Juan Guaidó abrió las puertas a duras y hasta absurdas polémicas entre los diferentes bandos opositores. El gran beneficiario ha sido Nicolás Maduro. Sólo un ciego puede ignorarlo. Sin embargo, la “guerra civil” pica y se extiende.

Los adversarios del interinato se sintieron obligados a magnificar las fallas de una gestión que querían desaparecer. Especialmente desproporcionadas y muchas veces carentes de prueba alguna, fueron acusaciones indiscriminadas de corrupción. Los defenestrados recurrieron a LA denuncia de entendimientos impropios entre el llamado G3 y la Dictadura, esgrimiendo argumentos en algunos casos plausibles y otras veces carentes de cualquier fundamento.

Se atribuye a José María Gironella la expresión “odios mellizales”, refiriéndose el autor catalán a la relación agónica que se estableció en España entre españoles, entre hermanos, y que dio lugar a la guerra que produjo, según la cifra popularizada por el mismo escritor, de Un millón de muertos.

Ya Venezuela había venido escenificando una polarización extrema entre quienes respaldan a lo que se denomina el chavismo-madurismo y quienes aspiran el regreso a la democracia, al Estado de Derecho y al respeto de los derechos humanos. Pero resulta aún más insólito que el odio tome posada entre quienes integran el segundo grupo y comparten la aspiración antes enunciada.

Puede el ciudadano de a pie preguntarse cómo se puede derrotar a la dictadura con estas divisiones, que no son nuevas pero que se han acentuado de manera exponencial. Ese mismo ciudadano hoy exige que el poder de fuego se concentre en un solo adversario: El régimen de oprobio que asola a Venezuela desde hace más de dos décadas.

Se constata entonces que no hay mucha sindéresis ni verdadero patriotismo cuando se colocan intereses pequeños, ambiciones personales y pasiones hepáticas por encima del bien común.

Ha llegado la hora de que el liderazgo opositor recapacite y para ello todos tenemos que ayudar. Es la hora de la sensatez, de la mediación, del apaciguamiento. Primero para lograr una tregua y segundo para poder alcanzar la meta de las elecciones primarias que ponen en cabeza del pueblo venezolano la escogencia de un liderazgo legitimado. En las primarias, la escogencia no puede ser entre los malos y los peores.

Vamos a ver ahora si Los cipreses creen en Dios y si podremos decir: Ha estallado la paz, completando la Trilogía de Gironella.

 

 

Mira también
Cerrar
Botón volver arriba