Cristina Casabón: ¿En qué guerra estamos?
En este país no hay más que un conflicto, siempre el mismo
En España la valentía siempre se ha mostrado frente al toro y una mujer, que contemplaba la estocada desde las gradas. La guerra civil es nuestro toro más inmenso, generalizado, el viejo toro de pena, la carne abierta, lacerada. Estamos siempre a cuestas con la guerra de nuestros antepasados. Y esa guerra, como todas las europeas del siglo XX, es una réplica, un eco de la Revolución rusa. La Revolución de 1917 creó la gran división de rojos contra blancos, de izquierda contra derecha, del fascismo contra el comunismo.
Pero lo de Ucrania es diferente, es otra cosa. El historiador Antony Beevor cree que Ucrania marcará el siglo XXI, como la Revolución rusa marcó el XX, con una nueva brecha. En este siglo se enfrentan la autocracia y la democracia. Son mucho más que ideologías, son dos «cosmovisiones en guerra». En los países europeos el antiguo mundo de los partidos tradicionales parece verse arrollado por nuevos ejes políticos que abren nuevos debates. El PSOE es casi el único partido socialista que sobrevive en Europa. Y este calaverón con guadaña no es un fantasma gracias a sus pactos con la anti-España.
España sigue con su viejo bipartidismo por lo menos hasta final del año electoral. Y nuestros deportes de sangre seguirán siendo el guerracivilismo y los toros. En lugar de asomarnos a los conflictos del siglo XXI vamos a quedarnos, como siempre, en las guerras de nuestros abuelos. En este país no hay más que un conflicto, siempre el mismo, que vuelve cíclicamente como el eterno retorno nietzscheano. La guerra del 36 también ha sido llamada «nuestra última guerra romántica», por ser una guerra de ‘ideas’. Y estas han seguido viviendo y coleando porque, ay, somos muy de ideas fijas. Por suerte, la guerra civil va siendo solo un deporte nacional en las tertulias de café y las campañas electorales.
Ahora que estamos limpios el matador ya no está, ha sido arrastrado fuera de la plaza. Es decir, que vivimos en plena retrospección de un lado y del otro. Pero ni la guerra de izquierdas contra derechas ni el nacionalismo o las guerras carlistas valen ya para nuestro tiempo. El guerracivilismo que viene, la grapa que une o separa a los países es de una naturaleza diferente; es una división entre los defensores de la democracia y la autocracia. Yo me he enterado leyendo el XL Semanal.
Nosotros seguimos a lo nuestro. El españolazo necesita definirse por contraste, y lo que mejor le contrasta con el vecino es una guerra civil o municipal, de andar por casa. Es en el conflicto cuando más nos comunicamos con nuestros enemigos íntimos. Incluso de una guerra mundial podemos hacer una guerra civil, por delegación. Y por estas cosas muchos ni se han enterado de que estamos sacando los tanques, los de verdad, a la guerra del siglo XXI. En esta dinámica de contraposiciones nos movemos los españoles, entre dos guerras, sin llegar a enterarnos bien de ninguna. Los nostálgicos siguen con la guerra del abuelo y afuera está Ucrania, las armas, el ruido y la furia.