La disfunción democrática de América Latina: Perú (II)
Al momento de escribir estas líneas, todavía ni el poder ejecutivo ni el legislativo de Perú habían encontrado el camino que lleve a la salida de la delicada situación por la que atraviesa ese país.
Han pasado casi dos meses desde que Pedro Castillo saliera abruptamente de la presidencia de Perú, tras su intento de disolver el Congreso mientras, el país, sigue estando en una crisis para la que no se ve ninguna salida todavía.
Las protestas contra el Gobierno de Dina Boluarte y el Congreso continúan, con las consecuentes pérdidas humanas. Los manifestantes piden la renuncia de Boluarte, la disolución del legislativo y unas elecciones anticipadas que siguen sin fecha.
¿Por qué se ha llegado a esa situación?
Es una larga historia, y está directamente vinculada con las distintas modificaciones que se ha realizado a la constitución de Perú, y que no resultaron en la solución de problemas políticos-jurídicos, por la percepción tanto de la clase política como de la ciudadanía en general de que el presidencialismo no funcionaba y que se debía crear un sistema híbrido, o en su defecto crear un sistema parlamentario tradicional.
En tal sentido, se creó un sistema de segunda vuelta y la figura de un primer ministro y se le dio al congreso la capacidad de quitar al presidente a través de figuras como declararlo moralmente incapacitado. Pero también dejó la posibilidad de que el presidente también podía cerrar el Parlamento, lo cual crea mucha inestabilidad política. Por decirlo mas directamente, la inestabilidad política se genera por la ambigüedad en las relaciones entre los diferentes instituciones del Estado peruano.
Si bien es cierto que los manifestantes piden la renuncia del gobierno de Dina Boluarte, la disolución del congreso, así como también la elaboración de una nueva Constitución, también lo es que sus demandas no las hacen por la ambigüedad de sus textos jurídicos sino porque quieren cambios en el modelo de país. Una prueba de ello es la propia elección del maestro Castillo como Presidente de Perú, la sociedad peruana quiere un discurso diferente de los políticos peruanos, un político que mire al país en su totalidad, que de respuestas a los problemas que la aquejan, lo cual no es fácil pero se puede hacer, pero por supuesto, no creo que el maestro Castillo tuviera las intenciones de hacerlo.
En ese sentido, la situación de Perú no es distinta a la del resto de los países latinoamericanos, sino fíjense en el advenimiento de Hugo Chávez al poder en Venezuela, salió electo por el 70% de los votos y construyo un país en el que solo la mafia a su alrededor podía vivir con mucha tranquilidad, el propio Fujimori fue la misma historia, la Colombia de Gustavo Petro, Daniel Ortega en Nicaragua, Nayib Bukele en el Salvador por solo nombrar unos pocos.
En pocas palabras la sociedad de los países de nuestra región quiere un discurso nuevo, pero que provenga de políticos PROBOS, no como en Venezuela que el nuevo sistema aumentó la corrupción, la criminalidad, y la desigualdad.
Me atrevo a asegurar que lo que hoy sucede en Perú y lo que ha sucedido en otros países de la región no es más que el resultado del profundo colapso de la credibilidad institucional, no creo que exista otra manera de expresarlo.
PARA DECIRLO DE UNA MANERA COLOQUIAL PERUANA: “LA SOCIEDAD LATINOAMERICANA EN GENERAL Y LA PERUANA EN PARTICULAR ESTA HASTA LAS…H… DE LOS PARTIDOS POLITICOS Y DE LOS POLITICOS DISPUESTOS A SOLUCIONAR, SOLO, SUS PROPIOS PROBLEMAS FINANCIEROS”.
Hoy en Perú hay al menos 25 partidos, 12 de los cuales tienen representación parlamentaria. Eso también es producto del desencanto profundo hacia los partidos políticos, que se ha dado en las últimas décadas.
Mientras tanto, el Congreso peruano ha rechazado, al menos, 4 proyectos de ley para adelantar las elecciones presidenciales este año 2023 y la elección de un nuevo congreso de la república que permita «pacificar» al país y darle una salida a la crisis política en la que está inmerso desde la caída de Pedro Castillo el pasado 7 de diciembre.
En esta negativa de aprobar algunos de estos proyectos de ley se encuentran temas partidistas así como también la permanencia de legisladores en el congreso, vale la pena recordar que estos solo pueden ser congresantes un solo periodo, a partir del cual deben sustituidos.
Mas allá de los asuntos políticos, hay impactos, que en el mediano plazo, la sociedad va a comenzar a sentir, como por ejemplo el económico, a mediano plazo, a nivel nacional e internacional.
Por ejemplo, la mina de cobre de Las Bambas de propiedad china, en Perú, detuvo la producción el 1 de febrero, ya que los bloqueos relacionados con las protestas en curso sobre la destitución y el arresto del expresidente Pedro Castillo han llevado a la escasez de suministros críticos.
Por qué es importante esto?: si la producción en la mina Las Bambas, que suministra el 2% del cobre del mundo, permanece detenido durante varios meses, los suministros globales de cobre serán interrumpidos con un impacto muy fuerte sobre los precios. El impacto, probablemente, sería más pronunciado en China y otros países asiáticos, debido a que reciben dos tercios del cobre de Peruano. Las interrupciones podrían expandirse a otras minas, lo cual es probable, de persistir los disturbios actuales. Vale señalar que las exportaciones de Cobre de Perú representan cerca del 50% de su PBI.
El segundo impacto económico se refiere al cambio de calificación que ha hecho la agencia calificadora de riesgo Moody’s, que informó que redujo de estable a negativa la perspectiva de calificación del Perú, tanto en moneda local como extranjera. Asimismo, mantuvo en Baa1 la calificación crediticia del país a largo plazo.
Moody’s explicó que la convulsión social, tras la destitución de Pedro Castillo, en diciembre, amenaza con debilitar la fortaleza institucional y la gobernabilidad del país. Además, la calificadora sostuvo que las persistentes interrupciones políticas y sociales generan el riesgo de erosionar las inversiones, teniendo consecuencias negativas en la solidez económica.
La preocupación fundamental se encuentra en que este riesgo pueda derivar en salidas que pongan en serio compromiso la viabilidad de la democracia en el país. A mi modo de ver todos los actores políticos van a tener que encontrar una forma de salir de este «impasse» y, una vez se salga de él, habrá que hablar de redefinir las reglas del juego. Pero hay que salir primero.