La deuda total de Hispanoamérica ha aumentado de 3 billones en 2008, hasta 5,8 billones de dólares en 2023. El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha mostrado su inquietud y declara esta tendencia al alza como preocupante.
Una deuda controlada puede servir para crear empleo o para promover la construcción de nuevas infraestructuras, por ende, no tiene por qué ser algo malo. El problema aparece cuando se utiliza de manera errónea. «Si se usa de una manera imprudente tiene sus problemas, puede representar una carga para las economías, las empresas y también para las personas» declaró el presidente del BID, Ilan Goldfajn, en una rueda de prensa.
El nivel tan alto de la deuda impulsa a los inversores a exigir mayores y mejores rendimientos. De esta manera, los gobiernos están obligados a destinar más recursos para pagar intereses más altos, explican los expertos del BID.
No obstante, señala que todos los países deberían centrarse en mejorar la eficiencia tanto del gasto como de la recaudación de impuestos. En el terreno de la inversión pública, en concreto, el informe recuerda que «la calidad de la inversión pública puede optimizarse en todas las fases de los ciclos de los proyectos, al igual que la eficiencia y la orientación de los pagos de las transferencias».
Antes de la pandemia, incluso con niveles de gasto más bajos, las estimaciones del BID indicaban que la simple mejora de la eficiencia del gasto podría suponer un ahorro de más del 4 % del PIB.
Según el BID, estas medidas de eficiencia son especialmente importantes para los países en los que el ingreso y el gasto público son elevados como porcentaje del PIB. En este grupo de países, «es probable que aumentar los impuestos resulte contraproducente y que el ahorro adicional tenga que provenir de recortes del gasto», señala el informe.
En los países donde los ingresos y el gasto representan un porcentaje menor, por el contrario, el organismo aconseja «mejorar la base tributaria».