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Gustavo Coronel: El estatismo petrolero, un monstruo difícil de matar

La terrible experiencia de Petróleos de Venezuela y su progresiva degradación a manos del Estado no ha curado a los políticos venezolanos de la terrible enfermedad del estatismo. De nada ha valido que estos políticos hayan visto (y bastantes de ellos promovido) el desastre petrolero más grande de la historia. Muchos de ellos aún llevan el veneno de la estatización firmemente sembrado en sus mentes y promueven el control de la industria petrolera venezolana por parte del Estado alegando que:

*Es un asunto de soberanía petrolera

*Es lo patriótico

*Tenemos muchos talentos para garantizar el buen manejo de la industria

*El petróleo es nuestro, así tengamos que invertir el dinero que sea necesario

*Los beneficios financieros del petróleo en manos del Estado han sido satisfactorios

*Debemos “rescatar” Pdvsa, no privatizarla

*Es “necesario conservarla en manos del Estado, para evitar la transferencia de recursos del Estado a las élites económicas

*Privatizar sería quitarle el petróleo al pueblo

Soberanía petrolera

El concepto de soberanía petrolera ha sido históricamente esgrimido por la extrema izquierda venezolana y hasta por la derecha (Copei) para argumentar la necesidad de mantener el monopolio y control operacional de la industria petrolera en manos del Estado. El gran error de esta postura ha sido suponer que la soberanía petrolera es sinónimo de control total operativo y financiero de la industria petrolera por parte del Estado. Esto es errado. Durante los últimos 23 años de chavismo el Estado ha tenido total control de la industria petrolera y, en nombre de la soberanía, ha generado el peor de los desastres en esa industria. En los cursis planes de la patria ese concepto es una de las bases fundamentales de la llamada revolución bolivariana. El resultado de su aplicación ha sido un desastre operacional, financiero, tecnológico y humano, al convertir a Pdvsa en una gran quincalla de importación de comida podrida, constructora de casas que se caen, financista de misiones populistas e inefectivas, en la caja chica de Chávez, primero, y de Maduro después, hasta que el colapso fue total.

Ello la ha llevado a entregarse en manos de Chevron y de Irán para que medio le compongan el desastre, lo cual representa una grave derrota ideológica. Mucho antes, la llevó a entregar buena parte de su producción petrolera a Cuba, en un acto de traición que es antítesis de soberanía. Pretendiendo ejercer la soberanía petrolera el Estado chavista entregó la soberanía total.

Patriotismo

El patriotismo es otro de los conceptos esgrimidos para exigir la estatización de la industria petrolera, el cual dice que ponerla en manos de operadores extranjeros sería –según los “patriotas”– una traición a la patria. Paradójicamente, uno de los mayores traidores a la patria del período chavista, Alí Rodríguez Araque, títere de los Castro, escribió un libro en 1997 para “defender el patriotismo” petrolero.

Rodríguez habló de los “despojos” hechos a la nación por la apertura petrolera de la década de los noventa y por otros proyectos petroleros contratados con empresas extranjeras, los cuales aumentaron significativamente la producción petrolera para el beneficio del país. Años más tarde este “patriota” presidió sobre la destrucción de Pdvsa, al ponerla al servicio del chavismo, promoviendo la entrega a Cuba de 100.000 barriles diarios de petróleo esencialmente gratis.

No hay que privatizar porque tenemos talento criollo

Luis Emilio Rondón, el líder de Un Nuevo Tiempo, UNT, el partido de Manuel Rosales, quien –por cierto– hizo desastres en la empresa Monómeros, argumenta en contra de la privatización de Pdvsa, llamándola una maniobra de la “extrema derecha” y dice que “aquí hay suficiente talento para recuperar Pdvsa” (Twitter). Usted debería saber, Sr. Rondón, que el talento no es quien dicta las políticas sobre la empresa. Precisamente, el talento desapareció de Pdvsa y de Venezuela el día que Chávez, pito en mano, lo despidió para adueñarse de su manejo. La ambición de control total sobre la gallina de los huevos de oro terminó con una Pdvsa en manos de ladrones, narcos, lavadores de dinero e incompetentes civiles y militares, desde Ciavaldini hasta El Aissami, pasando por el largo túnel Ramírez Carreño. Por otro lado, Sr. Rondón, el talento es apenas uno de los pilares de una industria petrolera exitosa. Los otros tres: tecnología, capital y equipos bien mantenidos también están por el suelo y escasean más que el talento.

 

 

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