Joanna Hogg o el cine como espejo
Anualmente la prestigiosa revista británica de cine Sight & Sound escoge las cincuenta mejores películas estrenadas en Inglaterra. En 2019 la numero uno de ese listado fue The Souvenir, y en 2021 esa posición la ocupó The Souvenir Part II, ambas escritas y dirigidas por la realizadora londinense Joanna Hogg. En 2022, su siguiente filme, La hija eterna (The Eternal Daughter) –estrenada en el Festival de cine de Venecia- ocupó el puesto 15 de la selección de Sight & Sound. Una excepcional cosecha crítica para una directora nacida el 20 de marzo de 1960 y egresada de la National Film and Television School de Londres. Su cortometraje de grado, Caprice (1986) -una fantasía sobre una joven apasionada por una revista de modas que literalmente se mete a la revista para, desde adentro, entender cómo funciona en realidad la despiadada maquina publicitaria que ella ve hasta ese momento con ojos inocentes- fue protagonizada por una actriz novata llamada Tilda Swinton. El cortometraje trae una dedicatoria final: “Para Anthony”. Ni la actriz ni la dedicatoria van a quedar en el olvido para Joanna Hogg…
Tras trabajar veinte años dirigiendo videos musicales y episodios de series para la televisión, Joanna va a debutar en el cine con la película Unrelated (2007) y a partir de ese momento va a utilizar el cine como reflejo para mirarse por dentro, tanto a ella misma como a los de su privilegiada clase social. Existe en Inglaterra una llamativa reticencia a retratar en el cine a las clases altas y a su estilo de vida –Joanna estudió en un colegio privado en Kent, la West Heath boarding school (el alma mater de la Princesa Diana)- mientras se privilegia un cine de realismo social que tiene en Ken Loach, Mike Leigh y Andrea Arnold a tres de sus exponentes más reconocidos. Sin embargo, basándose en una puesta en escena ambientada en el medio social que ella conoce, esta directora y guionista parte –desde lo formal y lo narrativo- en Unrelated hacia la reflexión. “En 2003 mi padre murió y yo estaba tratando de tener una familia. Empecé a escribir Unrelated como un canal para todos mis sentimientos de tristeza, y [además] quería hacer una película haciendo todo lo que me dijeron que no hiciera en la televisión” (1), declaraba ella en entrevista con Roger Clarke para The Independent al momento del estreno de su ópera prima.
La cámara estática, los largos planos generales, y un énfasis en el diálogo y no sobre la acción van a caracterizar a este debut. Unrelated tiene como protagonista a Anna (Kathryn Worth), una mujer casada, sin hijos, que está teniendo una doble crisis, conyugal y de la mediana edad, y decide irse sola a pasar el verano en una villa cerca de Sienna con la familia de una compañera de estudios, Verena (Mary Roscoe). Desde un principio Anna se relaciona con los veinteañeros del grupo, como para reforzar su necesidad de sentirse joven, atractiva y seductora. Tras esas fugas terminará por aceptarse. El cine de Yasujirô Ozu y el de Eric Rohmer se erigen acá como las principales influencias de Joanna Hogg, las mismas que van a acabar de consolidarse en su segundo largometraje, Archipielago (2010), un reencuentro familiar en Tresco, una de las islas Sorlingas, al occidente de la costa de Cornualles. Ahí desembocan Patricia y sus hijos Cynthia (Lydia Leonard) y Edward (Tom Hiddleston), al parecer en una casa campestre que habitaron antes. Van de paseo, montan en bicicleta, se van de picnic, reciben clases de pintura abstracta (todo de lo que el cine británico se mofa por trivial)… pero las grietas familiares hace presencia activa. La película es aparentemente muy estática, muy al estilo de Antonioni, pero como ocurre con el cine este director italiano, son las mareas subterráneas las que mueven a los personajes. Archipiélago retrata los vacíos del alma y la incomunicación afectiva que conmueven y martirizan a seres que exteriormente lucen imperturbables y con sus vidas resueltas. Cuando Martin Scorsese estaba rodando Hugo (2011) en Londres, alguien del British Film Institute le hizo llegar una copia en video de Archipielago. La potencia expresiva de sus diálogos (y de sus silencios) resonó en él. Va a convertirse en amigo, mentor y productor ejecutivo del cine de Joanna Hogg, para fortuna de ambos.
Su tercer largometraje ahonda en la incomunicación familiar, ahora con un matrimonio llegando a la edad madura. Exhibition (2013) tiene en realidad otro protagonista: la casa de tres pisos –obra modernista del arquitecto James Melvin- donde vive esta pareja, que está compuesta por un arquitecto afamado y una artista del performance. El drama es la venta de la casa y lo que ella representa para ellos. Lo demás es lo cotidiano, sin aspavientos. Ambos trabajan ahí mismo, cada uno en un piso diferente. La película se centra en la mujer (Viv Albertine), presa de un abandono que habla de creatividad, pero también de soledad, de aislamiento. Hay la mirada voyerista y hay también el exhibicionismo del que quiere ser observado. Los reflejos en las ventanas, la curiosidad de ella, su insatisfacción personal, artística y sexual animan un retrato de la abulia conyugal. La película está llena de planos estáticos y generales, pero muy fluidos, con mucha vida dentro del cuadro, aprovechando la arquitectura laberíntica de la casa. Joanna Hogg seguía experimentando sobre la forma, quizá buscando liberarse de las ataduras que su inexperiencia le había impuesto.
The Souvenir (2019) y The Souvenir Part II (2021) son un punto de inflexión en su carrera. Completamente autobiográficas, nos muestran su vivencia como estudiante de cine en la década de los ochenta y cómo luchaba por encontrar una voz propia en medio de sus inseguridades. El primer filme de este díptico se centra en la relación tóxica que tuvo con Anthony (¿recuerdan la dedicatoria de Caprice?), un hombre sofisticado y de mundo que fue vampirizándola, haciéndole olvidar su Norte: ella deja de lado sus proyectos y se dedica a tratar de redimirlo. El alter ego de Joanna Hogg en la película es Julie, interpretada por Honor Swinton Byrne, la hija de Tilda Swinton, quien también actúa aquí.
The Souvenir Part II es una obra maestra en la línea de La noche americana (La nuit américaine, 1973), relatando el detrás de cámara de un rodaje, uno muy particular, pues Julie está haciendo su trabajo de grado como cineasta describiendo su amour fou con Anthony: los sentimientos que los actores le piden describir son los suyos, no los de un guion. Al llevar a cabo la dirección de actores lo hace desde un sentimiento propio, no externo. He aquí al cine no solo como espejo, sino como catarsis y exorcismo de un pasado que ella requiere dejar atrás. Pero no es Julie la que necesita eso: es Joanna Hogg. Por eso esta película es una experiencia de metaficción de gran inventiva y sensibilidad que no admite más palabras para describirla. Sencillamente hay que verla.
Con La hija eterna («The Eternal Daughter», 2022) incursiona en el cine de (aparente) terror gótico, con una historia que es un ejercicio no solo de estilo, sino de solidez actoral de Tilda Swinton. La película es la historia de una cineasta que quiere escribir sobre la relación con su madre y se va a un hotel donde anteriormente vivía la familia de su progenitora buscando ahí inspiración. De nuevo contando con elementos metacinematográficos, la película nos habla de la creación, de los recursos de la inspiración a partir de la experiencia cercana, de las carencias afectivas, de la falta de hijos (tema recurrente en Unrelated, Exhibition y acá), de lo que constituye una familia. Joanna Hogg aprendió a mover la cámara, ha adquirido oficio y confianza. Retrata ante la pantalla lo que conoce y esa honestidad, que la hizo grande, la convirtió en toda una autora.
Publicado originalmente en el periódico El colombiano de Medellín, en el suplemento “Generación” No. 14 (marzo, 2023), páginas 22-23
©El Colombiano, 2023
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