Democracia y PolíticaDiscursos y Documentos

Abascal pierde cara de presidente

Una cosa era saber que era imposible ganar la moción numéricamente y otra muy distinta fue darse cuenta de que tampoco existiría la victoria moral o intelectual que se pretendía

A Albert Rivera, cuando atravesaba su mejor momento, le decían que se le estaba poniendo «cara de presidente». A Santiago Abascal, tras impulsar su segunda moción de censura, le ha sucedido lo contrario. El líder de Vox abandonó el Congreso este miércoles con menos semblante presidencial. No hacía falta que nadie se lo dijera. Su propio rostro reflejó varias veces la conciencia del error mientras hablaba Ramón Tamames. Una cosa era saber que era imposible ganar la moción numéricamente y otra muy distinta fue darse cuenta de que tampoco existiría la victoria moral o intelectual que se pretendía. Y es que, lejos de poner contra las cuerdas a los populares y desgastar a Pedro Sánchez, la censura tuvo el resultado contrario. De un lado, brindó al jefe del Gobierno la oportunidad de dar tres mítines desde el Congreso -más otro de Patxi López– y poner en escena a Yolanda Díaz frente a Irene Montero e Ione Belarra. El tiempo dirá si convertirse en «marca blanca» del PSOE -como Cuca Gamarra espetó a Díaz- le resulta más rentable a Sumar que para Ferraz, pero ambos le marcaron un gol a Pablo Iglesias, quien no dudó en cuestionar el movimiento. «Timeo Danaos et dona ferentes», resumió en Twitter, recuperando una frase en latín de la Eneida de Virgilio: «Temo a los dánaos (griegos) incluso cuando traen regalos».

De otro lado, la moción de censura regaló al PP la ocasión perfecta para mostrarse como alternativa ajena a la antipolítica y al barro parlamentario. Los populares estuvieron tan cómodos como para que Alberto Núñez Feijóo ni siquiera apareciera por el Congreso y Gamarra rehusara utilizar su segundo turno tras una primera intervención redonda, recibida por los suyos con la sensación de que crece con cada debate. Durante el último día y medio, el desconcierto sobrevoló la bancada de Vox para terminar tornando en resignación ante el fallo estratégico. Más allá de lanzar unas cuantas verdades, el lúcido profesor no armó un discurso de candidato a presidente del Gobierno, fue ajeno a los ejes políticos sobre los que Vox ha pivotado en esta legislatura y ni siquiera trasladó el más mínimo entusiasmo sobre su propia candidatura a presidente del Ejecutivo. Si ya era difícil que los diputados del grupo de Abascal sintieran como suyo el discurso del profesor, fue imposible que lo hicieran con el cansado, a ratos agotado, tono de Tamames. El economista no rebatió a Sánchez y Díaz cuando manipularon cifras ni cuando utilizaron las pensiones como arma electoral. Su contestación a los grupos quedó limitada a un par de frases por portavoz y careció de ligazón. Para terminar, el candidato a presidente declinó realizar una intervención final cuando Meritxell Batet se la ofreció, pero la solicitó después para poner un broche final que no se esperaba en la bancada de Vox: acusar al Gobierno de llevar al país hacia las dos Españas del 36. Quizá por atisbar que la moción no acabaría precisamente bien el miércoles fue por lo que Abascal decidió ausentarse durante buena parte de la sesión del martes.

La decepción de los diputados de Vox con su candidato fue visible en la falta de espontaneidad de la mayoría de los aplausos, que se iniciaban abajo -los escaños de la dirección- y ascendían después hacia arriba. Todo lo contrario a lo que sucedió cuando intervino su portavoz, Iván Espinosa de los Monteros, con una alocución que revitalizó a su decaída bancada. La fotografía que se tomaron ayer los diputados de Vox una vez finalizada la moción, rodeando al profesor en medio del hemiciclo entre gritos de «¡Viva España!», no fue más que un intento de maquillar el desencanto interno.

Pese a todo ello, no hay que olvidar que el partido de Abascal está hecho a imagen y semejanza de su dirección y será difícil que este revés estratégico le pase factura a su presidente en cuanto a liderazgo interno. Pero, si a muchos de sus diputados les costó digerir lo que sucedió el martes y miércoles en el Congreso, más difícil puede resultarle a los votantes que se encuentran en la frontera entre Vox y PP. Gabriel Rufián, gran activo para la ultraderecha, advirtió a Abascal de que debe enmendar el camino y evitar futuras astracanadas si no quiere volver a beneficiar a los populares. De lo contrario, vino a advertir el portavoz de ERC, será Feijóo quien siga ganando cara de presidente.

 

 

Botón volver arriba