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La mala educación

La reciente visita de Petro a España ha dejado algunas declaraciones y acciones que no pueden ser definidas de otro modo que como mala educación. Mala educación es que te inviten a una cena oficial a Palacio, en la que se exige frac, y que te presentes con traje y corbata. Es más o menos como si a mí me invitaran a la Casa de Nariño y me presentara con pantaloncito corto, gorra de beisbolista y camisa que dijera “tonto el que lo lea”. No sería una opción política o ideológica para denunciar nada. Sería simplemente un acto de mala educación. Los invitados no imponen la etiqueta, se adaptan a la del anfitrión. Y, si no te gusta, no vayas.

Mala educación es, apenas un día antes de empezar la visita a España, referirse al país que te recibe como “yugo colonial y esclavista”. ¿Se imaginan ustedes a un presidente EE. UU. diciendo eso mismo a su llegada a Londres? ¿Es que los ingleses no fueron colonialistas y esclavistas? Quizá es que los presidentes de EE. UU. no suelen ser ni tan maleducados ni tan necesitados de remitirse a hace doscientos años para desviar la atención de los fracasos del presente.

Mala educación, pero no ya de la de formas y usos sociales, sino de la de falta de lecturas, es que te pregunten sobre el futuro y destino del galeón San José y expliques que “lo que queda es un tesoro” y a continuación desarrolles cómo repartirías el oro y la plata como si tú no fueras un presidente, sino Long John Silver, pirata de parche en el ojo, garfio y pata de palo, y lo que tienes hundido frente a Cartagena no fuera un yacimiento histórico cuyo destino es estar en un museo, potenciando y valorando la economía y la cultura de la Fantástica, sino un montón de billetes que pasar de una mesa a tu bolsa.

Mala educación es, en definitiva, lo que caracteriza a Petro. ¿Que qué más da? Bueno, no ayuda a la imagen de Colombia tener un presidente tan descaradamente populista y demagogo, un adalid de la mala educación que, y esto es lo terrible, no me creo que sea personalmente un maleducado, sino un político que, como ha llegado a la conclusión de que sus votantes son ignorantes y maleducados, está convencido de que les gustarán las groserías, zafiedades y estupideces por ramplonas que sean. Eso es lo triste, que con sus acciones Petro demuestra qué piensa de verdad de los colombianos. Y, a veces, son los pequeños detalles los que definen a la persona y anuncian qué estará dispuesto a hacer en el futuro.

 

*Universidad Autónoma de Barcelona.

 

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