Carmen Posadas: Hasta que se demuestre lo contrario
Según un reciente estudio del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de FAD, el antifeminismo y el negacionismo en violencia de género han aumentado entre los adolescentes varones en los últimos cinco años. Esta entidad, que desde hace años se ocupa de estudiar temas relacionados con los jóvenes, realizó diversas entrevistas a adolescentes entre 14 y 17 años, y las conclusiones a las que ha llegado son llamativas. A pesar de que la mayoría de los varones de ese rango de edad afirma identificarse con el movimiento feminista, cuando se afina más en las preguntas, acaban por decir que «el feminismo actual ha impuesto un pensamiento único que propicia que, en temas relacionados con la violencia de género, se haya perdido la presunción de inocencia, de modo que a los hombres se los considera culpables hasta que se demuestre lo contrario».
Curiosamente, las chicas están de acuerdo en esta apreciación, y perciben la desprotección jurídica de los hombres «como algo negativo no solo para ellos, sino también para las mujeres que sufren violencia de verdad». El estudio revela, asimismo, que los chicos tienen dificultades a la hora de identificar una situación de violencia de género y solo la reconocen en casos extremos, como violaciones o agresiones sexuales. En cambio, en casos de intensidad menor, esta se normaliza y no se considera importante. También señalan que tienen la sensación de «ser víctimas de un sistema que los cancela y de estar en situación de inferioridad frente a las mujeres». Para hablar de cifras, el 74,2 por ciento considera que la violencia de género es un problema social muy grave. Pero, frente a un 46,4 por ciento de los encuestados que se consideran feministas, un 41,8 por ciento confiesa no serlo. A la hora de apuntar cuáles pueden ser las causas de este fenómeno, la experta encargada de presentar el estudio argumenta que «mitos como las denuncias falsas, la mujer casta y respetable y el hombre conquistador empañan la percepción del adolescente y consiguen que el imaginario sobre la violencia de género esté lleno de confusión y negacionismo».
¿No será que el feminismo actual se ha pasado de frenada? ¿No será que en aras de corregir una injusticia se está produciendo otra?
Si quieren saber mi opinión al respecto, les diré que, amén de la responsabilidad que en esta percepción tienen las recientes leyes del Ministerio de Igualdad, amén también de que este fenómeno no es exclusivo de nuestro país, sino que ocurre en todas partes, existe un problema adicional: el hecho de que, una vez constatada la deriva, nadie –ni los medios de comunicación ni la sociedad ni, mucho menos, los políticos– intente averiguar verdaderamente por qué se está produciendo y lo atribuyan a causas simplistas. Como al machismo residual o a esos ‘mitos’ ancestrales apuntados por el estudio. Y sí: es obvio que no resulta fácil borrar de un día para otro milenios y milenios de heteropatriarcado (odio por cierto este palabro). Pero, aparte de resabios del pasado, creo que es fundamental intentar descifrar qué hace que, cinco años atrás, no existiera esta desafección con la causa feminista entre los chicos jóvenes y ahora sí.
¿No será que el feminismo actual se ha pasado de frenada? ¿No será que en aras de corregir una injusticia se está produciendo otra? El estudio, en sus conclusiones, constata que, en efecto, existe una resistencia de determinados sectores sociales –y yo añadiría también políticos– a realmente profundizar en los factores que causan y conducen a la violencia de género. Parece de sentido común, por tanto, que mientras no se haga un correcto diagnóstico de por qué va en aumento –mientras se siga achacando todo al machismo irredento, al pasado patriarcal y al sursuncorda– será difícil solucionar el problema. Hay quien aboga por ‘hacer pedagogía’, como ahora se dice, y reeducar al creciente número de adolescentes que se confiesa antifeminista. Pero no estaría de más prestar atención también a esa sensación, apuntada por todos los encuestados de desigualdad jurídica que hace que los hombres sean culpables hasta que se demuestre lo contrario. Dado que se trata de una percepción que traspasa fronteras y que crece de día en día engendrando más violencia, ¿no habría que buscarle solución? ¿O es que ahora que las mujeres marcamos la pauta vamos a incurrir en las mismas y lamentables e injustas actitudes del pasado con respecto al sexo contrario?