Democracia y Política

Sábado dramático para la izquierda

Solo la alegría de última hora en Barcelona pudo aliviar el dolor socialista, pero la realidad es que, también en la capital catalana, habrá alcalde del PSC gracias a los denostados votos del PP

Ayer no fue un ‘sábado negro’ para la democracia, sino para el PSOE y la izquierda en su conjunto, porque se produjo una transferencia masiva de poder municipal al Partido Popular, gracias a sus mayorías absolutas o relativas y a sus pactos con Vox y con partidos locales. Es cierto que la diferencia de votos entre el PSOE y el PP en las elecciones municipales pasadas no puede describirse como aplastante, pero sí fue bastante para oscilar hacia los populares el eje del poder político en España y abrir una tendencia que puede consumarse el 23J con una nueva mayoría en el Parlamento nacional.

Solo la alegría de última hora en Barcelona pudo aliviar el dolor socialista, pero la realidad es que, también en la capital catalana, habrá alcalde del PSC gracias a los denostados votos del PP, que logró, por un lado, frenar el asalto separatista al ayuntamiento barcelonés, y, por otro, dejar a Ada Colau fuera de la ecuación ganadora.

La pérdida de poder es el mayor fracaso para un partido político, cuya razón de ser únicamente está formada por la capacidad efectiva para aplicar su programa al mayor número de ciudadanos. Todo lo que no sea lograr este objetivo es fracasar. Más aún cuando quien pierde el contacto directo con el ciudadano a través del poder municipal es el partido que gobierna. Para el PSOE ayer fue un sábado dramático, porque agotó sus discursos de ‘líneas rojas’ y amenazas reaccionarias. Ya están formados los gobiernos municipales y el poder local es, en términos generales, de la derecha. Tras la fórmula novedosa de un gobierno con varias coaliciones –la de investidura con todos menos el PP, Vox y Ciudadanos, la de legislatura con Bildu y ERC y la de gobierno con Unidas Podemos–, ninguna de ellas ha funcionado para permitir a Pedro Sánchez revalidar su liderazgo transversal sobre las izquierdas de todo signo. Por el contrario, las alianzas del PSOE han entrado en crisis de difícil reversión antes del 23J. Bildu mejora su poder municipal gracias al saneamiento de su imagen hecho por el PSOE. ERC lo empeora y culpa de su acercamiento a los socialistas. Unidas Podemos entra en la marginalidad política y Yolanda Díaz ya no es la socia a la que espera Sánchez. El PSOE lo ha dejado claro: no votar a Sánchez es votar a PP y Vox.

Para la derecha también hay un escenario novedoso, porque los resultados apuntan a que PP y Vox darán otro vuelco al panorama político el 23J y aquí entrará la capacidad de Núñez Feijóo para gestionar ante la opinión pública sus pactos asimétricos con el partido de Santiago Abascal. Desde luego, sin caer en el complejo que busca imponerle la izquierda, experta ella en pactar con lo que en Europa estaría ilegalizado; pero sin aceptar el desahogo populista del discurso de Vox.

Por lo pronto, el PP ha dado al PSOE la alcaldía de Vitoria, sin nada a cambio y solo, nada menos, para evitar que Eh Bildu gobernara la capital vasca. La coherencia de los populares frente a Eh Bildu también ha agraciado al Partido Nacionalista Vasco, que consigue tres alcaldías por el voto del PP, como la emblemática de Durango. Si hubiera habido reciprocidad, la situación en Navarra habría sido más favorable al constitucionalismo, pero la actitud de los socialistas navarros ha sido desigual allí donde podría haber sumado sus votos a los de Unión del Pueblo Navarro como estrategia común de ambas formaciones. Pamplona se mantiene en manos de UPN, pero el avance de Eh Bildu es también significativo.

En definitiva, un ‘sábado azul’ que emplaza a los ciudadanos al 23J como la culminación de un proceso acelerado de cambio político en España.

 

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