Alarcón: La Primaria es el consenso
“Con el nombramiento de la Comisión de Postulaciones por la Asamblea Nacional, se plantea una carrera entre el oficialismo que necesita instalar y poner en funcionamiento un CNE a la medida y que esté listo para convocar una elección en cualquier momento de 2024; y una oposición que requiere tener un liderazgo legitimado y capaz de unir a la gran mayoría del país para derrotar al Gobierno, pese a su control del Estado incluido su órgano electoral. La Primaria es el consenso. Hagámosla realidad entre todos”.
Después de algún tiempo en terapia intensiva y con escasos signos vitales, la Primaria retoma fuerza en la opinión pública gracias a la maniobra gubernamental de “aceptar la renuncia” de todos los rectores principales y suplentes del Consejo Nacional Electoral (CNE), justo cuando la Comisión Nacional de Primaria (CNP) estaba esperando la respuesta a las últimas consultas realizadas para tomar una decisión que, hasta hace muy poco, se inclinaba hacia la realización de la Primaria con la cooperación del organismo electoral, si este aceptaba las condiciones mínimas planteadas sobre la protección de la identidad de los electores y la dirección del proceso por parte de la comisión.
Mucho se ha especulado, y se seguirá especulando, sobre las razones de esta “renuncia”, pero más allá de los motivos, que hasta el momento solo los “renunciantes” conocen, y del hecho conocido de que solo los rectores oficialistas han manifestado su “voluntad” de renunciar, mientras los no-oficialistas, o sea Enrique Márquez y Roberto Picón hacen silencio [a la fecha ambos rectores también renunciaron a sus cargos], la Asamblea Nacional ha decidido nombrar a la Comisión de Postulaciones que tendrá la tarea de sustituir a todos los rectores, principales y suplentes, del CNE, cuando apenas han transcurrido unos pocos meses desde su nombramiento por siete años.
Lo que importa ahora, más que especular sobre qué pasó o por qué pasó, son las consecuencias que, para las fuerzas democráticas, tiene la decisión tomada por la Asamblea Nacional de revocar a los rectores del CNE. Y la primera consecuencia fue, como era predecible, la necesidad de que la CNP decidiera entre abortar la Primaria, como lamentablemente sugiere Rafael Arráiz Lucca en el tuit en el que anuncia su renuncia a su condición de miembro suplente de la CNP; o continuar adelante con la organización de la Primaria sin depender de la cooperación del CNE. Afortunadamente, el sentido de trascendencia de una mayoría de los miembros de la CNP se impuso por la fuerza de los hechos y se decidió que la Primaria seguía su curso sin el CNE.
¿Era posible la Primaria con el CNE antes de la renuncia?
Cuando hablamos de la fuerza de los hechos, queda claro luego de lo sucedido, aunque algunos continúen insistiendo en lo contario e incluso renunciando a participar como candidato o para contribuir a su organización, que la Primaria solo sería posible sin el CNE.
Y es que después de 24 años, y sin necesidad de ser un analista demasiado agudo, las estrategias del Gobierno son tan predecibles que resultan lo suficientemente aburridas como para hacernos bostezar si no fuese por el hecho de que somos nosotros mismos, los ciudadanos, quienes pagamos las consecuencias finales de cada derrota que la oposición sufre en cada intento por reinstalar la democracia.
Para nadie es un secreto, como quedó demostrado con la renuncia orquestada con la Asamblea Nacional (AN), que el CNE no era ni será, mientras el oficialismo siga en el poder, un árbitro imparcial y autónomo, sino uno al servicio del poder cuya misión es legitimar al Gobierno al que se deben a través de los procesos electorales que organizan. Siendo así, es, en el mejor de los casos, ingenuo, pensar que el Gobierno hubiese permitido que el ente electoral pusiera sus recursos humanos y materiales para garantizar el éxito de la Primaria. Por el contrario, pudo haberle hecho más daño a la Primaria, e incluso haber agotado el tiempo útil para su realización, de haber mantenido al CNE involucrado en la Primaria mientras ralentizaba los acuerdos con la CNP y los tiempos para su ejecución. ¿Cometió entonces el Gobierno un error al forzar a la CNP a decidirse por la autogestión como consecuencia de la “renuncia” de sus rectores? Quizás…, o quizás lo que estamos viendo es el primer paso para constituir a tiempo un nuevo CNE, con un perfil más cercano al que presidió en su momento el actual Presidente de la Asamblea, Jorge Rodríguez, o por su sucesora, Tibisay Lucena, que es lo que el Gobierno necesita de cara a la elección presidencial de 2024 y las que le siguen en 2025.
Partiendo del hecho de que el Gobierno pudo haber impedido la Primaria manteniendo el actual CNE hasta cerca de la fecha de su realización, el 22 octubre. El haber adelantado la jugada puede tener varias explicaciones que no son mutuamente excluyentes: El Gobierno apuesta a que la CNP no podrá organizar la Primaria de manera exitosa sin la cooperación del CNE; necesita este nuevo CNE antes de finales de este año, por lo que requiere iniciar el proceso ya para tener un nuevo CNE instalado y funcionando para el último trimestre del año, lo que implica que la elección puede ocurrir en cualquier momento de 2024, dependiendo de lo que el Gobierno evalúe como conveniente dependiendo de la evolución de las candidaturas de la oposición.
¿Es posible una Primaria sin el CNE?
La apuesta del Gobierno, e incluso de algunos en la oposición que prefieren el consenso porque no pueden ganar la Primaria, es que la Primaria no se logre realizar sin el CNE. La realidad es que si queremos reinstalar una democracia en Venezuela la pregunta no es si es posible una Primaria sin el CNE. La Primaria sin el CNE tiene que ser posible porque si no somos capaces de organizar a la gran mayoría del país que reclama un cambio de gobierno para afrontar el reto de elegir, entre nosotros mismos, al liderazgo que apoyaremos para la elección presidencial de 2024, sin la ayuda de un CNE que es parte del Estado y responde a los lineamientos de quienes controlan el Gobierno, como acabamos de ver entre el jueves y viernes de la semana pasada, mucho menos seremos capaces de afrontar en 2024 a un autócrata que controla la totalidad del Estado, incluido el CNE.
Ninguna organización en Venezuela, por si sola, está en capacidad de organizar y ejecutar exitosamente la Primaria, pero, como quedo demostrado en la Primaria de 2012 y la Consulta de 2017, sí es posible construir una sinergia entre organizaciones nacionales, regionales y locales, incluyendo a todos aquellos ciudadanos que no se han rendido (ni se han acomodado), para construir una red descentralizada a la que se sume esa gran mayoría del país que reclama un cambio, convirtiendo a la Primaria en un gran movimiento nacional de resistencia civil, cuyo primer éxito será la unidad de la gran mayoría del país, gracias a la elección democrática de su propio liderazgo.
Aunque nada se ha dicho al respecto, mi opinión es que la fecha de celebración de la Primaria podría tener que revisarse, considerando que se perdió un tiempo importante intentando un acuerdo con el CNE, y que la autogestión necesitará reconsiderar y replantear algunos procesos, que no estarán libres de obstáculos, y la reorganización de una estructura descentralizada que asuma las tareas, no solo a nivel regional, con las juntas regionales ya constituidas, sino hasta el nivel local con la ayuda de una amplia red de ciudadanos voluntarios y comprometidos con logar el cambio.
Lo que no puede perderse de vista es que a partir del viernes pasado, con el nombramiento de la Comisión de Postulaciones por la Asamblea Nacional, se plantea una carrera entre el oficialismo que necesita instalar y poner en funcionamiento un CNE a la medida y que esté listo para convocar una elección en cualquier momento de 2024; y una oposición que requiere tener un liderazgo legitimado y capaz de unir a la gran mayoría del país para derrotar al Gobierno, pese a su control del Estado incluido su órgano electoral.
Ello implica que la reprogramación de una fecha para la elección del líder opositor, que podría ser necesaria, y que no puede postergarse mucho más allá de unas pocas semanas si queremos tener a tiempo un candidato legitimado por el consenso construido en un proceso en el que le hayamos dado a la mayoría de los venezolanos la posibilidad de expresarse, lo que hoy solo luce posible a través de la Primaria.
La Primaria es el consenso. Hagámosla realidad entre todos.