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María José Solano: Todos los caminos llevan a Roma

'Roma' había logrado cerrar el círculo de la memoria convirtiendo a aquellos personajes históricos en protagonistas de una de las series más inteligentes

Fotograma de la serie 'Roma'

El emperador se sentó a escribir. Estaba cansado, pero el sueño no contaba entre las bendiciones con las que los dioses lo habían coronado. Afuera de la tienda crepitaban las hogueras y el silencio era casi absoluto. El hombre inclinado sobre la mesa movía los labios mientras las palabras atravesaban el cálamo en un caudal de tinta interminable, como la sangre de los galos en el campo de batallas. Ocho años de guerra contra aquellos salvajes, la muerte de algunos de sus mejores hombres, la victoria cansada, la entrada triunfante en Roma, no eran más que el anhelado regreso a casa.

Nada de eso cabía en aquellos apuntes sobre la guerra de las Galias, pero acaso había logrado depositar en ellos un fragmento de inmortalidad como pago a tanta lealtad, a tanta valentía. Y de entre todos los valientes, uno: Tito Pullo, Centurión de la IX Legión, amigo inseparable de Lucio Voreno, con quien rivalizaba en coraje retándose ambos como muchachos en la palestra entre bromas, fraternidad y bravuconería, antes de entrar en combate. El alba daba paso a un nuevo día cuando el emperador dio por terminado el capítulo 44 del libro V «De Bello Gallico» mientras el campamento despertaba envuelto en voces extrañas: alguien proclamaba a gritos el robo del Águila Imperial.

Al otro lado del tiempo, en un arco interminable de casi veinte siglos, la magnífica serie ‘Roma’ había logrado cerrar el círculo de la memoria convirtiendo a aquellos personajes históricos en protagonistas de una de las series más inteligentes y mejor rodadas de las últimas décadas. Precisamente estando en Roma hace tan sólo unas semanas, abro un periódico y leo que el centurión Tito Pullo ha muerto. Y miren; ni la muerte política de Pedro Sánchez podría hacer sombra a ese hecho tan real, tan definitivo y tan mío.

Ray Stevenson era el actor de origen irlandés (guapo y fuerte como el hombre tranquilo de John Ford) que daba vida al legionario. Así que háganse un favor: vayan a Amazon, compren y vean las dos temporadas, y mientras ustedes disfrutan de la Historia y del cine de verdad y me lo agradecen, yo me vuelvo a Roma a encargar al maestro Sandro Fiorentini, marmoraro de Via Margutta, una placa con la inscripción «SALVE, RAY STEVENSON: HIC PUGNAS HIC CADES».

 

 

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