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Charlie Parker, el místico del saxofón

Adicto a la heroína y el alcohol, llevó el jazz a la categoría de sublime con grabaciones como los 'Complete Savoy Masters'

Charlie Parker, el músico que dio vuelta el jazz y se consumió en su propio fuego - Infobae

 

Charlie Parker murió en 1955. Su alma revivió cuatro años después en ‘El perseguidor’, el cuento de Julio Cortázar. El personaje del relato es un viejo saxofonista que sobrevive en una buhardilla de París con su amante con el juicio nublado por la marihuana y el alcohol. El escritor argentino bautizó a su criatura con el nombre de Johnny Carter, una ruina humana que no puede tocar porque ha perdido su saxofón. Carter es Parker y su desesperación y su locura son comunes a los dos.

Como Charlie Parker, el músico parisino creado por la imaginación del escritor argentino siente que el tiempo se contrae y se expande cuando sopla su instrumento y dice que tiene la sensación de subir muchos pisos en muy poco tiempo. El saxofonista de Kansas City, nacido en 1920, había cumplido 35 años cuando falleció tras una vida en la que tocó el cielo, pero también descendió al infierno.

Desde su primera juventud, Parker fue adicto a la heroína y eso le llevó a la tumba. Perdió el dinero que había ganado, le retiraron la licencia para tocar en Nueva York y se consideró culpable de la muerte de su hija por no haber podido pagar su tratamiento. No fue afortunado en amores ni tomó las decisiones correctas. Fue un hombre profundamente desarraigado con una capacidad sublime para sacar de su saxo alto una música que llegaba al alma. En realidad, aspiraba a la perfección en un mundo imperfecto.

No fue afortunado en amores ni tomó las decisiones correctas

Resulta difícil destacar alguna de sus memorables interpretaciones, pero yo me quedaría con las sesiones contenidas en el disco ‘Complete Savoy Masters’, grabadas desde septiembre de 1944 al otoño de 1948 en Nueva York y Hollywood. Hay una versión de Definitive Records de una duración de 130 minutos con los temas editados por el sello Savoy. Le acompañan músicos tan notables como Dizzy Gillespie, amigo hasta el final de su vida, Miles Davis, Max Roach y Bud Powell.

Las sesiones fueron interrumpidas en 1946 cuando Parker sufrió un infarto cerebral y tuvo que ser confinado durante seis meses en un hospital de Camarillo. El diagnóstico de los médicos no dejaba lugar a dudas: la heroína y el alcohol habían minado su resistencia física. A pesar de ello, recuperó su creatividad y vivió nueve años más. Al morir, parecía un anciano.

Las grabaciones de ‘Complete Savoy Masters’ son un momento clave de la historia del jazz porque Parker rompe con el swing y marcan el nacimiento del llamado ‘bebop’, basado en la improvisación, con ritmos más rápidos y armonías mucho más complejas que chocaban al oído de los aficionados clásicos, lejos de la tradición de las grandes bandas de los años 30.

Parker era una combinación de visionario y místico que quería crear un estilo propio y único en el jazz. Y a fe que lo logró con temas como ‘Love for sale’, ‘Embraceable you’, ‘If I should lose you’ o ‘Lover man’. Es imposible oír su música sin sentirse conmovido y gozar de la magia de sus acordes.

Fue un autodidacta que aprendió a tocar el saxo escuchando a Lester Young. Dejo muy pronto sus estudios para deambular por los clubes de su localidad natal hasta que decidió emigrar a Nueva York en 1939 al cumplir los 19 años. Allí se ganó la vida como lavaplatos. Acudía por las noches a escuchar al pianista Art Tatum y, pocos meses después, logró que le contrataran en una banda. Fue entonces cuando conoció a Dizzy Gillespie, con quien grabaría más tarde ‘Bird & Diz’ y que impulsó su carrera.

Desde 1940 a 1950 Parker disfrutó de la etapa más prolífica de su vida artística, realizando varias giras por Europa y firmando un contrato con Verve Records. A partir de 1951, sus problemas con la droga se agudizaron y destruyeron sus relaciones personales. Nadie quería contratarle y la salud le impedía tocar a su nivel, aunque nunca perdió la magia que contagiaba con su saxo.

Sin rumbo

Parker falleció el 12 de marzo de 1955 en la suite de un hotel de Nueva York, alquilada por una baronesa, mientras veía la televisión. Su cuerpo había dicho basta. Tuvo que ser nuevamente Dizzy Gillespie quien pagara sus funerales. Sus amigos de Harlem le hicieron un homenaje y sus restos, trasladados a Misuri por deseo de su madre.

Miles Davis evocó su figura en las calles de Nueva York cuando vagaba sin rumbo comiendo trozos de pollo, ciego por la heroína, con una botella de whisky en la mano. Intentaba ligar con una puta. Fue la última vez que lo vio vivo. Nos queda su música y su saxo. Parker es inmortal.

 

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