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Inquietud de Chile y Argentina por el acuerdo de defensa de Bolivia con Irán

El aislamiento boliviano empuja al Gobierno de Arce a mantener las mismas alianzas internacionales que su ahora enemigo Morales

     Militares inspeccionan drones durante un ejercicio militar en un lugar no revelado en IránAFP

 

Los gobiernos de Chile y Argentina, a través de sus ministros de Exteriores, han pedido información a Bolivia sobre el acuerdo de cooperación en defensa y seguridad firmado por este país e Irán el pasado 20 de julio en Teherán. El acuerdo contempla la posible compra de drones y lanchas, la reparación de aeronaves militares y mecanismos de seguridad cibernética, así como asistencia en la formación de cuadros militares, de acuerdo con lo explicado por el ministro de Defensa de Bolivia, Edmundo Novillo.

La falta inicial de información acerca de lo firmado motivó la inquietud de Chile y Argentina, que en cualquier caso confían en que no haya cláusulas reservadas que supongan un rearme boliviano, lo que constituiría una amenaza para sus países. Algún medio opositor boliviano ha indicado la posibilidad de que el trato también incluya la compra de misiles, pero Novillo negó esa opción. «Nuestro objetivo no ha sido conseguir misiles ni armas. Descarto total, categórica y absolutamente que hayamos solicitado ayuda bélica», declaró Novillo.

El ministro solo dio información al respecto cuando se supo, a través de la agencia de noticias oficial iraní, que había viajado a Teherán y había firmado el convenio con su homólogo de la República Islámica, Mohamed Reza Ashtiani. Al no darse publicidad al contenido del acuerdo, el canciller argentino, Santiago Cafiero, y el chileno, Alberto van Klaveren, escribieron al titular de Exteriores boliviano, Rogelio Mayta, solicitando más datos.

La sospecha sobre compra de misiles obedece a una larga polémica alimentada por el propio Gobierno del Movimiento al Socialismo (MAS), que lleva tiempo queriendo subsanar la destrucción de 37 misiles antiaéreos que se habían adquirido a China y que en 2005, el año anterior a la llegada al poder de Evo Morales, desaparecieron. Elementos del Ejército trasladaron esos misiles portátiles HN-5 a un depósito de armamento en El Alto para su desactivación bajo control de especialistas de Estados Unidos, que en realidad se los llevaron de Bolivia y solo los devolvieron tiempo después, ya inutilizados. A raíz de una causa abierta por la Procuraduría del Estado, en agosto de 2017 fueron condenados por el caso «Misiles chinos» ocho altos mandos y un exministro de Defensa a entre dos y tres años de prisión. En noviembre de ese mismo 2017 Bolivia anunció que había lanzado su primer misil de fabricación propia, elaborado por la Fábrica Nacional de Municiones. Desde entonces ha producido algunos misiles experimentales más, pero no los ha producido en serie ni incorporado a su arsenal, compuesto de unos 300 misiles tierra-aire de fabricación rusa y china.

En la lucha interna que vive el MAS –el sector que controla el expresidente Morales está enfrentado al sector gubernamental dirigido por el presidente Luis Arce– puede extrañar que este siga las mismas pautas exteriores que su antecesor, en lugar de intentar crearse un espacio propio. Sin embargo, Arce ha mantenido la misma orientación antiestadounidense que Morales, alimentado una relación especial con Rusia, China e Irán. A finales de 2022, a raíz de las protestas callejeras en Irán, el Gobierno de Arce llamó a su embajadora en Teherán para recriminarle unas declaraciones poco favorables al régimen islámico.

Precisamente, el ir del brazo de esos socios limita las posibilidades de Bolivia de tener una mayor cooperación con otras naciones. El punto del acuerdo firmado en Teherán relativo a la reparación de aeronaves militares indicaría la dificultad de las Fuerzas Armadas bolivianas de obtener piezas de recambio de los países que originalmente suministraron los equipos, que tienen una procedencia nacional variada; también indicaría lo inverso: la necesidad de Irán, constreñido por las sanciones internacionales, de obtener recambios. Ambos países buscarían apoyarse mutuamente.

Por otra parte, el mercado mundial de drones de vigilancia es hoy amplísimo. No es necesario recurrir a Irán, a no ser que expresamente se deseen estrechar relaciones con Teherán o que, al mismo tiempo, se estén buscando aparatos que puedan tener, al menos de modo optativo, un buen desempeño en funciones de ataque. El ministro Novillo ha insistido en que la posible compra de drones, que no estarían armados, sería únicamente para aumentar la vigilancia en las fronteras y lograr un mayor control del narcotráfico.

Desde Estados Unidos, el responsable de comunicaciones estratégicas de la Casa Blanca, John Kirby, expresó la «preocupación» de Washington por la compra de tecnología iraní y subrayó su potencial «desestabilizador» en la región. Pensando precisamente en el sector de los vehículos aéreos no tripulados, el ministro iraní de Defensa indicó que los países suramericanos «tienen un lugar especial en la política exterior y de defensa de Irán debido a ubicarse en una zona muy sensible».

Cualquier aumento de influencia de Irán en Sudamérica es especialmente controvertido en Argentina, donde más de cien personas murieron en los atentados de 1992 y 1994 contra entidades judías. Las investigaciones llevadas a cabo en su día indicaron que los ataques habían sido preparados por elementos de Hezbolá, con patrocinio y amparo directo de varias autoridades de Irán, sobre las que aún pesa una orden internacional de detención.

 

 

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