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Los separatistas no van a soltar la presa

Los independentistas saben que hay líneas rojas que ni siquiera la ambición de poder de Pedro Sánchez puede traspasar.

La constitución de las Cortes, con la que arranca la XV Legislatura, ha confirmado que las formaciones separatistas en el Congreso han apostado por una futura Presidencia del Gobierno débil, que jalone nuevos pasos hacia la desmembración territorial de España, no importa los términos bajo los que se quiera camuflar el proceso. No conviene dejarse cegar por las cortinas de humo de los portavoces nacionalistas, que anuncian nuevas demandas para asegurar la investidura del candidato socialista, porque, a efectos prácticos, sólo la debilidad parlamentaria de Pedro Sánchez se ajusta a sus fines y es difícil, una vez mordida la presa, que la dejen escapar.

Y no importa que el actual inquilino de La Moncloa, en funciones, no haya cumplido la totalidad de los acuerdos firmados en la anterior legislatura, porque a nadie se le escapa, mucho menos a los independentistas, que hay líneas rojas que ni siquiera la ambición de poder de Pedro Sánchez puede traspasar.

Nos aguarda, pues, un tiempo lleno de equívocos, con la oposición trasladando preocupantes señales de división en momentos claves, y los representantes socialistas tratando de reinterpretar el contenido de los acuerdos firmados con Junts y ERC, como el que se refiere a la promulgación de una ley de amnistía, problemática constitucionalmente, pero imprescindible para «desjudicializar el procés», a menos que se pretenda pasar sobre la independencia del Poder Judicial y transformar arbitrariamente las normas procedimentales de la aplicación de la Justicia.

Ciertamente, no han sido puestos sobre la mesa de esta primera negociación asuntos clave como el referéndum pactado de autodeterminación, un imposible en la actual redacción de la Constitución, que especifica que una consulta de ese tipo, transcendental para la soberanía nacional, debe extenderse al conjunto de los españoles, pero ya hemos escuchado hablar de «estado plurinacional» a los nacionalistas vascos y de la posición «irrenunciable» por el derecho de autodeterminación del partido que lidera el ex presidente de la Generalitat, fugado, Carles Puigdemont.

Respecto a otras demandas, como el uso de las lenguas cooficiales en el Parlamento, sin rebajar un ápice su trascendencia simbólica, sólo aportarán retrasos, dificultades técnicas y mayores gastos de dinero público en el funcionamiento de los órganos parlamentarios, por la necesidad de traducir intervenciones y documentos, incluso los de las comisiones, a otras lenguas. En definitiva, que cada vez está más cerca la investidura de Pedro Sánchez. La duda está en conocer hasta dónde creen los separatismos que se puede estirar la cuerda antes de romperla. Porque una repetición electoral, con sus opciones cada vez más reducidas, es lo último que conviene a Puigdemont y demás compañeros de aventura.

 

 

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