DictaduraEconomía

Ni cash ni libertad: la ruta de la bancarización en Cuba

Dejar sin finanzas a sus adversarios, declarados o potenciales, no es una acción nueva del castrocomunismo

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(Foto: Diario de Cuba)

 

LAS TUNAS, Cuba. — La “bancarización” (o el dinero en depósito en los bancos para hacer su uso mediante medios electrónicos del mismo modo que antaño fue mediante cheques) trae a los cubanos de hoy alertas, como ojos avizores tuvieron sus compatriotas de otras generaciones cuando, temprano en el mismo año 1959, el régimen promulgó leyes, decretos y resoluciones para limitar el poder financiero de los cubanos, como mismo hace por estos días, aunque ahora valiéndose de las nuevas tecnologías y las nuevas formas del dinero (o de administrar el dinero), que permiten un control absoluto de los capitales y de todos los movimientos del dinero.

Las suspicacias tienen lugar porque sí, al comercio que consiste en el giro, cambio y descuento de valores, así como también la compra y venta de efectos públicos, lo llamamos banca. Y de antiguo se dice que el influjo abusivo de la banca constituye bancocracia. En un país donde los bancos son de propiedad estatal, y en lugar de una aristocracia tradicional tenemos una partidocracia, entonces cabe decir que la influencia abusiva de la banca (entiéndase: de la bancocracia que ha hecho una sociedad sin efectivo del pueblo cubano) es otra maniobra de la partidocracia del PCC por razones políticas más que económicas.

Como sabemos, una sociedad sin efectivo es en la que se ha abolido, prohibido o restringido el uso del papel moneda en todos los pagos, ya sean personales, comerciales o financieros, sustituyéndolos, exclusivamente, por medio de pago o transacciones electrónicas u otras. El término “sociedad sin efectivo” es relativamente reciente en cuanto a los conceptos de los medios de pago virtuales, pero el concepto se pierde en el tiempo cuando de lo que se trata es de hacer inoperante a una persona, una empresa, un gremio o a una sociedad toda. Y este es el caso de los dineros en los bancos comunistas.

Los comunistas castristasaunque con diferentes nombres —primero se hicieron llamar Movimiento 26 de Julio, luego ORI (Organizaciones Revolucionarias Integradas) y más tarde PURSC (Partido Unido de la Revolución Socialista de Cuba), hasta llegar al actual PCC, a las órdenes de los hermanos Fidel y Raúl Castro— siempre apreciaron lo que para sus fines de poder vitalicio enmascarado como “dictadura del proletariado”  era —y es hoy— una situación operativa adversa: el dinero significa poder económico y el poder económico puede transformarse en poder político. Así, en fecha tan anticipada como fue el 7 de abril de 1959, fue promulgada la Ley No. 210 que dispuso la caducidad de los billetes de 1000 y de 500 pesos para su canje, y el 19 de junio del propio año, la Ley No. 412 dispuso el traspaso al Banco Nacional de Cuba del importe de los billetes de 1000 y de 500 pesos no canjeados. Supondrán los lectores cuántos billetes de esas denominaciones se mantenían ocultos dentro de Cuba por personas que ya habían salido del país o se encontraban en la clandestinidad luchando contra el castrismo. Pero el colofón de esas maniobras “bancarias” de la partidocracia castrocomunista ocurrió la mañana del 4 de agosto de 1961, cuando los cubanos se enteraron que, mediante la Ley No. 963, se producía el canje de la moneda, con todas las consecuencias que trajo para no pocos cubanos. Todavía hoy aparecen paquetes de viejos e inútiles billetes en sitios insospechados.

Si la bancarización (entiéndase: los depósitos y los medios de pagos mediante las nuevas tecnologías) en el mundo democrático es sinónimo de modernidad, confort y seguridad para las personas y para su dinero, en Cuba los bancos y el Estado son símiles de acechanzas. Dejar sin finanzas a sus adversarios, declarados o potenciales, no es una acción nueva del castrocomunismo. Ocurrió de forma masiva entre 1959 y 1961, en los inicios de una guerra civil que se prolongaría hasta 1965, y ha venido ocurriendo sistemáticamente desde entonces hasta hoy, no con personas en confrontación política abierta, sino porque con sus negocios, sus modos de vida y de obrar, socavan los cimientos de la dictadura, sólidamente asentada en la pobreza de los cubanos.

 

Alberto Méndez Castelló (Puerto Padre, Oriente, Cuba 1956) Licenciado en Derecho y en Ciencias penales, graduado de nivel superior en Dirección Operativa. Aunque oficial del Ministerio del Interior desde muy joven, incongruencias profesionales con su pensamiento ético le hicieron abandonar por decisión propia esa institución en 1989 para dedicarse a la agricultura, la literatura y el periodismo. Nominado al Premio de Novela “Plaza Mayor 2003” en San Juan Puerto Rico, y al Internacional de Cuentos “ Max Aub 2006” en Valencia, España. Su novela «Bucaneros» puede encontrarse en Amazon.

 

 

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