El sueño de Martin Luther King sigue sin cumplirse 60 años después
«I have a dream». Hoy se cumplen seis décadas de la Marcha sobre Washington por el trabajo y la libertad, cuando el activista por los derechos civiles pronunció su histórico discurso
–
Uno de los lugares más fotografiados, palpados, pisados por los turistas en la capital de Estados Unidos es una baldosa de granito en lo alto de la escalinata delantera del monumento a Lincoln desde la cual se observan a la perfección el obelisco a Washington y el Capitolio. Es el punto exacto desde el que hace este lunes 60 años el reverendo Martin Luther King pronunció un discurso que sacudió a la nación, con una frase citada con los años hasta a extenuación, lema en postales, libros, canciones y camisetas. En esa baldosa está reproducido el lema: ‘I have a dream’, «tengo un sueño».
King es hoy saludado como uno de los titanes de la primera democracia moderna, y tiene desde 2011 su propia escultura en el sacrosanto National Mall, el panteón de la patria estadounidense, donde los demás homenajeados son solo presidentes —Washington, Lincoln, Jefferson— o soldados caídos por la patria. La esclavitud es en 2023 cosa de libros de historia; la segregación acabó formalmente; la nación ha tenido un presidente —Barack Obama— y una vicepresidenta —Kamala Harris— afroamericanos, y un 11,5% del total de diputados y senadores en el Capitolio son de raza negra, un porcentaje en consonancia de la población estadounidense al que representan, el 12%.
Las heridas raciales, sin embargo, están muy lejos de haber cicatrizado. El sueño de King era el final del racismo, de la segregación y la discriminación; la igualdad, en suma, de todos los ciudadanos, independientemente de su raza. Según dijo en aquel discurso, el reverendo soñaba con un futuro en que sus hijos vivieran en una nación donde serían «juzgados no por el color de su piel sino por el contenido de su carácter».
Esos hijos no creen haber llegado a ese punto. «Si mi padre estuviera aquí, las cosas serían muy diferentes, esta nación no estaría tan dividida», según uno de sus hijos, Martin Luther King III. «Si de repente él apareciera aquí, estaría muy contrariado por la forma en la que nuestra nación ha decidido comportarse, y nos desafiaría para elevarnos un poco más».
King hijo es uno de los activistas que ha descendido sobre Washington durante los actos de este 60 aniversario, que comenzaron el sábado y culminan este lunes con reuniones con el gobierno federal. A las decenas de miles de personas congregadas ante el mismo lugar en que su padre soñó con un futuro distinto, el hijo les dijo el sábado que aquel sueño no se ha cumplido, que queda mucho camino por andar.
Hace apenas tres años ese mismo monumento a Lincoln quedó rodeado por soldados de la Guardia Nacional, apostados por Donald Trump para impedir que la protesta racial por el homicidio de George Floyd llegara hasta este mismo lugar que conmemora al presidente que en 1863 acabó con la esclavitud. En 2020, Washington ardía, asolado por incendios y saqueos, como buena parte del resto de la nación. La alcaldesa demócrata de la capital hizo pintar el nuevo lema de la protesta racial ante la Casa Blanca: «black lives matters», «las vidas negras importan». Era una demostración en sí misma de que aquel sueño del reverendo King quedó en eso, un sueño.
Los participantes en los actos de conmemoración de este año, comandados por el reverendo Al Sharpton, detallan cómo aquel sueño de King se truncó. Aunque la segregación es hoy ilegal, los afroamericanos se enfrentan a tasas muy altas de encarcelamiento y sentencias severas; sufren proporcionalmente más episodios de brutalidad policial, y registran niveles de ingresos más bajos que otras razas, así como menos oportunidades laborales y dificultad a educación y sanidad de calidad en sus comunidades. Un ejemplo: el desempleo de la población blanca roza hoy el 3% mientras el de los negros casi alcanza el 6%, el doble.
«Hace sesenta años, Martin Luther King dijo tener un sueño. Sesenta años después, seguimos siendo soñadores»
Según Sharpton, hay un motivo para la perpetuación de estas desigualdades: la politización de las políticas sociales. En concreto, desde su punto de vista, la decisión de no pocos políticos republicanos de combatir medidas de izquierda destinadas a elevar a los grupos minoritarios. Estas, afirman, están asociadas a políticas feministas, LGTB, ecologistas y demás.
Según dijo Sharpton en un encendido discurso este sábado, aquel sueño de King se ampliaría hoy a la defensa del aborto, por ejemplo. «Hace sesenta años, Martin Luther King dijo tener un sueño. Sesenta años después, seguimos siendo soñadores. El problema es que estamos enfrentando a los maquinadores. Los soñadores estamos luchando por el derecho de todos al voto. Los maquinadores están cambiando las regulaciones electorales en los estados para restringirlo. Los soñadores estaños defendiendo el derecho de las mujeres a elegir [sobre el aborto]. Los maquinadores están discutiendo si van a hacer que lo pierdan a las seis semanas [de gestación]».
La ampliación de la agenda social por parte de estos activistas ha creado una división que ha mantenido al grueso de los republicanos al margen de estas celebraciones. Como presidente, Trump fue acusado por sus detractores de racista aunque él siempre negó ese extremo, y hoy sigue siendo el favorito a ganar las primarias para las elecciones del año que viene. Uno de los candidatos que le hace tímidamente sombra es Tim Scott, el único republicano de raza negra en el Senado, en representación de Carolina del Sur. Su campaña mantiene que un nuevo presidente afroamericano, republicano para más señas, sería un paso decisivo hacia adelante en la consecución de ese sueño que tuvo King hace 60 años.
Mientras se dirime la suerte de 2024, el presidente Biden y la vicepresidenta Harris abren este lunes las puertas de la Casa Blanca a los hijos del reverendo King, que fue asesinado cuatro años después de aquel recordado discurso. De momento, el interés en la Capital en esta conmemoración no ha sido el esperado. A la marcha original de 1963 acudieron 250.000 personas. En los actos del sábado se esperaba a 75.000, pero según las mediciones de la prensa local no se alcanzaron los 50.000.