El camino de África
Por allá, por los años 90´s, me convertí en aficionado a los libros de viaje, muy especialmente a los libros escritos por un gran escritor español de libros de viaje, Javier Reverte, quien falleció recientemente.
En sus tres libros referidos a África: El sueño de África, trilogía de África y Vagabundo en África, muestra, con gran claridad, lo que fue y lo que es ese continente en la actualidad: una gran parte de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, emergencia climática, fuertes sequías e inundaciones devastadoras, un capital humano limitado, la discriminación y la desigualdad continúan arraigadas en la cultura de ese continente y como para adornar el pastel antes descrito, los países se encuentran asediados por guerras intestinas, en una lucha sin fin por el poder.
Pero además a esa lista habría que agregarle que, en los actuales momentos, se encuentra envuelta en una pugna por la sustitución de la influencia de occidente, por la de China y Rusia que desde ya muestran una creciente presencia en toda África.
Ese ambiente de crisis no es nuevo, es parte de la historia de ese continente y que los africanos han llevado a cuestas, con un alto costo en vidas humanas.
Como muestra, hace unas pocas semanas se produjo un golpe de estado en Gabón, militares rebeldes depusieron al presidente Ali Bongo, representante de una familia que gobierna el país desde hace 58 años. Es decir depusieron al heredero de una empresa llamada GOBIERNO.
Con ese golpe de estado, África habría sufrido 8 rebeliones militares exitosas en cuatro años: Mali, Chad, Guinea, Sudán, Burkina Faso, Níger y Gabón. Es lo que muchos expertos denominan una auténtica “epidemia por contagio” de golpes de Estado, en los que los militares se atrincheran en el poder, ya sea para derrocar a un presidente que reprime las libertades o se quiere eternizar en el cargo, o para reconducir las políticas de un país amenazado por el avance yihadista o por mera ambición. Lo cierto es que la intromisión de militares, en la política, aumenta en África a unos niveles que no se recordaban desde la época de los levantamientos militares, entre los años sesenta y ochenta.
Pero ¿quién comandó ese golpe de Estado en Gabón?, el General Brice Oligui Nguema, primo del presidente Bongo, lo cual ha generado no pocas dudas a nivel internacional, sobre si realmente dio el golpe de estado por el fraude electoral cometido por su primo, o por asegurar la permanencia en el poder de la familia, por muchos años más.
El presidente de Camerún, Paul Biya, quien permanece en el cargo desde hace cuatro décadas, que a sus 90 años es el presidente más longevo del mundo, y quien anunció recientemente una reorganización de la cúpula militar de su país para evitar que le den un golpe de estado. Lo mismo hizo Paul Kagame de Ruanda, quien gobierna ese país desde el año 2000, por solo nombrar unos pocos. Con o sin golpes de estado, África está condenada al mismo escenario por mucho más tiempo.
Pero ¿por qué sucede esto?
Existen varias razones del porqué esta situación se produce en ese continente.
La primera, nos la cuenta la historia. La ocupación europea en África no dejó un buen legado político, en términos de conformación del Estado Nación, tal y como se concibe, al menos, teóricamente. A la salida de los europeos, dejaron el poder político en manos de tribus que les eran más o menos leales o afectos a la cultura europea, mientras permanecía intacta la cultura tribal, que ha continuado siendo fundamental en la organización institucional de los 54 países africanos, que, además, hablan más de 1500 lenguas y dialectos y con culturas diferenciadas, las unas de las otras.
Lo anterior es un elemento fundamental en la política africana y es que hoy septiembre 2023, se pueden encontrar países que cuyos gobiernos, en busca de paz social o de estabilidad política, distribuyen los altos cargos gubernamentales entre las tribus importantes del país, por supuesto eso genera disconformidad porque esas autoridades benefician a los miembros de la tribu correspondiente.
El Presidente de Nigeria, Bola Ahmed Tinubu, considerado uno de los pocos que respeta el sistema democrático y que preside la CEDEAO (Comunidad Económica de Estados de África Occidental), declaro: “con lo de Gabón se confirma mi temor de que esto se convierta en una sucesión de golpes, porque los militares creen que pueden gobernar a sus países mejor que los civiles. Esperemos que esto se detenga aquí”.
Si bien es cierto que hay diferencias entre los países afectados por los diversos golpes de Estado, también lo es que en principio comparten un denominador común, el sentimiento antieuropeo y antifrancés en particular, que impulsa el rechazo del statu quo político sea cual fuese. En todos los países de la región que han experimentado estas recientes tomas de poder antidemocráticas, Francia ha sido su antigua potencia colonial.
Las juntas militares que derrocaron a los regímenes anteriores están utilizando como arma, ese resentimiento por el legado imperial de Francia, para el beneficio de países como Rusia y China, que se han posicionado como adversario de Occidente y aliados de los países africanos anteriormente colonizados, utilizando como atractivo el apoyo financiero, tecnológico y de suministro de alimentos a los nuevos regímenes.
En opinión del analista político africano Leonard Mbulle-Nziege, “mucha gente ansiaba ver el fin de la dinastía Bongo” «Gabón es lo que se llamaría un régimen autoritario electoral. Pese a que se llevan a cabo elecciones con varios partidos de forma regular, las instituciones democráticas, en particular la Justicia, fueron socavadas por la ley, no escrita, impuesta por la familia Bongo«.
Para Europa en general, el hecho de que se realicen elecciones, en cualquier país, es suficiente como para otorgarle la denominación de origen de país democrático, sin considerar la práctica democrática como prueba de la existencia de ese sistema político. Un ejemplo de ello lo tenemos en Cuba, para los europeos en general y España en particular, en Cuba se ejerce la democracia por el solo hecho de haber convocado a elecciones para elegir a Miguel Díaz-Canel como presidente de ese país, sin tomar en cuenta que fue el único candidato que participó. Bueno, es cuestión de percepciones.
Por lo que no es extraño que en África exista tanta inestabilidad política. Creo que no es necesario destacar que Francia apoyó a la familia Bongo durante los 58 años que se ha mantenido en el poder.
La segunda se encuentra, en la ambigüedad de la sociedad africana. El comportamiento de las élites africanas sugiere que el resentimiento hacia Occidente es a menudo más táctico de lo que realmente se siente, una herramienta útil para conseguir apoyo político, pero no un indicador de que exista un deseo real de renunciar a los beneficios de las buenas relaciones con Europa y Estados Unidos.
Ello se evidencia en la cantidad de africanos que siguen acudiendo en masa a las universidades de Occidente cada año. Lo mismo sucede con la élite política, que se jacta de enviar a sus hijos a costosas instituciones educativas en los países occidentales, visitan hospitales en esos países y presiden organismos que dependen de una importante ayuda occidental para satisfacer las necesidades básicas.
Al mismo tiempo, los africanos pobres también continúan emigrando a Occidente y en grandes cantidades, a menudo asumiendo enormes riesgos para hacerlo. Según la Agencia de la ONU para los Refugiados, más de 2.000 migrantes africanos murieron o desaparecieron en el Mediterráneo en 2022. Es difícil imaginar un símbolo más potente para África que el continuo atractivo por Occidente. Lo que significa que debajo del sentimiento antioccidental que recorre África de lado a lado, se esconden actitudes más ambivalentes e incluso una atracción duradera hacia Occidente.
No se puede olvidar que ese sentimiento anticolonial, se ha venido fortaleciendo entre la élite intelectual y política africana. Este sentimiento abriga la idea de que los países anteriormente colonizados por Europa siguen esclavos del conocimiento y de las ideas occidentales, cuyo resultado es que los países africanos teóricamente independientes, en realidad tienen poco o nada. Por lo que consideran que la solución es que las ex colonias renuncien a las filosofías y marcos occidentales en favor del conocimiento ancestral africano.
Pero ¿Quién será el próximo en caer?, es la pregunta que recorre África desde el derrocamiento de a Ali Bongo en Gabón. El historiador marfileño Dagauh Komenan señaló: “Uno de los grandes problemas de muchos sistemas políticos africanos es que no cuentan con mecanismos para frenar a un presidente que se pasa de la raya”. “Los parlamentos son muy débiles y el poder judicial está sometido a la arbitrariedad de un jefe de Estado que designa a sus miembros, pero que en realidad lo utiliza para eliminar a los opositores y para manipular las elecciones a su favor. En ese marco, el ejército queda como el único componente del aparato del Estado que puede destituir a un presidente”.
Un caso con enormes similitudes con el de Gabón es Togo. Al igual que los Bongo, la familia Gnassingbé gobierna en ese país desde 1967, primero con el general Ayeadme, quien dio un golpe de Estado para llegar al poder y, a partir de 2005, la presidencia la ejerce su hijo Fauré Gnassingbé, que es reelegido una y otra vez. La oposición es reprimida con dureza y la gran interrogante gira en torno al papel del ejército.
Y es que sin contrapesos constitucionales, con un poder omnímodo en sus manos, hasta los presidentes de los países con democracias un poco más sólidas se sienten llamados por la tentación de eternizarse en el poder o de modificar las reglas del juego para mantener su influencia más allá de sus mandatos, usando la represión policial para disuadir toda manifestación en contra. La vista ahora se encuentra sobre lo que podría suceder en el futuro próximo en Senegal, Costa de Marfil, Congo Brazzaville y Eritrea.
Hasta ahora, las relaciones de África han estado muy centradas en Occidente, con unas élites muy conectadas con Francia y Estados Unidos, pero ahora existen alternativas a occidente, representadas en China con su poder económico y Rusia con su poder militar. Esperaremos y veremos.
Luis Velásquez
Embajador