Ética y MoralPolítica

La hipoteca inversa del PSOE

Sedición, malversación y amnistía son las cargas que asumirá el socialismo cuando Sánchez desaparezca

Quien no tiene nada que perder siempre parece valiente. Por eso, en los partidos políticos y en tantos lugares de jerarquía, muchas veces son las viejas glorias las que se atreven a correr algún riesgo. Así fue durante la última semana, cuando algunos socialistas alertaron de que conceder la amnistía a Puigdemont y a los condenados por el ‘procés’ equivaldría a liquidar el pacto de la Transición. La veteranía de gran parte de ellos (Felipe González, Alfonso Guerra, Nicolás Redondo, Joaquín Almunia, Ramón Jáuregui…) ha hecho que personas como Maruja Torres, ella misma con 80 años, invalidara esas opiniones llamándoles «momias». Quienes circunscriben la crítica a estos socialistas clásicos eluden que hasta once ministros de Sánchez (algunos de ellos todavía en el cargo, o en la segunda etapa de la formidable transustanciación que les hace pasar sin rubor de ministros a magistrados del TC, como Juan Carlos Campo), once ministros digo, se han pronunciado subrayando la inconstitucionalidad de la operación.

Sin embargo, el debate de la constitucionalidad es baldío por tres motivos: porque la mera legalidad de un hecho no expresa nada de su justicia o idoneidad democrática; porque en España la constitucionalidad de una norma no la determina la letra de la CE sino la interpretación que de ella haga un órgano político como el TC; y porque no es lo mismo constitución que ley constitucional. La amnistía lo que dinamita es la confianza entre españoles y el asiento emocional que hizo posible el pacto, no sólo su estricta literalidad. Pero esta amnistía, además, transformaría de forma irreversible al PSOE, que dejaría de ser uno de los agentes fundamentales del acuerdo de convivencia del 78. Que al Partido Socialista le vaya mal a medio o largo plazo es una buena noticia para el PP, pero que corra el riesgo de desaparecer o de convertirse en otra cosa es una pésima noticia para España.

El PSOE no morirá súbitamente porque el régimen excepcional y personalista de Pedro Sánchez lo mantendrá con vida, pero ha entrado ya en el marco de una hipoteca inversa. Del mismo modo que hay ancianos que hipotecan su vivienda para recibir una renta durante sus últimos años de vida, el PSOE está hipotecando su patrimonio político y moral para garantizar un minuto más de bienestar al sanchismo. Sedición, malversación y amnistía, son algunas de las cargas irreversibles que tendrá que asumir el socialismo el día que Sánchez desaparezca. Y ese día, más tarde o más temprano, llegará. Será entonces cuando se constate cuánto costó la fiesta. Desmantelar el PSOE para dar inicio a una frágil investidura es un precio absurdamente alto, pero perfectamente asumible para quien sabe que no será él quien tendrá que pagarlo. Aunque no descarten un último cambio de guion: si las encuestas son favorables al PSOE, habrá elecciones.

 

 

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