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Allende, Pinochet, Boric y la sociedad chilena

 

No resulta fácil escribir un artículo referente a los últimos 50 años de la historia de Chile, y eso se debe a que esa historia está cargada de emociones negativas y emociones positivas. Y es que hace medio siglo un bombardeo militar al palacio presidencial de la Moneda dio al traste con una democracia incipiente y mal concebida, presidida por Salvador Allende, dando paso a una de las dictaduras más crueles que se haya visto en América del Sur, dirigida por el General Augusto Pinochet.

En mi opinión la llegada al poder de Salvador Allende marcó un antes y un después en el desarrollo político, económico y social de Chile. Fue el romanticismo de la revolución castrista traída de la mano de Allende y empotrada, en ese país, como una ILUSIÓN DE ARMONíA que no cuajó, porque no toda la sociedad estaba, en ese entonces, muy de acuerdo con la instauración de un régimen similar al cubano en Chile. Al igual que hoy en día, más del 60% de la población se opone a ello. 

Hay que recordar, que en los 3 años de gobierno de Allende, se estatizó el 70% de las más importantes empresas del país, se cerraron o controlaron medios comunicación, hubo racionamientos de alimentos por la Junta de Abastecimiento y Control de Precios (JAP), inflación superior al 300%, 3 de cada 10 familias no contaban con agua potable. Casi que diría que esa es la historia actual de Venezuela; la diferencia radica en que en Venezuela solo tienen acceso, al agua, menos del 2% de la población y no se puede contar, diariamente, con electricidad y eso es en todo el país. Antes del socialismo del siglo XXI, el país funcionaba bien.

Es importante indicar que más del 50 por ciento de la población no quería un proceso socializante ni comunista para Chile. Una prueba de ello es  que en la elección presidencial de 1970, Allende ganó con el 36,4% de los votos, y él mismo habría reconocido ante la intelectualidad chilena que él no era el Presidente de todos los chilenos

Ante ese descalabro socialista, los chilenos crearon, en ese momento, una singular manera de protestar diariamente: LOS CACEROLAZOS, para mostrar el descontento para con las gestión socialista del gobierno. Arma utilizada por los venezolanos con el mismo objetivo. 

Pero, eso no era excusa suficiente para que un gorila vestido con uniforme verde se hiciera del poder de la manera en que lo hizo, y desarrollara toda una política de exterminio de todo aquello que tuviera algún vestigio de desacuerdo con las torturas, los juicios sumarios, fusilamientos etc. etc. Bueno, todavía en el 2023, Cuba continúa con esta práctica.

No obstante lo anterior, tampoco se puede desconocer, a pesar del dolor por tantas pérdidas humanas, que después de 50 años Chile cambio radicalmente y a la salida, por vías democráticas del GORILA que manejaba el poder, le sucedieron gobiernos de derecha y de izquierda que llevaron a Chile a la modernidad, utilizando para ello la plataforma liberal que dejó Pinochet en el país.

Fue un gran esfuerzo de las fuerzas democráticas al lograr organizarse en torno a un único objetivo: LA LIBERACION DE CHILE, y se logró. Algo no muy común en estos tiempos aciagos que en algunos países, sus lideres, todavía creen en el romanticismo cubano.

Ese esfuerzo logro resultados como convertir a Chile en el país con el mayor índice de desarrollo humano de la región, manteniéndose en la categoría de países de desarrollo humano «muy alto», seguido por Argentina, Uruguay y Costa Rica.

A pesar de que han transcurrido 33 años desde el retorno a la democracia, y de que se ha reconstruido el país y sus instituciones democráticas, con el esfuerzo de todos los sectores políticos, no existe consenso entre los ciudadanos en condenar el quiebre democrático de hace medio siglo. Y es que todavía hay un sector importante de la población que sigue reivindicando el golpe de Estado de 1973, es, el 44% de la población que votó por el Sí a Augusto Pinochet en el plebiscito de 1988, y se podría decir que en el 2021, se repite la misma situación cuando José Antonio Kast, representante de la extrema derecha de ese país obtuvo, en la segunda vuelta presidencial de 2021, el 44% de los votos de quienes dicen que el golpe era necesario o que se justificaba.

No se puede ignorar la injerencia del gobierno de Richard Nixon en el derrumbe de Salvador Allende, no es una novedad, ya que Estados Unidos desclasificó los documentos que corroboran y prueban esa injerencia. Lo único que no hizo, fue enviar soldados para invadir Chile, como fue el caso de la Unión Soviética y el Pacto de Varsovia con Checoslovaquia en 1968. 

Y es que el desarrollo de los eventos se llevó a cabo en un momento crucial de la guerra fría y seguramente se consideró que tener en el patio trasero un gobierno socialista muy ligado a Cuba y a la Unión Soviética era sensible a la seguridad nacional de Estados Unidos. Comparado con el siglo XXI, Cuba, China y Rusia se pasean a su antojo por America Latina, dejando su influencia muy marcada sin que nadie se inmute. Los tiempos cambian.  

Tengo la impresión de que Chile afronta los 50 años del golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, en un escenario de fractura política. El presidente, Gabriel Boric, al frente de un Gobierno integrado por una generación de dirigentes jóvenes, forjados al calor de las revueltas callejeras del 2019, no ha logrado sumar a su mensaje de concordia a los partidos de derecha. De hecho creo que esas revueltas callejeras tuvieron más que ver, en primer lugar, con el pedido de una nueva constitución que borrara definitivamente el recuerdo de Pinochet y, en segundo lugar, que esa nueva carta magna, asegurara un Estado de Bienestar acorde con el avance económico de Chile, que a problemas fundamentalmente ideológicos.

Eso fue lo que catapultó al sr. Boric a alcanzar la presidencia, de manos de lo que se llama la nueva izquierda chilena. 

Sin embargo, ni el Presidente Boric ni su equipo han sabido o no han podido encontrar el consenso necesario para poder seguir avanzando. Pareciera que Chile continuara partido entre la condena a la barbarie pinochetista o su aprobación, pero la fractura va más allá y puede tener efectos graves, un ejemplo de ello es que el texto constitucional avalado por el Ejecutivo en el primer intento de reforma fue derrotado en las urnas, por ser considerado como demasiado inclinado hacia la izquierda. Las discusiones por un segundo texto están igualmente influenciadas, esta vez, por el protagonismo de la derecha, en el proceso. 

Un dato importante sobre lo que está sucediendo en ese país, es que en el último sondeo de opinión realizado por la encuestadora chilena Cadem, en agosto del corriente año 2023, muestra que el 65% de la sociedad rechaza la gestión del jefe de Estado, lo apoya solo el 28%, lo cual no ayuda mucho en una negociación política para el establecimiento de consensos políticos.

Si el gobierno no establece los equilibrios necesarios y en un nuevo referéndum aprobatorio se produce otra derrota, se abriría la puerta a una crisis de grandes proporciones.

En tal sentido, durante el homenaje realizado por el aniversario del golpe de estado de 1973, el presidente de Chile, Gabriel Boric, y los cuatro exmandatarios vivos Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000), Ricardo Lagos (2000-2006), Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018), y Sebastián Piñera (2010-2014 y 2018-2022), firmaron un documento titulado: COMPROMISO POR LA DEMOCRACIA, en donde se comprometen a cuidar y defender la democracia. No es una mala iniciativa, pero más simbólica que otra cosa, porque los firmantes están claros que ellos arribaron al poder por la vía democrática y nunca van a aceptar un retroceso. 

Después de 50 años han pasado muchas cosas. Entre otras, un proceso de modernización que cambió la vida de los chilenos; el desarrollo de una democracia que ha permitido la alternancia en el poder entre la izquierda y la derecha; y sin lugar a duda un cambio generacional en la dirigencia política. Sin embargo, la discrepancia acerca del pasado y lo que significa, parece haberse congelado en la cabeza de todos los chilenos. 

Pero ¿Por qué se continúa mirando hacia el pasado?

Es una pregunta que no tiene respuesta, porque mientras no se realice una profunda reflexión sobre lo sucedido, será muy difícil cambiar de dirección para dirigirse al futuro.

Luis Velásquez

   Embajador

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