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Beatriz Pineda Sansone: Dos rostros de una misma realidad

Del mismo modo que tenemos un cuerpo singular, poseemos un espíritu único que se nutre de diversos encuentros, sobre todo de ideas, creencias y palabras…

                                                                                             Baruch Spinoza

 

Siguiendo a Platón, la práctica cristiana se basa en un dualismo entre el alma y el cuerpo. Desde un punto de vista filosófico, Descartes recoge esa dualidad y revaloriza el alma en perjuicio del cuerpo, porque el alma es la esencia divina, mientras que el cuerpo es de esencia material. Cuando el cuerpo interviene en el alma, esta “padece” y sufre por dicha influencia, de manera inversa, el alma puede “dominar” al cuerpo con la fuerza de la voluntad, como un auriga, el alma controla y guía a sus caballos –el cuerpo-.

Leyendo a Baruch Spinoza (1677) encuentro una visión muy distinta de las cosas. La palabra latina más habitual para referirse al alma (anima) está agobiada por la teología y el filósofo la usa en raras ocasiones, pues prefiere otro término latino, mens, que se traducirá con mayor justicia por espíritu.

Contrario a Descartes, Spinoza considera el cuerpo y el espíritu como una sola y misma realidad, no como dos sustancias distintas. Esta realidad se expresa según dos modos distintos: El espíritu y el cuerpo son una sola y misma cosa, concebidos unas veces bajo el atributo del Pensamiento y otras bajo el atributo de la Extensión. De ello resulta que el cuerpo es de naturaleza tan divina como el espíritu, porque el Pensamiento y la Extensión, como ya hemos visto, son dos atributos divinos. Por lo tanto, es absurdo desvalorizarlo o limitarlo. El cuerpo tiene la misma dignidad que el espíritu. El cuerpo es esencial para el desarrollo del espíritu, de la misma forma que el espíritu lo es para la preservación y el crecimiento del cuerpo. No se los puede oponer ni separar. Funcionan juntos, porque no son más que los dos rostros de una sola y misma realidad. El espíritu es la expresión intelectual del cuerpo, que, a su vez, es la expresión extendida del espíritu. El espíritu no puede pensar o imaginar sin el cuerpo, y este no puede moverse ni obrar sin el espíritu. Todo conocimiento de uno mismo y de nuestro espíritu se realiza a través del cuerpo. Aquí encontramos lo que Spinoza había formulado en su Tratado teológico-político a propósito del conocimiento profético: siempre es relativo a la imaginación, a la sensibilidad, al temperamento, a la experiencia corporal del profeta. Y ocurre lo mismo con cada uno de nosotros: pensamos a partir de nuestro cuerpo. La percepción que tenemos del mundo y las ideas que se derivan de ello están ligadas a la manera en la que nuestro cuerpo está afectado y constituido por el mundo exterior. Me ha causado asombro constatar que el pensamiento de los grandes filósofos está marcado con el sello de su sensibilidad corporal. Así tenemos que la filosofía pesimista de Schopenhauer está atada, con mucha probabilidad, a su salud frágil y a su ansiedad, de la misma forma el pensamiento optimista de Montaigne está sujeto a la fortaleza de su cuerpo y a su alegría de vivir.

Es precisamente con relación al cuerpo que Spinoza no lo entiende, únicamente, como cuerpo físico, sino como la corporeidad en todas sus dimensiones: física, sensorial, emocional, afectiva. El hombre puede tener una constitución física débil a causa de una discapacidad, por ejemplo, pero una gran fortaleza de cuerpo debido a la intensidad de sus deseos, emociones y capacidades sensitivas. Y cuando el cuerpo está enfermo, no son solo nuestros órganos los que debemos cuidar, también debemos considerar nuestras emociones y afectos. Por esa razón, Spinoza recomienda contentar el cuerpo, entretenerlo y aumentar su fortaleza a través de todas las dimensiones. Usar cosas y complacerse en ellas, mientras se pueda, es propio de un hombre sabio, escribe. Es propio de un hombre sabio, reconfortarse y reponer fuerzas gracias a alimentos y bebidas agradables tomados con moderación y también gracias a los perfumes, al encanto de las plantas verdes, adornos, música, juegos deportivos, espectáculos, etc., de los cuales todos podemos disfrutar sin hacer daño a nadie.

Este enfoque de unión sustancial del cuerpo y del espíritu tiene consecuencias en todos los terrenos: desde la medicina a la espiritualidad, pero también en nuestra vida cotidiana y en nuestras relaciones con los demás. La fractura fundamental en el seno del ser humano no separa dos partes de su ser, sino dos tipos de afectos: la alegría y la tristeza, que Spinoza considera como los dos sentimientos fundamentales.

En una próxima edición continuaré caminando, de la mano de Spinoza, desde la servidumbre hacia la libertad y de la tristeza hacia la alegría.

La sabiduría, para Spinoza, no es un deber, antes bien, es una invitación que se ofrece a quienes deseen aumentar la potencia de su vitalidad corporal y espiritual y vivir, cada vez más, en la alegría.

 

Mi nombre es Beatriz Pineda Sansone. Nací en la ciudad de Maracaibo, Venezuela. De niña era inquieta, llena de arrojo. Admiraba a nuestro Arturo Uslar Pietri, quien conducía el programa televisivo Valores Humanos. Su ejemplo ha sido mi norte. Gracias a mis hijas he realizado grandes aventuras a favor de los niños. Creé el Taller Literario Infantil Manzanita que devino en Fundación en 1985. Más tarde, con motivo del nacimiento de un nuevo diario en Maracaibo, fundé Azulejo, el periódico de los niños del diario La Verdad –primera etapa-. Extendí el Programa La Hora del Cuento a centros de arte, museos, universidades, colegios y McDonald’s Padilla de la ciudad con el fin de cultivar en los niños el amor por la lectura, y todas sus destrezas cognitivas, afectivas y psicomotoras.

Más tarde, en 1996, obtuve el título en Filología Hispánica con el premio Summa Cum Laude en la Universidad del Zulia. Cursé estudios de postgrado (2000-2003). Me convertí en articulista de los diarios venezolanos Economía Hoy, Panorama y El Universal.

Soy autora de: Las Memorias del Maestro Ramiro (1979); Desde otro rayo (1992). Universidad del Zulia; Los ojos de la montaña (2011). Entrelíneas Editores, España; La Hora del Cuento. Enseñar a razonar a los niños a través de la lectura de cuentos (2015). Ediciones de la Torre, España; El Principito y los Ideales. Defensa de la libertad, del amor y del razonamiento (2017). Editorial Verbum, España; La Aventura nunca imaginada de un lápiz (2018). Fundación editorial el Perro y la Rana. Venezuela; Una niña de mi edad (2019). Editorial Tandaia, España. Malika, la más pequeña de la manada (2021). Europa ediciones. Roma.

En la actualidad desarrollo una intensa labor a favor de la lectura a través de las redes sociales: @beapinpaz.escritora, los chats Aventuras Literarias y Café Lectura. 

 

 

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