Ética y MoralPolítica

Karina Sainz Borgo: Estupro parlamentario

La sesión de investidura parecía el drama de Zorrilla

Óscar Puente: "Si soy un rottweiler, también el PSOE tiene derecho a tener  alguno"

 

Por «dondequiera que fui, la razón atropellé, la virtud escarnecí, a la justicia burlé y a las mujeres vendí», se jacta el Tenorio de Zorrilla.Es una recitación escrita a navajazos, una entrada triunfal y blasón chulesco. Si existe lo quijotesco, también la donjuanía, dos naturalezas tan antagónicas como atávicas. Están ahí, desde siempre, y rebrotan, como el alacrán de Esopo.

Esta semana, durante la investidura fallida del líder popular Alberto Núñez Feijóo, pesó más la donjuanía de Zorrilla que la compasión cervantina, diríase que gravitaba el espíritu del Tenorio en el hemiciclo del Congreso de los Diputados. A falta de tricornio, buenos son los matones. El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez, observó desde su escaño. Posó para las cámaras, sacó a relucir una sonrisa empotrada en la psicopatía; blanca y reluciente, incluso psiquiátrica. Alrededor, desplegada en el hemiciclo, la piara de jabalíes parlamentarios se revolcaba en el desperdicio. Trajinaban de un lado a otro rasgando las moquetas. ¡Ay, las moquetas! ¿Qué tendrán que absorben y envilecen a quienes aspiran su perfume?

Óscar Puente, diputado del PSOE por Valladolid y hasta este año alcalde de esa ciudad, hizo el paseíllo del jabalí mayor. Su misión era importante: hacer la réplica al candidato a la investidura en lugar de Pedro Sánchez, que premeditadamente y cual golpe de efecto eligió esconderse en el burladero del escaño. Cuánta porfía y soberbia en un mismo personaje. Puente, decíamos, fue reclutado por sus dotes para el desplante. Subió al podio para hacer lo que el Tenorio, fanfarronear a bolsillos llenos y ejercer de bachiller del mamporro. Si Gabriel Rufián tiene más del Don Juan de ‘El burlador de Sevilla’, Puente reunió –más acre que simpático– la petulancia del conquistador triunfante de Zorrilla, un canalla dicharachero que hizo rebuzno de la prosa parlamentaria. El Don Juan del XIX es un personaje turbio y fascinante por peligroso, por su extraordinaria teatralidad y esa baja estofa que ha gozado del afecto popular. Quizá por eso, o acaso justamente por la indigestión del malhablado y el pendenciero cuando salen de las tabernas y los metes en un hemiciclo, los monólogos de Óscar Puente tuvieron más de estupro que de ingenio. Si Doña Inés encarna la pureza en el drama de Zorilla, el Parlamento de una nación ha de permanecer también sin mácula, a salvo de toda fechoría, pues es allí donde reside la sustancia más importante, el corazón que bombea la sangre y la virtud de una nación. Al Congreso de los Diputados van a parar quienes han sido elegidos por los ciudadanos para que los representen, para que en su nombre redacten leyes y velen por el equilibrio de poderes. Pocas cosas han de ser tan virtuosas como el espíritu y las palabras de un legislador. Por su valía habla nuestro espíritu y, a juzgar por el sainete de esta semana, el alma de los electores ha de ser muy oscura cuando una parte de ellos ha elegido a una fuerza política que a la razón atropella, la virtud escarnece y la justicia burla.

 

2 comentarios

  1. Una genialidad. Así se hiere aunque «la piara» no se afecte. Clases on line da esta niña a las monjitas, subletradas pero parlanchinas, de la vergonzante ¿oposición? de su país caribeño. Aplausos desde la tristeza patria.

  2. Una genialidad. Así se hiere aunque «la piara» no se afecte. Clases on line da esta niña a las monjitas subletradas pero parlanchinas, de la vergonzante ¿oposición? de su país caribeño. Aplausos desde la tristeza patria.

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