Sostres: Madrid. Barcelona

Madrid cansa, Barcelona aburre. Madrid es un pueblo que quiere ser ciudad. Barcelona es una ciudad que quiere ser pueblo. Madrid de la nada crea esperanza. Barcelona lo tiene todo pero cree que el comercio y los turistas molestan y contaminan. En Barcelona una comida empieza con 5 comensales a las 13:30 y a las 16:00 quedan a lo sumo 2 sentados en la mesa. En Madrid una comida empieza a las 14:30 con 4 y las 17:00 se han juntado por lo menos 8. En Barcelona hay grandes chefs. En Madrid, un servicio excelente. En Barcelona sabemos comer. En Madrid sabemos vivir. En Barcelona se paga poco y cada uno lo suyo con un dinero por el que cada cual responde. En Madrid se paga más, con Visas flotantes que nadie sabe exactamente de quién son ni qué justifica el gasto, pero a fin de cuentas funcionan y hablamos de cualquier otra cosa.

Barcelona tiene al industrial de comarca, listo, putero, muy rico y muy grosero. Todo el mundo se ríe de él pero todo el mundo quiere su dinero. Se hace el grande que todo lo paga y que nada le importa pero es un sentimental con afectos secretos y fascinaciones que nunca habríamos sospechado y cuando las descubrimos es imposible no quererlo. Madrid tiene al patán de provincias y él es el único que no ve al fantasma que camina siempre a su lado. Madrid acoge con amor a los que salieron del pueblo, y les saca provecho, pero el pueblo no sale de ellos hasta la generación siguiente.

Barcelona es la capital del qué dirán y la hipocresía. Si alguien descorcha una botella notable la envuelve en papel de plata para que no se tome como un alarde. En Madrid gastar es un éxito, el alarde es una higiene y todo se dice a navajazos pero sincero. Barcelona tiene la obsesión de que no se sepa nada y sobre todo de no saber nada. En Madrid la obsesión es contarlo todo, saber más de lo que se cuenta, y si luego es verdad, mejor; pero tampoco es que importe demasiado.

Madrid quería de niña ser Barcelona. Barcelona de mayor quiere ser Madrid. Madrid admira a Barcelona. Barcelona necesita sentirse querida por Madrid. Hablar catalán en el Congreso no es independentismo, es una carta de amor. Barcelona es una esposa coñazo pero todavía enamorada. Madrid es un marido paciente, educado pero que puntúa hasta en las plazas ambulantes.

En Madrid todo es derecha y la izquierda no existe y si existe es para burlarse de ella. En Barcelona todo es izquierda y la derecha no existe y si existe para llamarla fascista. Madrid presume de Ayuso y le agradecen la prosperidad. Los catalanes disimulan que se hicieron ricos con Franco. Madrid está cómoda con la Historia. Barcelona continúa jugando partidos que ya terminaron. Por eso al Madrid le basta con ganar y el Barça necesita dar lecciones de estilo.

Madrid quiere atraer a España hacia la luz. Barcelona se deja arrastrar por Cataluña. Gobernar España contra Madrid es piratería al abordaje. Gobernar España sin Cataluña simplemente no alcanza.