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Villasmil: La vida civil

Defender lo local, las instituciones comunitarias -las más cercanas a las personas- es una forma fundamental de defensa de la vida civil, de la ciudadanía. Y no hay consolidación real de la libertad, de la autonomía personal, de la democracia para y por los ciudadanos, sin el inevitable fortalecimiento de lo local.

La convivencia ciudadana en democracia es una de las expresiones más excelsas de la vida civil. Merece recordarse que hubo municipio antes que República, y que como muchos han destacado Democracia, República y Municipio están inseparablemente unidos.

 Por eso los cultores y defensores de los autoritarismos atacan lo local, las políticas de descentralización, la palabra “civil” y lo que significa.

En estas tierras latinoamericanas con frecuencia se ha usado la palabra civil para denigrar, para rebajar, para insultar. Refleja una visión del ciudadano como servidor de un Estado de visiones y posturas autoritarias, siervo de la gleba de un moderno señor feudal. Para los autoritarismos militaristas la expresión “civil” se considera inferior frente a la preferencia que se da a los hombres de uniforme militar que se prestan para servir a las tiranías. Para ellos la única razón prevaleciente es la razón de las bayonetas.

Si algo ha caracterizado a la actual dictadura venezolana es el perenne intento de militarizar lo civil. Como ha destacado recientemente Federico Vegas “Lo militar se ha ido disfrazando del mundo civil que desprecia con una fuerza ancestral, atávica, resurgente, destructiva (…) Esta confusión entre lo civil y lo militar nos está devorando”.

Una línea central de los actuales populismos y autoritarismos es el ataque a la moral cívica, a los valores, porque los caudillos antipolíticos tienen claro que sin moral cívica se derrumba el subsuelo de todo diálogo social, del buen entendimiento y la concordia. Y si hay ejemplos de “desmoralización de la vida pública” (Victoria Camps), son aquellos Gobiernos como los de Venezuela, Cuba y Nicaragua donde hay una carencia total de contenidos morales sustantivos.

Por el contrario, la ética democrática solo se construye desde la convicción de que todas las vidas se encuentran conectadas y relacionadas, que dependemos unos de otros, que nuestro mundo se construye socialmente, comunitariamente.

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Comparto algunas palabras de Ramón Guillermo Aveledo en su libro “Sobre la vida civil”:

“Unidos por el derecho, con derechos y deberes, los ciudadanos forman el cuerpo social de la Civitas. Son más que un mero colectivo porque un pacto social los une. La noción data de la República romana. (…).

La idea de Civitas es la de Marco Tulio Cicerón, el mismo notable orador, jurista y político, quien definió al buen ciudadano como “aquel que no puede tolerar en su patria un poder que pretende hacerse superior a las leyes”. (…)

La vida civil es la vida de la ciudadanía. La vida en común signada por la libertad, regida por la ley, caracterizada por la paz.”

Los venezolanos llevamos 25 años bajo un régimen que entre sus metas prioritarias está la destrucción de toda forma de expresión de la ciudadanía, de ataque constante a la vida civil.

Y eso es así porque lo que necesitan y desean los jefes de la tiranía es que en el territorio venezolano existan -más bien subsistan- pobladores, simples habitantes, individuos aislados, no personas, cero ciudadanos. Como bien señala Carlos Mascareño en el Epílogo al libro mencionado: “la vida civil existe, se hace material cuando la gente deja de ser un poblador y se transforma en ciudadano”.

Ser ciudadano es estar dispuesto a servir a los intereses de la sociedad, los intereses que nos unen.

Ser no-ciudadano, lo que aspiran las tiranías que seamos, implica la destrucción de todos los proyectos colectivos e individuales.

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Debe destacarse que este año 2023 ha estado signado políticamente por una institución creada para servir que se ha hecho nuestra, se ha apoderado del corazón de cada venezolano que se siente ciudadano: la Comisión Nacional de Primaria (CNP), conformada por compatriotas con diferentes hojas de vida que se han ganado con su labor el respeto general.

Sus logros y avances nos han hecho revivir como ciudadanos. Durante estos meses de organización electoral, y luego de años asentados en la incertidumbre e inseguridad, los venezolanos hemos ido recuperando esperanzas que estaban quebrantadas por razones harto conocidas.

Ha habido -todavía hay, no cabe la menor duda- peligros, obstáculos, amenazas gubernamentales, dirigencias y organizaciones opositoras que han mostrado un rostro egoísta y ambicioso. Han ido quedando a un lado.

Un hecho importante fue mencionado en un artículo publicado por el padre Alfredo Infante, SJ (“Recuperar el voto como derecho político ciudadano”): “Desde la sociedad civil debemos asumir un mayor protagonismo y desarrollar una estrategia para despartidizar el derecho al voto, lo que implica diseñar un mensaje contundente que resalte la otra cara del sufragio, es decir, que es un derecho de expresión política de los ciudadanosPorque, mientras el universo semántico del voto esté más vinculado a los partidos políticos que a la ciudadanía, el desprestigio de estas organizaciones arrastrará consigo la credibilidad del voto”. (…) «Recuperar esta dimensión es clave de cara a la transformación y reinstitucionalidad del país. Para este propósito, la sociedad civil debe superar el discurso de «víctima del partidismo» y apropiarse del voto como derecho de expresión política ciudadana y, así, movilizarse y convertirse en sujeto de transformación”.

Sujeto de transformación, es decir, ciudadano.

Resalta también que, si bien la CNP fue convocada por la Plataforma Unitaria Democrática, o sea diversas organizaciones partidistas, su labor ha tenido siempre presente el servir a los ciudadanos, a sus derechos. No se ha comportado como una organización partidista, sino ciudadana. Nos está sirviendo a todos, no a parcialidades.

Su meta, su objetivo, es el mayor logro colectivo al que aspiramos desde hace tiempo todos los venezolanos: el paso de una Venezuela tiranizada a una Venezuela democrática y libre, tener un futuro Gobierno electo democráticamente y garante de la vida, la libertad y la seguridad.

Recordando siempre que ser ciudadano es ser protagonista de nuestros derechos, pero también de nuestros deberes.

 

 

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