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Más de 100.000 personas salen a la calle en París en una marcha histórica contra el antisemitismo

Francia ha sido víctima de una inquietante multiplicación de incidentes y agresiones antisemitas: más de un millar de «incidentes»

Manifestación contra el antisemitismo en París REUTERS

 

Más de 100.000 manifestantes, según las estimaciones, participaron la tarde del domingo, en París, en la histórica Marcha nacional contra el antisemitismo, convocada por el presidente del Senado y la presidenta de la Asamblea Nacional, las dos cámaras del Parlamento francés, acompañados de dos ex presidentes, Nicolas Sarkozy y François Hollande, y media docena de ex primeros ministros socialistas y conservadores.

En una docena de capitales de provincias, decenas de millares de manifestantes participaron en otras marchas semejantes, empañadas, parcialmente, por el rechazo sectario de La Francia Insumisa (LFI), extrema izquierda de Jean-Luc Mélenchon, el partido hermano de Sumar, y la participación polémica de Agrupación Nacional (AN, extrema derecha), el partido de Marine Le Pen.

Tras la matanza terrorista perpetrada por Hamás, contra Israel, el pasado 7 de octubre, Francia ha sido víctima de una inquietante multiplicación de incidentes y agresiones antisemitas: más de un millar de «incidentes», de la profanación de cementerios a las agresiones físicas, pasando por las amenazas, las campañas agresivas contra los judíos, genéricamente, y los judíos franceses, en participar.

Ante esa inquietantes amenazas, el gobierno de Emmanuel Macron comenzó por desplegar el ejército en los barrios judíos y todas las escuelas de Francia.

Yaël Braun-Pivet, presidenta de la Asamblea Nacional, amenazada físicamente, ella misma, y Gérard Larcher, presidente del Senado, por su parte, tomaron la decisión de convocar una gran Marcha nacional contra el antisemitismo, apoyada, inmediatamente por las máximas jerarquías religiosas judía, cristiana y musulmana, unidas en el rechazo del antisemitismo y la defensa de los valores cívicos del Estado, la Nación. Emmanuel Macron, por su parte, hizo público un comunicado solemne apelando a la unidad nacional contra la barbarie antisemita. Yonathan Arfi, presidente del Consejo representativo de las instituciones judías, sin embargo, lamentó la no presencia física del presidente en la gran Marcha nacional.

Nicolas Sarkozy y François Hollande, ex presidentes, y todos los ex primeros ministros de los últimos quince años, apoyaron la convocatoria. El Partido Socialista (PS), el PCF y los ecologistas anunciaron su participación sin reservas en la Marcha nacional.

Marine Le Pen, presidenta de AN, anunció que «cumpliría con su deber, participando». Anuncio que comenzó por provocar una viva consternación. Jean-Marie Le Pen, su padre, ha sido condenado en muchas ocasiones por incitación al odio racial. El «giro histórico» de Marine Le Pen fue comentado con ironía o escepticismo, pero los organizadores subrayaron que la participación era libre. Poco antes de las 6 de la tarde, Marine Le Pen tuvo que ser «exfiltrada» de la manifestación por su guardia personal, formada por antiguos militares próximos a su padre, cuando varias mujeres comenzaron a injuriarla.

Sin la extrema izquierda

Jean-Luc Mélenchon, por el contrario, agravó la crisis de fondo de la extrema izquierda, anunciando que LFI, el partido hermano de Sumar, no participaría, denunciando una «operación» de apoyo indirecto a Israel. Mélenchon equipara el comportamiento de Hamás y del Estado de Israel. Organizadores y participantes han repetido, hasta la saciedad, que la Marcha era contra el antisemitismo, sin apoyar a Israel, de ninguna manera.

Con esos antecedentes, la gran manifestación parisina comenzó a marchar a las tres de la tarde del domingo, desde la Plaza de los Inválidos, frente al edificio donde está enterrado Napoleón. Cuatro horas más tarde, los penúltimos manifestantes llegaban frente al Panteón de los hombres ilustres de la Nación, donde están enterrada toda la élite política y cultural de Francia, de Voltaire y Rousseau a Josephine Baker.

Durante más de cuatro horas, decenas o centenares de miles de manifestantes desfilaron por ese trayecto excepcional, cruzando la iglesia de Saint-Germain-des-Prés y la universidad de la Sorbonne, comportándose como ciudadanos solidarios y responsables.

Jóvenes, menos jóvenes y muchos jubilados enarbolaban incontables banderas nacionales de grupos, organizaciones, partidos, alcaldías, asociaciones, repitiendo eslóganes de este tipo: «Todos contra el antisemitismo». «Francia, una, unida contra los antisemitas». «Jewish lives matter». «El antisemitismo no pasará». «El antisemitismo mata».

 

 

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