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Joaquín Morales Solá: Un país harto eligió otra cosa

Cayó vencido por su propia artimaña. Sergio Massa fue sepultado ayer por una avalancha de votos a favor de Javier Milei, el candidato que él ayudó a crecer para dividir a la oposición y arruinarle la vida a Juntos por el Cambio. La sociedad argentina debió entrever esa treta, porque ayer decidió abandonar el territorio conocido, ciertamente devastado, para adentrarse en un tiempo político novedoso, cargado de innovaciones. Son esos instantes en que una clara mayoría social prefiere salir de donde está, por la puerta que fuere, porque intuye que cualquier alternativa será mejor que la que le tocó padecer hasta ahora…

De todos modos, asumirá también el presidente parlamentariamente más frágil desde la restauración democrática. Nunca desde 1983 hubo un presidente con solo 39 diputados y ocho senadores, menos del 20 por ciento de la Cámara de Diputados y poco más del 10 por ciento del Senado. Demasiado poco.

Las negociaciones y los acuerdos serán obligatorios y permanentes. Además, sus propuestas más controversiales necesitan de la aprobación del Congreso. Otras, como la aniquilación del Banco Central o la dolarización, requerirán de una reforma de la Constitución, que estipula que habrá un “banco estatal” que se encargará de “emitir moneda y de fijar su valor”. Queda claro que ambas cosas, el Banco Central y la moneda nacional, están en la Constitución. Una reforma de la Constitución necesita que los dos tercios de cada cámara del Congreso disponga la necesidad de abrir la ley de leyes. Solo dos líderes con el peso político y parlamentario de Raúl Alfonsín y Carlos Menem pudieron en los tiempos modernos cambiar algunas cosas de la Constitución, no su preámbulo ni su declaración de derechos y garantías.

*Amanecerá y veremos.*

 

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