Claudio Monteverdi: la sublime maldición de la música
Compositor a caballo del Renacimiento y el Barroco, creó con su maravilloso 'Orfeo' el canon de la ópera moderna
Sin música, la vida sería un error. La frase es de Nietzsche, que vio en las óperas de Richard Wagner la sublimación del conflicto entre lo dionisiaco y lo apolíneo. El filósofo alemán creía que la música era la más sublime expresión del alma humana.
Si Nietzsche estaba en lo cierto, ‘La fábula de Orfeo’ de Claudio Monteverdi lleva hasta las últimas consecuencias esas posibilidades expresivas. La obra del compositor italiano no sólo marca el nacimiento de la ópera como género, sino que produce la emoción de una creación en la que la música se eleva a cotas excelsas. Monteverdi sumerge al espectador en el reino de la magia y los sueños cuando la diosa pide silencio porque la representación va a comenzar. Los dulces sonidos «calman todos los corazones atribulados», exclama.
Sumerge al espectador en el reino de la magia y los sueños
Escuchar el ‘Orfeo ‘de Monteverdi siempre me ha producido el mismo placer que las mejores creaciones de Bach o de Vivaldi. A lo largo de los 100 minutos que dura, voy recreando mentalmente los instrumentos y las voces que subyacen en mi cabeza tras volver a la obra una y otra vez desde que la descubrí en mi juventud. Fue gracias a una entrevista al productor Elías Querejeta en la revista ‘Triunfo’ a comienzos de los 70. Su amor por el compositor de Cremona fue lo que me impulsó a escuchar a Monteverdi y, más concretamente, esta maravillosa ópera.
Los críticos han visto en ‘La fábula de Orfeo’, estrenada en 1607 en Mantua, una obra a caballo entre el Renacimiento y el Barroco. De lo que no hay duda es de la modernidad de la composición, pensada para 41 instrumentos, además de las voces, algo que no se había hecho hasta ese momento. Y algo más relevante: Monteverdi utiliza esos instrumentos en función de los diferentes episodios de la representación: las cuerdas y las flautas dulces aparecen en las escenas pastoriles mientras que los metales ilustran el inframundo y las tinieblas del Hades.
El libreto de la ópera fue escrito por Alessandro Striggio, joven abogado y diplomático en la corte de los Gonzaga, hijo del compositor del mismo nombre. Striggio se inspiró en ‘La metamorfosis’ de Ovidio y en las ‘Geórgicas’ de Virgilio para desarrollar el tema clásico de la muerte de Eurídice. La historia cuenta las bodas del virtuoso cantor Orfeo con la bella ninfa Eurídice, que fallece tras ser picada por una serpiente. El enamorado cruza la laguna Estigia y viaja hasta el Hades para suplicar a Plutón que su amada pueda volver al mundo de los vivos.
En el último acto, tras fracasar en su intento por mirar hacia atrás, la ópera alcanza su clímax cuando Orfeo lamenta su pérdida en un largo soliloquio. Apolo desciende del Olimpo y le reprende: «¿Por qué te dejas abatir por la ira y el dolor?». Finalmente, ambos ascienden a la morada de los dioses. Un final que no era el que había escrito Striggio y que probablemente fue modificado a instancias del duque de Mantua.
Monteverdi llevaba 16 años sirviendo como músico y compositor en la corte de Mantua cuando Vicente Gonzaga le encargó la obra con motivo de los esponsales entre Enrique IV de Francia y María de Medici. Su autor tomó como referencia el drama lírico de Angelo Poliziano, estrenado un siglo antes.
No hay duda de la modernidad de ‘Orfeo’, pensada para 41 instrumentos, además de las voces
Cuando Monteverdi abordó su ‘Orfeo’, había compuesto ‘Los amores de Diana y Endimone’, que fue estrenada en los carnavales de Venecia en 1605. Como apunta Nikolaus Harnoncourt, «mezcló recitativos, arias, coros y danzas en una creación que era enteramente nueva». Harnoncourt grabó en 1975 una versión en Zurich para la Deutsche Grammophon que, a mi juicio, no ha sido superada.
‘La fábula de Orfeo’ permaneció en el olvido durante casi tres siglos hasta que, como sucede con muchas de las grandes obras de la época, fue reinterpretada en París en 1911. No fue hasta los años 70 cuando empezó a ser una pieza de repertorio en las temporadas en los ciclos de ópera. Desde esa época, han proliferado las grabaciones y las representaciones.
Innovaciones
Monteverdi disfrutó a lo largo de su vida de un profundo reconocimiento de los músicos y el público italianos. Fue glorificado a su muerte como un compositor excelso, pero pronto cayó en el olvido. Ello no fue óbice para que su influencia se extendiera a los compositores de la siguiente generación.
Hoy Monteverdi es considerado como el músico más importante del Renacimiento y valorado por su talento para sintetizar todas las innovaciones de la época. «Prefiero ser elogiado moderadamente por el nuevo estilo que elogiado por hacer lo ya han hecho otros» escribió en una carta fechada en 1633. Cuatro siglos después, sigue siendo inimitable.