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Villasmil – Elecciones Venezuela: Guiones y estrategias

 

Sorprende que haya todavía compatriotas que se asombran ante las acciones ejecutadas por el chavismo después de la Elección Primaria en octubre pasado.

En realidad, todo forma parte de un guion elaborado, practicado y revisado por la dictadura castrista, y que con sus adaptaciones necesarias también se ha implementado en la Nicaragua de Ortega y, por supuesto, en el chavo madurismo. Hay varias partes fundamentales del mismo:  colonización a la fuerza de toda la institucionalidad estatal, especialmente la justicia; persecución de todos aquellos opositores que no acepten las reglas del juego de la tiranía; fomento constante de la división de la oposición; unas reglas electorales (que incluyen el sistema de votación electrónico) sesgadas a favor del régimen; uso de las redes sociales para “alimentar” todo lo anterior.

Objetivo: mantenimiento del poder a toda costa.

Ni en Cuba, ni en Nicaragua, ni en Venezuela ha habido la posibilidad de salir de la tiranía por vía electoral. En Cuba, obviamente, porque allí la bota totalitaria ha sido más dura y abarcadora. No se permite ni siquiera la existencia de partidos opositores, y la cárcel o la muerte son las alternativas que le esperan a los liderazgos que levantan banderas opositoras.

En Venezuela ha habido triunfos parciales, como en 2007 o 2015, pero nunca a nivel presidencial. Está allí, presente, el recuerdo de la elección de 2013 y la imposibilidad de cobrar la esperada victoria, por razones y sinrazones que más de diez años después siguen manteniendo divididas las opiniones. No abundaré al respecto, porque esta no es hora de jurungar heridas, de recordar discordias opositoras, de asumir el rol de coro griego plañidero.

 

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Esta faena escrita necesita incluir alguna mención a ese reciente grupo político, el alacranismo. A fin de cuentas, puede asegurarse que este julio habrá candidatos presidenciales alacranes en número récord.

En las últimas elecciones presidenciales en las que participó la oposición, en 2013, aparte de Maduro y de Capriles participaron otros cuatro candidatos “opositores”. Quizá sería mejor considerarlos “proto-alacranes”, unos primeros especímenes con egolatría y mercenarismo -rasgo esencial alacrán-. Sumados todos, sacaron un magro ¿pero bien remunerado? 0.27% del total de votos emitidos.

Aparte del mercenarismo -si los alacranes tuvieran un escudo de armas este sería muy simple: un campo cubierto de $$$, con esta divisa definitoria: “¿Cuánto hay pa´eso?”– en el alacranismo hay clases socio-políticas específicas, o como se decía en una época en tierras británicas: “los de arriba y los de abajo”. Hay los que viajan al exterior, son recibidos por liderazgos políticos europeos (incluso algunos han podido reunirse con altas autoridades hispanas, gracias a los esfuerzos de Rodríguez Zapatero, santo patrono de la praxis alacránica), e incluso no les molesta ser vistos de compras en grandes capitales extranjeras. Hay por otra parte los aparentemente menos afortunados, pero con espíritu realísticamente simple, sabedores que no pueden estar en la primera línea mediática, que son meros actores terciarios-detrás-de-los-ya-secundarios en la astracanada que intenta montar el chavomadurismo.

Algunos poseen esa timidez de los individuos a los que no van a hacer el menor caso, y que incluso, cuando además de respirar osan emitir algún sonido verbal, se vuelven un lío, y sin importar lo que digan, en sus palabras predomina el titubeo más que la seguridad, como si frecuentemente tuvieran que mirar a los lados para ver si el comisario del PSUV que los tiene a su cargo les da permiso para palabrear. Malviven políticamente con alegrías fútiles, pero compensadas ya todos sabemos cómo. Y la visita periódicamente turística a Madrid no valdrá una misa, pero sí su rendición ética.

No obstante, sí hay una característica que comparten los alacranes, sean mayores o menores en sus protagonismos, ambiciones y beneficios: casi todos ellos alguna vez fueron militantes de organizaciones democráticas -AD, COPEI, MAS, PJ, etc.- aunque la fortuna nunca les sonrió en esos partidos. Mediocres a lo sumo, operadores políticos de bajo cabotaje, remeros de segunda.

Cuando estaban en política parecían que más bien estaban fuera de la política. Y ahora que están fuera buscan lucir que están dentro, que están en el roster final, en el propio dugout.

En el fondo no se asumen como lo que son: meros coristas de una tragedia comunista. Con gran pobreza analítica y expositiva, podrían renovar un viejo dicho: los alacranes no tienen ideas propias, sólo ocurrencias.

 

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Frente al fraccionalismo, la unión, esa es la idea-fuerza fundamental de la real oposición.

No hay que olvidar nunca que todo llamado a la acción política, si quiere ser serio, debe ir acompañado de la correspondiente propuesta estratégica que enlace con la lucha fundamental, que para nosotros es cómo desplazar a la dictadura.

Ante la duda de qué hacer, hay dos reglas de estrategia que siempre son convenientes: 1) ponerse en el lugar del rival, y 2) preferiblemente hacer aquello que vaya en contra de sus objetivos.

Por años, la oposición fue cambiando su estrategia en función de sus humores políticos, de las aspiraciones de los liderazgos. Por demasiado tiempo a la narrativa de los partidos políticos le sobró silencio y le faltó consistencia estratégica. Los dirigentes partidistas rara vez han mostrado la coherencia, con un mensaje claro en lo ético y en lo político, de la Iglesia Católica, la primera voz que alertó sobre el peligro castrista y su penetración en la institucionalidad estatal.

Hoy, hay que concurrir al evento electoral del 28 de julio. No hay otra. Y tenemos por fin un líder que ha unificado como nunca a la nación venezolana, residente o migrante. Esperemos los próximos días a ver qué decisión se asume, bajo su liderazgo -el único real, existente hoy, en la oposición venezolana- , ante la hora decisiva por venir.

Concluyamos recordando una vez más palabras del gran discurso de Winston Churchill en Londres, el lunes 13 de mayo de 1940, en la Cámara de los Comunes.

“Me preguntan: ¿Cuál es nuestra aspiración? Puedo responder con una palabra:

Victoria, victoria a toda costa, victoria a pesar de todo el terror (…); porque sin victoria no hay supervivencia».

 

 

 

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