CulturaGente y Sociedad

Isabel Coixet: El último kimono

11 Essential Japanese Kimono Accessories You'll Need – Japan Objects Store

 

 

Se dice que los jardineros no conocen el olor de las flores que cultivan en sus jardines. Están tan acostumbrados a verlas que ya no las huelen. Nos pasa lo mismo con lo que tenemos cerca cada día: nos  hundimos en el hábito, no les damos importancia. Y es más: la emoción desaparece. El reconocimiento y la reflexión siempre requieren una cierta cantidad de tiempo. 

Nunca antes el flujo de todas las cosas había sido tan rápido como hoy. El tiempo, las mentes y las cosas experimentan extraños vaivenes: un repentino desplazamiento hacia el pasado con saltos bruscos hacia el futuro y nulo espacio para el presente. El mundo al que estábamos acostumbrados ahora se ha vuelto extraño. Los discursos nacen viejos porque se hacen con mimbres de viejos discursos. Vemos todo con una engañosa renovada impresión. Como un espejo recién limpiado, todo lo que en él se refleja parece nuevo y fresco. Sólo lo parece. ¿Dónde está la verdad? ¿Qué es lo realmente hermoso? A primera vista un kimono negro no es más que eso y sin embargo…

El tatami ha dado paso al ‘parquet’, el futón a las camas, el ‘kotatsu’ a las mesas, y el kimono ya no es el ‘outfit’ de todos los días

En la isla de Amami, en el suroeste de Japón, el dorozoma, un método tradicional de teñido que consiste en sumergir textiles en barro, se perpetúa desde hace más de 1300 años. Gracias a esta técnica, única en el mundo, la preciosa seda, que se ha vuelto negra, permite crear kimonos excepcionales y únicos. Hace 1300 años que la tela de estos kimonos se hace con los mismos gestos aprovechando la tierra volcánica de la isla y creando mezclas con tinturas de cortezas de árboles que se añaden al negro para darle matices y profundidad. 

Sin embargo, los artesanos de la isla observan con preocupación el desinterés de los japoneses por el kimono. El vestuario japonés ha cambiado. «Cuando miras fotos del pasado, te das cuenta de que todo el mundo vestía kimono. Este ya no es el caso hoy». Más práctica, la moda occidental ha experimentado un gran crecimiento. El tatami ha dado paso al parquet, el futón a las camas, el kotatsu a las mesas. El kimono se ha convertido en un outfit para ocasiones, ya no es el outfit que se usa todos los días, ni tan siquiera en ocasiones especiales. Es una prenda restrictiva, demasiado cara, a la que se suma la dificultad de doblarla uno mismo o incluso la incomodidad para quien no está acostumbrado. Hay muchas reglas a la hora de llevar un kimono. Los jóvenes tienen esta imagen del kimono como demasiado rígido, muchos no se lo han puesto nunca.

Pero los kimonos negruzcos de seda de Amami son otra cosa: son parte de una herencia milenaria unida al destino de esta pequeña isla, que el Gobierno japonés ha visto siempre como una colonia menor. Amami Oshima fue adscrita a la prefectura de Kagoshima en 1868, al comienzo de la era Meiji; por tanto, ya no pertenecía a las Ryukyu (Japón), sino a las islas principales. La Segunda Guerra Mundial vio a Amami Oshima nuevamente separada administrativamente de Japón debido a la ocupación estadounidense, a partir de febrero de 1946, al igual que Okinawa. Sus residentes reciben una moneda diferente, vales de racionamiento y, en el museo de Naze, la ciudad principal de Amami-Oshima, todavía se pueden ver los pasaportes con el sello Estados Unidos que los residentes debían presentar antiguamente para poder entrar en Japón. Con grandes movilizaciones, peticiones y huelgas de hambre, los habitantes de Amami obtuvieron la devolución de su isla bajo la autoridad de Japón en 1953. 

Durante mucho tiempo, y especialmente durante los años 1960, el dorozoma salvó a la población de la pobreza. Como el célebre pintor Tanaka Isson, a menudo comparado con Gauguin, que sólo logró reconocimiento póstumo después de años de vivir en condiciones de extrema pobreza: fue el oficio del dorozoma lo que le permitió sobrevivir. 

Hoy cada artesano de Amami, al hundir en silencio la seda en el barro negro, se pregunta si el kimono que tiene entre las manos será el último.

 

 

Botón volver arriba