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Villasmil: No van pa´l baile

Por años, a los venezolanos las diversas compañías encuestadoras nos han preguntado a qué partidos políticos seguimos, por cuáles agrupaciones sentimos simpatías, así sean bastante tibias. La independencia ha sido siempre la ganadora. Con la mayoría de partidos opositores se desarrolló con el tiempo un “esto es lo que hay”, sin demasiado entusiasmo.

La realidad es que por años nos resignamos a apoyar esa amalgama de grupos opositores que se  agrupaban bajo paraguas protectores como la Coordinadora Democrática, la MUD o ahora la Plataforma Unitaria. Cada uno de los paraguas unitarios han intentado de buenas maneras negociar con el régimen. Diversos países del mundo -como Noruega, México o Barbados- han prestado su cooperación en tal sentido, pero como ya sabemos, no se ha podido llegar nunca a un buen puerto negociador. El último sitio donde han encallado las ilusiones ha sido Barbados.

Nos encuentran estos días de esperanza, temor y suspenso por las decisiones que hay que tomar, con el entramado del liderazgo opositor más debilitado que nunca, si ponemos como excepción -histórica, por lo demás- a María Corina Machado.

 Sabemos cuáles son las organizaciones agrupadas en algo llamado G5 o G4 pero vemos con asombro que luego del pasado octubre algunos de sus dirigentes se comportan como si nada hubiera pasado, como si incluso sus militancias no apoyaran hoy a la esperanza que representa María Corina. Lo cierto es que ella goza hoy de la única legitimidad real opositora a los ojos ciudadanos.

 

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Los venezolanos enfrentamos una auténtica alambrada de púas con las que el régimen nos quiere cubrir, para hacer inútil e imposible las aspiraciones electorales de las mayorías, anhelantes de cambio, y de que el mismo se realice por el voto en una elección como Dios manda, y no como los hoy atribulados demonios habaneros aspiran que sea.

El acto electoral visto como ruleta rusa, como tierra quemada donde no crecería una hierba verde de esperanza, sino la verde oliva de la corrupción general del régimen.

En realidad, esto en muchas oportunidades fue así, sobre todo en las elecciones donde se ha escogido presidente. Incluso cuando el chavismo tenía posibilidades de ser mayoría y Chávez era un manifiesto adulador de masas con petrodólares para repartir dentro y fuera del país. Los propósitos hegemónicos siempre estuvieron allí, lo que cambiaban eran los aguijones y sus matices en materia de ponzoña. ¿O qué otra cosa podía pensarse luego de que el CNE hiciera todo tipo de triquiñuelas con el referendo revocatorio del 15 de agosto de 2004?  Un resultado concreto de dicha elección: la infausta Lista Tascón.

El régimen cambiaba primero la institucionalidad estatal para ponerla al servicio del partido, para luego inmediatamente hacerla razón caudillista. El entramado institucional colonizado por perros de Pavlov rojos-rojitos que debían responder afirmativamente a los estímulos provenientes del comandante.

Por un cuarto de siglo el chavismo se ha dedicado a hacer de los venezolanos enemigos. Es la consecuencia obvia de la tendencia del tirano a convertir su proyecto en un dogma, y a considerar que quien no lo acepta es un enemigo. Cómo le ha costado a la dirigencia opositora entender esto.

Ese es el ayer ¿y el hoy?

 

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Para poder afrontar el reto actual los venezolanos tenemos que comenzar por exigir a ciertos liderazgos opositores que se quiten las máscaras antipolíticas y acepten los hechos.

Para ellos, interesadamente, estamos todavía en 2015.

Señores, estamos en 2024, y la gente no quiere saber nada de ustedes.

Para los ojos de la gente, de las cuatro tablas, ustedes solo han practicado dos: resta y división. Y ante los ciudadanos la única persona que se ha interesado en sumar y multiplicar ha sido María Corina Machado.

Así que no se hagan más los locos. No declaren ni actúen como si sus organizaciones -convertidas en cenizas primero en las elecciones de 2021, y luego en la Primaria de octubre pasado- todavía existieran normalmente. No fueron capaces de presentar ni siquiera un precandidato para la Primaria medianamente aceptable o popular. De hecho, el candidato de ustedes que quedó en segundo lugar -eso sí, bien lejos de la ganadora- Carlos Prosperi, poco después fue expulsado de su partido.

No sigan declarando ni vendiéndose como si los venezolanos fuéramos todos los días incapaces de ver la Tv en horario estelar sin oír su voz orientadora. No sigan pidiéndole a MCM lo que no se atreven a pedirle a Maduro, que se retire.

Por años los votamos, nos absteníamos si ustedes lo pedían, y salíamos cual zombis a marchar para complacer sus egos, por cierto, lo único sólido que poseen. Liderazgos que se creían de Grandes Ligas cuando las encuestas una y otra vez los mostraban cuales reyes desnudos, con porcentajes de apoyos modelo “margen de error”.

Pero ya estamos hartos.

No actúen como si las decisiones fundamentales que nos esperan en el futuro inmediato dependen de su irremediablemente mediocre capacidad. Si fuera así, estaríamos fritos, como lo hemos estado por un cuarto de siglo.

Obviamente, hay que cuidar las formas. Y esta es hora de unidad. De suma, no de resta. Pero entiendan que esto no significa que en octubre no pasó nada, que el tsunami no fue también con ustedes. Y recuerden que la unidad no solo se menciona, sino que se practica.

María Corina Machado, que se está comportando con la prudencia y el aplomo necesarios, sabe esto, pero asimismo que ustedes tienen que aparecer en la foto.  Toda decisión deberá ser consensuada. Pero cada quien en su lugar. Los liliputienses que se acostumbren a Liliput.

Acepten que para ustedes no hay epifanías salvadoras. ¿Para sus partidos? quizá, si le dan chance por fin a generaciones frescas, de relevo real, con nuevas utopías, con sed de innovación, y que dejen atrás las distopías y las corruptelas que ustedes crearon.

Ustedes protagonizaron el ayer, ya el hoy les pasó por encima y el mañana lo podrán seguir por las redes sociales.

Ustedes, capitanes del fracaso, no van pa’l baile.

 

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