Lesther Alemán: «No me arrepiento de haberme enfrentado a Daniel Ortega»
El líder estudiantil, que se encaró con Daniel Ortega en 2018 y pasó 584 días en prisión, asegura que no se arrepiente «ni un solo minuto de defender la democracia y los derechos»
Excarcelado y deportado en febrero de 2023 junto a otros 221 presos políticos, el Gobierno de Ortega también les quitó la nacionalidad. Alemán recibió el pasado verano la española
«Hoy puedo resumir mi vida en una maleta y extraño mi casa; extraño estar con mis padres y ver el informativo nocturno, cenar juntos; hablar con mi familia… porque desde hace cinco años, por mi involucramiento político, por convicción y principios, hoy no puedo estar con toda mi familia por motivos políticos», confiesa a ABC Lesther Alemán, el líder estudiantil que se encaró con el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en la primavera de 2018, cuando tuvieron lugar las protestas que dejaron más de 365 muertos.
Alemán, un joven de apenas 20 años y estudiante de comunicación, era uno de los líderes estudiantiles que tomó parte en la ronda de conversaciones -en la que participaron representantes del Gobierno, así como de distintos sectores, como el empresarial, la Iglesia (como mediadora), los campesinos…, para intentar acabar con la represión de las fuerzas policiales y paramilitares contra los manifestantes.
«¿Por qué estoy hablando y por qué me salto la palabra suya? Porque nosotros (los jóvenes) hemos puesto los muertos , nosotros hemos puesto los desaparecidos , nosotros los hemos puesto. Hoy nosotros le pedimos: esta no es una mesa de diálogo, es una mesa para negociar su salida y lo sabe muy bien porque es lo que el pueblo ha solicitado», le espetó Alemán al comandante sandinista en un acto que estaba siendo retransmitido en directo por televisión. Aquellas palabras se hicieron virales y enervaron a Ortega y también a su vicepresidenta, y esposa, Rosario Murillo. También cambiaron la vida del joven.
Alemán fue perseguido y tuvo que esconderse; ya en 2021, fue una de las víctimas de la cacería emprendida por el régimen para silenciar a todas las voces críticas de cara a las elecciones, deteniendo a los líderes políticos de la oposición, a los líderes estudiantiles, de los campesinos y del sector empresarial. Ortega no quería un nuevo estallido social.
El líder estudiantil pasó 584 días en la cárcel del Chipote, 87 de ellos en una celda de castigo. El 9 de febrero de 2023 fue excarcelado, junto a otros 221 presos políticos, y deportado a EE.UU. Cuando aterrizaron en suelo estadounidense a todos ellos les habían despojado de la nacionalidad nicaragüense y declarado la muerte civil -propiedades requisadas, registros y expedientes académicos borrados-. Dejaron de existir para la administración nicaragüense.
Lesther Alemán se encuentra en Madrid para participar en la presentación en España del World Liberty Congress, cuyo secretario general es el líder opositor venezolano Leopoldo López. El objetivo de esa iniciativa que aún no ha cumplido dos años es trabajar para revertir las autocracias en democracias. En el acto de este lunes, se han analizado los métodos de tortura de cuatro autocracias latinoamericanas -la de Bolivia (híbrida), Nicaragua, Venezuela y Cuba-, en el que Alemán ha compartido su experiencia.
¿Cuál es el objetivo de su visita a Madrid?
Dar visibilidad de lo que sucede en Nicaragua, que ha tenido muy poco eco en Europa. Después de mi excarcelación, el 9 de febrero de 2023, y posterior destierro se ha asumido como un síntoma de normalidad dentro del país y la presión internacional tiende a tener escalas. En este momento estamos en un proceso de relajación en el que la dictadura de Ortega se siente muy cómoda avanzando en su plan dinástico, que evidentemente es dictatorial en todo el sentido de la palabra. Y esto tiene muy poca repercusión en Europa.
Usted se hizo viral tras su intervención ante Ortega, que años después le llevó a la cárcel y casi a la muerte. ¿Se arrepiente? ¿Volvería a hacerlo?
Lo dije antes de ser capturado en una entrevista clandestina, yo estaba preparado para la cárcel o para la muerte, porque ya había interpretado y analizado un poco las consecuencias de ese careo. Y puedo decir que no me arrepiento ni un solo minuto de defender la democracia, de defender los derechos. Pero, sobre todo, de pensar que es posible una Nicaragua donde la vida sea respetada, donde la libertad sea respetada, y donde los jóvenes podamos nacer, crecer y desarrollarnos en plena libertad, sin necesidad del adoctrinamiento.
Todo este tipo de cosas me lleva a ese compromiso sin vacilar. En ese momento yo no determiné qué iba a pasar el día después. Después de mirar hacia adelante -un poco nublado-, hoy miro hacia atrás y no me arrepiento de lo que hice.
Han pasado más de cinco año desde las protestas de 2018 y parece que se está normalizando la tiranía y la represión en Nicaragua. ¿Sigue el ejemplo de Cuba, donde la dictadura ha cumplido seis décadas…?
Un poco sigue a Cuba, que lleva 65 años de represión, pero el modelo de Ortega es una apuesta dinástica y para ello ha tenido que pagar costos muy altos políticamente como destruir completamente a la oposición, pasar por encima de la libertad incluso religiosa, hasta el punto de encarcelar a un obispo, silenciar a parte del clero, y todo, evidentemente, a través de la intimidación.
Y eso te lleva a reconocer que hay una dictadura detrás de la mística de la revolución. Una dictadura que además es bicéfala, porque estás ante un Ortega, que personifica lo que un día fue la revolución sandinista en los años 80; y luego tienes a Rosario Murillo (esposa y vicepresidenta, a la que Ortega llama ya co-presidenta), que cada día avanza en su control dentro del aparato estatal. Es decir, todos los ministros del Consejo de Seguridad responden a las órdenes de Rosario, que se muestra como interlocutora con el hombre fuerte, en este caso, el místico comandante de una revolución perdida, frustrada por un engaño.
«Rosario Murillo (esposa y vicepresidenta, a la que Ortega llama ya co-presidenta) cada día avanza en su control dentro del aparato estatal»
Evidentemente hay una dictadura que se ha concretado y no permite ningún solo espacio de libertad. Se ha demostrado no solo en el caso de periodistas internacionales, sino que incluso de youtubers y turistas internacionales. El hecho de sacar un móvil y mostrar una cámara, intentar grabar un paisaje en Nicaragua, es un delito.
China, Corea del Norte, Irán, Rusia…
En cuanto a las referencias de las que bebe la dictadura de Ortega y Murillo, para Alemán está claro: «Esta dictadura perfila un poco el modelo chino y el modelo norcoreano. Es una dictadura que ha enlatado todo lo malo que pudo haberle dejado la Unión Soviética, Rusia, Cuba y que evidentemente le ha dejado China y Corea del Norte. Actualmente se muestra como el caldo de cultivo para Irán, Rusia, China… a la hora de prestarle el territorio nacional para establecer bases de vigilancia, modelos de cooperación e inversión, y para establecer alianzas de cooperación militar con estos países», subraya.
Alemán es consciente, por otra parte, de que la situación que atraviesa Nicaragua no está en los primeros lugares en la agenda de la comunidad internacional, que tiene que enfrentarse a otras crisis. «Pasando la nicaragüense a un quinto, sexto, séptimo u octavo plano. El tema de la realidad nicaragüense para mí es prioritario, pero el mundo compite con otras necesidades y esto hace que Ortega se sienta muy cómodo en ese clima de un modelo norcoreano tropical o chino tropical, que hace que cada día te levantes en un país que está altamente controlado, y que ahora está en una fase de purga interna dentro del partido», señala. «El Frente Sandinista ya ha desterrado, ya ha destruido a la oposición, ahora toca también destruir a todo aquel que dentro del partido robe, denuncie o intente huir».
Ese ha sido el caso de uno de sus carceleros durante los casi 600 días que estuvo en El Chipote. «Ha intentado huir de Nicaragua y fue asesinado hace una semana». Según recuerda, aquel custodio le demostró en alguna ocasión que «no estaba conforme con lo que estaba sucediendo. Había pequeños espacios en los pasillos donde no se grababa en los que en algún momento te golpeaba el hombre par decirte ‘yo no estoy de acuerdo con esto’», recuerda. Reconoce también que estas carceleros actúan como «autómatas». «Uno de ellos un día me dijo: ‘Hoy tengo la orden de pasarte el plato de comida, pero la orden puede cambiar en la noche y puedo dispararte’. Mientras me estaba dando mi cena, solo me puse a delimitar el hecho de que estas personas llegan a un momento de convencimiento de que Daniel Ortega es un Dios y que no puede ser cuestionado. Es ahí donde nacía el mayor odio contra mí. El vídeo de mi careo con Ortega era exactamente una de las justificaciones más reales que tenían cada uno de los carceleros para aplicarme distintos procesos de tortura».
Éxodo migratorio
Esa necesidad de salir del país para huir del clima de terror -las detenciones, las encarcelaciones- impuesto por Ortega ha llevado a cientos de miles de nicaragüenses a abandonar sus casas, instalarse en Costa Rica o intentar alcanzar EE.UU.. «Ahí es donde se ve el hecho sangriento de una dictadura que se empeña en convertir al país en una cárcel de cielos abiertos y evidentemente también en una incubadora de apátridas. Es decir, hay personas que están saliendo del país por necesidad económica, que tienen algún vínculo directo o indirecto con alguno de los ex-presos políticos o presos políticos actuales u opositores directos».
«Y esas personas -continúa- son condenadas a no volver a entrar en Nicaragua. Y muchas veces el mundo no lo comprende. El limbo migratorio para una persona que ha decidido salir y que no tiene ninguna participación política, pero que ahora no puede retornar e intenta denunciarlo, tiene muy pocas pruebas fehacientes ante otro país de recepción, porque claro, no tiene ninguna evidencia para decir yo también soy perseguido por la dictadura».
¿Cómo es su vida tras ser deportado y haberle quitado el régimen la nacionalidad nicaragüense (el Gobierno de Sánchez le concedió la española el pasado verano)?
Muy difícil. Sobre todo porque tienes que replantearte el hecho de no estar en un lugar donde decidiste estar; por otra parte, no sentirte parte de ningún tipo de lugar. Hoy yo puedo resumir mi vida en una maleta y extraño mi casa, extraño estar con mis padres y ver el informativo nocturno, cenar juntos, hablar como familia… Desde hace cinco años, por mi involucramiento político, por convicción y principios, no puedo estar con toda mi familia.
¿Se ha recuperado de las torturas?
En cuanto a las secuelas de salud, no me he logrado recuperar de mi problema cardíaco. Tengo problemas en una pierna como secuela de lo que viví durante los casi dos años de cárcel.
Alemán confiesa que también le ha costado acostumbrarse a dormir en una cama después de «permanecer en una celda de dos por dos, totalmente iluminada 24 horas, sin distinguir si era de día o era de noche, y dormir en una planchita de cemento con una colchoneta de menos de una pulgada de alto y arroparme en mi brazo».
Su madre, con la vive en Miami, sigue velando por los sueños y el bienestar de su hijo hasta el punto de que «en las noches, en la madrugada, intenta extenderme un poco el cuerpo. Cuando amanece y estoy en el desayuno, me dice: ‘Has vuelto a dormir encorvado’». Y es que para protegerse del frío se llevaba las piernas al pecho, y recordaba los dolores que sufría al dormir en una colchoneta «tan pequeña para mi altura».
«Cuando amanece y estoy en el desayuno, mi madre me dice: ‘Has vuelto a dormir encorvado’»
Confiesa que en aquellos días encarcelado, su aliciente para levantarse y encontrar sentido a las cuatro paredes blancas que le rodeaban «fue el amor de mi madre, el amor a mi familia, el amor a Nicaragua, porque tengo que amar a mi madre para poder amar a ese país». También le ayudaba pensar en «su tesis doctoral. Yo soy licenciado en Comunicaciones en la Universidad Centroamericana (confiscada por Ortega). Intentaba pensar todos los días en una tesis en la que combinar la comunicación, que es mi pasión, y ahora la política, que es una necesidad y un principio».
Usted ha participado en la presentación este lunes en Madrid del World Liberty Congress, que alerta sobre la recesión de las democracias en el mundo, y trabaja para impulsar la transición de las autocracias a la democracia…
Cada vez más es necesario la solidaridad internacional para que más voces se alcen por la necesidad que enfrentamos en nuestros países. Parece muy real. Es como extraído de los relatos de Orwell -‘1984’, ‘Rebelión en la granja’-. Pero la ficción hoy ha quedado muy reducida porque la realidad les ha superado. En Nicaragua la realidad supera cualquier guion de una película de terror en Hollywood.
Para nosotros estos espacios son necesarios, sobre todo para que Europa no mire hacia otro lado. Es decir, en Latinoamérica se está lidiando con dictaduras totalitarias y en Nicaragua yo puedo decir que hay una dictadura que se perfila bajo un modelo dinástico. No podemos ni se puede permitir la romantización del fenómeno de los 80, que no tiene absolutamente nada que ver con este capítulo.
En España, en Europa deben entender que del otro lado del océano hay una necesidad real de cientos de nicaragüenses que desde el silencio alzan su voz y piden una respuesta. La denuncia es necesaria. Estamos en este proceso de condena internacional, de aislamiento de estas dictaduras sostenidas por las armas, pero sobre todo por tergiversar el financiamiento internacional para proyectos sociales que nunca llegan y que nunca se cumplen, pero que son utilizados para financiar las armas y la represión.