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El presente recupera lo pasado

El primer libro que se traduce de Anna Ruchat, escritora suiza en lengua italiana, deja la sensación de haber asistido a una confesión y a una conquista.

 

Vuelo a la sombra es el primer libro de Anna Ruchat que se publica en España. Lo ha traducido el también escritor y editor argentino Pablo Ingberg para la editorial Pre-Textos. 

Anna Ruchat, a su vez, es una escritora suiza en lengua italiana. Ha publicado algunos libros de cuentos y de poesía, y novelas como Spettri familiari o Il malinteso. Es una de las traductoras de Thomas Bernhard al italiano, y también ha traducido a Victor Klemperer, Elfriede Jelinek o Paul Celan. Algo de la precisión de todos ellos se percibe en Vuelo en sombra, que no llamaría exactamente una novela. Se divide en cuatro partes: Salmo de servicioCántico de SísifoEl viraje y Tiempo de la espera. El salmo no se comprende bien hasta el final de la lectura. Parece el expediente de un hombre, del que se nos dan algunos rasgos físicos como el peso y la altura, que se alternan con preguntas sencillas, de aire retórico (por lo difícil que será hallar respuesta, no por lo relamido).

El siguiente bloque es un repaso en presente a la infancia de una niña observadora, que da la sensación de estar zarandeada por las circunstancias de la vida. No hay quejas, es un registro muy atento y algo melancólico de una época de la vida. Todo se cuenta en presente, a modo de descripción muy precisa. Es como si estuviese colocando los muebles y las figurillas en una casa de muñecas y a la vez describiendo cómo los deposita (“La casa de la abuela guarda misterios que nadie parece tener el poder de revelar. La abuela cuenta historias hermosísimas mientras pasa con cuidado la plancha por los cuellos de las camisas del abuelo…”, o “Cuando el piano está abierto, Sofía observa las teclas negras y blancas, las intermitencias, las negras le gustan más. Pero el piano no está abierto casi nunca”). La manera de narrar y describir tiene algo de acto mágico, como una invocación. La narración se interrumpe recurrentemente con la repetición de los fragmentos de un informe técnico. Es como si a través de la repetición se quisiese asimilar, por una vía más eficaz que la intelectual, una información decisiva. Y lo es.

A medida que avancemos en la lectura comprenderemos que lo que aquí se está intentando es un acercamiento progresivo, iniciado con cautela, a un episodio determinante para la vida de la autora, que parece estar ensayando el lenguaje adecuado para comunicarse con algo, alguien, que lleva mucho tiempo sin hablar. La autora es la única hija que tuvieron la arquitecta Flora Ruchat-Roncati y el ingeniero y piloto André Ruchat. Cuando nació Anna sus padres eran muy jóvenes, ninguno llegaba a los 25 años. En un vuelo de prueba militar, el último que iba a emprender según le prometió a su mujer, André murió. La niña tenía un año. Flora sacó adelante a la niña ella sola y con el tiempo llegaría a convertirse en una famosa arquitecta y volvería a casarse. La actividad entregada y la soledad de la madre se advierten a través de la mirada de la niña, que no llega a entenderse del todo con ella, que vagamente echa de menos al padre al que no puede recordar, que detecta el nerviosismo y la determinación de la madre. Lo que asombra del capítulo es la capacidad de rescatar la manera de sentir de una niña sin impostación ni drama. La propia niña reconoce que no les falta de nada, que son una familia con suerte (aparecen menciones a desastres de la década de los sesenta, en Vietnam o Biafra, por ejemplo). Y de hecho entendemos que la niña está recibiendo una buena educación y el amor que necesita. El aire de melancolía que lo empapa todo ¿no es común a todas las infancias?

El siguiente capítulo aborda al padre ya sin tapujos. La autora practica otro tono y otro acercamiento, bastante audaz. Aquí el texto se alterna con fotografías. Lo asombroso es que a pesar de la cautela confesa con que la autora aborda el libro, se acerca a ese episodio determinante de su vida, que no llamaría exactamente doloroso, sino más bien silenciado, el padre se aparece con claridad ante nosotros, se hace visible gracias a la densidad de su ausencia y a la resolución de su hija de invocarlo escribiendo sobre él. La elección del tiempo en presente para la narración nos ayuda a comprender el alcance del trauma sufrido por la autora, como si dar vueltas a un tiempo que aún no se ha desarrollado, que no ha llegado a tener consecuencias o que sigue en la encrucijada sin haberse decantado aún por uno u otro camino, nos permitiese detenerlo hasta que demos con la fórmula para reconducir la vida (o para describirla tal y como es, sin maquillajes).

En Vuelo a la sombra Anna Ruchat se aproxima a un acontecimiento crucial de su vida, que no pudo comprender cuando sucedió, quizá determinante para que más tarde emprendiese la carrera literaria, y comprendemos lo difícil y necesario que le resulta a la vez y las vueltas que hay que dar a veces para asimilar en qué consiste nuestra vida. Sus herramientas son la atención y la precisión, sin permitirse la sensiblería, siempre en el lado de la compasión, y así en este libro resulta rigurosa pero conmovedora y cercana, y tenemos la sensación de haber asistido no solo a una confesión, sino también a una conquista.

VUELO A LA SOMBRA
(Volo in ombra)
Anna Ruchat
Traducción de Pablo Ingberg
Pre-Textos, 2023
72 páginas

 

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