10 razones para amar Noche en la ciudad (Night and the City, 1950) de Jules Dassin
NOTA PUBLICADA INICIALMENTE EL 10 DE NOVIEMBRE DE 2023.
Razón número 1: Cine negro en estado puro
Noche en la ciudad es cine negro en estado puro. No solo el increíble uso del blanco y negro, la importancia de la atmósfera conseguida, el espíritu pesimista que rodea la historia, el destino del personaje principal tatuado en su frente, la peculiaridad de la ciudad y sus bajos fondos, la presencia del antihéroe como protagonista, las cuestiones sociales siempre en primer plano, el realismo mostrado con veracidad, el romanticismo trágico o la redención final como ingredientes indispensables revelan su adscripción al género, sino también porque los implicados sabían bien cómo realizar este tipo de películas, además de que el momento en el que se realizó y las circunstancias que la rodearon eran tan oscuras, tensas y pesimistas como el alma de la película.
Jules Dassin estaba encadenando a finales de la década de los cuarenta (década que fue la etapa de oro del cine negro estadounidense) una serie de largometrajes del género que culminaron fuera de EEUU con Noche en la ciudad en Londres y Rififi (Du rififi chez les hommes, 1955) en París. Dassin es una de las figuras claves del film noir con historias tan características como las reflejadas en Fuerza Bruta (Brute Force, 1947), La ciudad desnuda (The Naked City, 1948) y Mercado de ladrones (Thieves’ Highway, 1949).
La novela que servía como material de partida, con el mismo título que la película, de Gerald Kersh, contaba con ambientes que bien conocía su autor por moverse entre pubs nocturnos y haber tenido empleo en el ámbito de la lucha libre en Londres. Por otra parte, Dassin contó con la profesionalidad del director de fotografía Mutz Greenbaum, que ya había realizado dos películas de cine negro victoriano notables como So Evil My Love y Gritos en la noche y con la labor del guionista Jo Eisinger, que abordó uno de sus mejores trabajos, aunque fue una de las plumas también presentes en el guion de otra obra mítica del cine negro estadounidense, Gilda.
Razón número 2: Al borde del exilio
Las circunstancias extracinematográficas de Noche en la ciudad son muy especiales, pero hacen entender mucho mejor el alma que subyace en cada uno de los fotogramas. Ese pesimismo y poca fe en el mundo, pero también una mirada de compresión hacia el personaje del perdedor. Se respira el pesimismo, el desencanto hacia el ser humano, la traición, el dolor de la delación. Se siente la tensión. La incertidumbre y el desequilibrio.
Jules Dassin se encontraba en un momento extremadamente delicado, pues la caza de brujas estaba en su apogeo y el director se hallaba en el punto de mira. El productor de la Fox, Darryl F. Zanuck, decidió alejarle de EEUU, y el rodaje de Noche en la ciudad se trasladó a Londres. Aunque después del rodaje regresó a EEUU, sufrió inmediatamente la presión del macartismo, su nombre fue dicho en varias declaraciones de distintos compañeros, formó parte de las tristes listas negras y no tuvo más remedio que exiliarse a Europa. De hecho, hasta cinco años después no consiguió los apoyos necesarios para realizar Rififi, cuyo éxito le permitió llevar a cabo una segunda carrera cinematográfica en Europa.
Así que Jules Dassin sabía que estaba en el punto de mira y se sentía tan presionado como Harry Fabian, el protagonista de su película. Así a ese timador de poca monta le envuelve una pátina de compasión y comprensión ante la encerrona que va sufriendo.
Razón número 3: Harry Fabian
El actor Richard Widmark se estaba convirtiendo en un actor imprescindible del género; de hecho debutó en la magnífica El beso de la muerte. Su presencia podía denotar la maldad más absoluta como en su debut o estar al lado de la ley y ser absolutamente creíble como en Pánico en las calles o Un rayo de luz. Solo que en Noche en la ciudad logra mostrar un personaje ambiguo, que si bien empieza transmitiendo rechazo, termina provocando la compasión del espectador.
En Noche en la ciudad, su carisma le permite dar matices fundamentales al personaje de Harry Fabian. Este perdedor y timador de poca monta que se mueve en los bajos fondos y tiene grandes sueños de grandeza y ambiciones, deseando dar el pelotazo que le permita vivir tranquilo, no tiene escrúpulos a la hora de engañar y enredar a los que le rodean. Es capaz de engañar a su novia o engatusar a un hombre mayor para que baile a su son. Solo desea una vida mejor, pero no le importa si tiene que pisar para lograr sus objetivos. Posee una energía sin igual y aunque fracase una y otra vez y deba dinero a todo el mundo y cada vez tenga menos credibilidad, enseguida vuelve a levantarse y a intentar dar otro palo.
Sin embargo, Harry Fabian muestra también su vulnerabilidad, sus sueños, su alma de perdedor, su desesperación por esa vida que no logra y, finalmente, el dolor que siente y el desencanto cuando descubre que toda su vida ha sido un error, que no ha hecho nada bien y que tal y como ha hecho él, todo el mundo a su alrededor le delata y le traiciona. Ni siquiera le permiten que le salga bien su redención final, cuando trata de compensar a la mujer que quiere, pero que nunca ha cuidado.
Razón número 4: Corre, corre
Si algo transmite Noche en la ciudad es tensión y velocidad. A su personaje principal, Harry, le conocemos en plena persecución por las calles de Londres. Se nos presenta corriendo y ya no para en toda la película. Fabian termina su periplo con otra persecución angustiosa. De esta manera, la historia de este timador es circular, le conocemos corriendo y nos despedimos de él en plena carrera…
Al principio, en su primera persecución, el perdedor encuentra salidas. En la última, no hay meta posible. El personaje corre angustiado y sabe que está marcado. Solo quiere descansar…, pero ni eso le está permitido.
Noche en la ciudad es una carrera sin retorno. Harry Fabian solo se rendirá cuando ya no pueda soñar ni tenga más aires de grandeza, cuando se dé cuenta de que realmente es un perdedor, cuando ya no hay posibilidad de escape. Ahí Richard Widmark muestra sus dotes de actor, qué distinta es la sonrisa del Fabian con esperanza y la del hombre que sabe que no hay escapatoria posible.
Razón número 5: La ciudad y los bajos fondos
Jules Dassin ya demostró cómo filmar una ciudad como Nueva York en La ciudad desnuda. En el cine negro, la ciudad se convierte en otro personaje más. Si bien es cierto que Nueva York aparece de una manera veraz casi documental en dicha película, también crea los ambientes y atmósferas que convierten a las urbes en los mejores escenarios del género.
En Noche en la ciudad, sabe filmar por tanto un Londres especial de los bajos fondos. Y en blanco y negro, ganan esas callejuelas por donde huye Harry Fabian. Los clubs nocturnos como en el que trabajan él y su novia. Los pequeños apartamentos, dejando constancia de la dura posguerra. El muelle, los puentes, los gimnasios de lucha libre, el ring…, la presencia en cada esquina de un ejército de personas sin hogar organizados, como en M, de Fritz Lang. Sí, esos personajes que son invisibles para la mayoría, pero son los ojos de la urbe. Es una película nocturna como no podía ser de otra manera. Luces y sombras. Y esa huida desesperada final al anochecer y que no para hasta que aparecen las primeras luces del día.
Razón número 6: Traiciones
La estructura de la película, los puntos de inflexión, todo va girando alrededor de las traiciones y las delaciones. Al principio, parece que Fabian domina el cotarro, que es el que va traicionando a todos para conseguir su sueño: una vida donde pueda dejar de correr. Como dice un vecino, en los apartamentos donde vive su novia Mary (Gene Tierney), es un artista de la vida que no sabe canalizar su energía ni tiene un objetivo común y eso termina siendo peligroso.
Poco a poco se va viendo enredado en una tela de araña donde todos sus compinches le van traicionando hasta llegar a entregarle sin escrúpulos al mafioso de la ciudad (Herbert Lom) con el que ha querido equipararse. Kristo, su rival, solo tenía un punto débil: el amor hacia su padre, y Fabian toca esa relación sagrada para él, aunque estuviese rota.
Le traicionan los dueños del club donde trabaja proporcionándoles clientes, le traicionan aquellos colaboradores con los que se junta en los bajos fondos, se autotraiciona él mismo cuando no quiere darse cuenta de que es un fracasado… Todos menos Mary, pero es demasiado tarde cuando se da cuenta.
Razón número 7: Lucha
Harry Fabian ve una salida cuando atrapa una oportunidad en un negocio que da dinero: la lucha libre. Aprovecha una discusión entre padre e hijo. Solo que el hijo es el mafioso número uno, que domina el negocio de la lucha libre en Londres. Y el padre es un gran luchador de la modalidad grecorromana, que ve como un insulto el tipo de espectáculo que ofrece su hijo. Fabian se mete en medio de la relación y consigue como socio al mítico padre y a su joven pupilo, que sigue sus pasos, para empezar a organizar también luchas con un fondo de prestigio. Sabe que el mafioso no va a tocarle, porque su padre está de su parte.
Pero Fabian es un perdedor y va dando tumbos para conseguir el dinero necesario para organizar las luchas. Y todo se va enredando y enredando hasta que se provoca una brutal lucha entre el padre del mafioso, ya mayor, y un luchador contrincante que es todo fuerza bruta y que da espectáculo en los combates. El fatal desenlace deja la puerta abierta al mafioso para vengarse de Harry Fabian.
La lucha y el ring también como metáfora de la vida. La vida es lucha, que se lo pregunten a Harry. La lucha puede ser dura, limpia y honrada, como muestra ese anciano, enamorado de la modalidad grecorromana. Pero también sucia, traicionera y violenta, como la que practica su contrincante.
Razón número 8: Dramas familiares
Al final los personajes arrastran dramas familiares que definen sus acciones y personalidades. Harry Fabian no da una oportunidad a la vida normal que podría haber construido con Mary, como esta le muestra en una fotografía de los dos en tiempos felices. No da una oportunidad a la pareja, sino que se deja llevar por sus ambiciones sin meta alguna. No se da cuenta hasta el final de que ella era la única con la que quizá hubiese alcanzado algo parecido a la felicidad y cuando quiere arreglarlo ya es demasiado tarde.
Hay un momento especialmente dramático en la persecución final, en el único momento en que consigue sentarse y descansar en el viejo almacén de una anciana que le acoge en sus últimos momentos, donde Harry reconoce que está cansado y que siempre ha huido y deja caer que todo comenzó con su padre.
Pareja fallida y retorcida es la de los dueños del pub donde trabajan Harry y Mary. Una pareja con una relación tóxica que todo lo emponzoñan y enredan y que serán el punto de partida de la caída de Harry Fabian. Philips y Helen Nosseross (Francis L. Sullivan y Googie Withers), los dueños del Silver Fox Club, tejerán un laberinto sin salida para el protagonista principal, básicamente porque son dos infelices encerrados en una jaula que huele cada vez más a podrido. El matrimonio Nosseross en su carrera hacia la destrucción (solo saben hacerse daño el uno al otro, pero a la vez son dependientes) se llevan por delante a Fabian.
Y, por último, Harry Fabian se busca al peor enemigo, Kristo, el mafioso de la ciudad, tocando además su talón de Aquiles, su anciano padre (Stanislaus Zbyszko), un honrado luchador. Todo se precipita hacia el desastre cuando las traiciones de unos y de otros llevan a que este viejo luchador se enfrente a muerte con un descerebrado y famoso luchador, The Strangler (Mike Mazurki). El traumático final de esta lucha precipita la tragedia de todos los personajes, especialmente de Harry Fabian. Llama la atención cómo se construye con las pinceladas precisas la compleja relación que tienen Kristo y su padre y que culmina con la venganza de este último, que no siente ninguna piedad hacia Harry.
Razón número 9: Secundarios de oro
Una película también la definen sus personajes secundarios. En Noche en la ciudad se mezclan actores estadounidenses con europeos, creando una apasionante galería de personajes secundarios con vida propia que rodean la carrera sin retorno de Harry Fabian. Solo hay cuatro personajes positivos en esta historia: Mary, su vecino, el padre de Kristo y su joven discípulo en la lucha grecorromana (Gene Tierney, Hugh Marlowe, Stanislaus Zbyszko y Ken Richmond). Poco pueden hacer en la tela de araña de traiciones y pesimismo que rodea la película.
Luego están los pesos pesados de la trama: el matrimonio Nosseross, presencias enfermizas, que todo lo destruyen y que tienen los rostros de dos secundarios de oro del cine británico: Francis L. Sullivan y Googie Withers. El mafioso de la ciudad que se sale con la suya, pero esconde un drama familiar que da rienda suelta a la venganza, y tiene el rostro de Herbert Lom. El luchador descerebrado que acelera la tragedia cuenta con un actor de carácter como Mike Mazurki.
Después se disfruta de otra galería de personajes maravillosos de los bajos fondos como Googin, el anciano falsificador (Gibb McLaughlin); Figler, el que organiza la mendicidad en la ciudad (James Hayter); Anne O´leary, la contrabandista que se apiada de Harry al final (Maureen Delaney), el manager del luchador descerebrado (que crea espectáculo con su fuerza y manera bárbara de luchar), Mickey Beer (Charles Farrell) o Molly (Ada Reeve), la anciana alcohólica siempre alrededor del Silver Fox. Entre todos crean el angustioso y pesimista universo de Noche en la ciudad.
Razón número 10: Redención final
El cine negro regala tristes redenciones finales y la de Harry Fabian, rompe el corazón. Solo y marcado, todo el mundo sabe que no tiene escapatoria posible. Y justo cuando él quiere hacer algo noble por la única persona que le ha querido a pesar de ser como es, Mary, ni eso le permiten. Pero lo intenta. Y se muestra vulnerable y cansado y nos dice que se ha pasado la vida corriendo y huyendo y que tiene ganas de parar. Y le obligan a parar, a la fuerza, y lanzan su cuerpo como un fardo inservible al agua… Pero el espectador sabe que la larga noche en la ciudad ha acabado para Harry Fabian, su carrera por fin termina con las primeras luces del amanecer. Es triste, pero por fin ese timador de poca monta puede reposar.
HILDY JOHNSON….
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