Derechos humanosDictaduraEconomíaGente y Sociedad

El hambre no cree en pronósticos

Es difícil aventurar lo que nos deparan los próximos meses, aunque una cosa es segura: el hambre no cree en pronósticos.

Los cubanos atraviesan una de las peores crisis de su historia

                                 Los cubanos atraviesan una de las peores crisis de su historia (Foto: CubaNet)

 

LA HABANA, Cuba. – Muchos cubanos andan calentándose el cerebro con la bajada del dólar y la subida de los precios, lo cual significa que todavía son muchos los que hacen caso a los altoparlantes del régimen, que sin ningún argumento lógico echaron a volar la acusación de que el mercado cambiario informal estaba siendo dirigido desde una computadora en el “país enemigo”. Las divisas se han desplomado y, al contrario de lo que anticipaban los influencers de la esquina roja, el paquete de café importado que costaba 1.450 cuando el dólar se acercaba a los 400 pesos, ahora vale 1.700 mientras el viejo Washington se cotiza en 320 pesos.

Los sorprendidos sufren, los avisados aguantan sus reservas de moneda fuerte y los pescadores lanzan todas sus redes al río revuelto de los desesperados, porque siempre hay quien vende, sobre todo los que no tienen que partirse el lomo pagar ganar los dólares. Lo de ellos es cambiarlos al precio que buenamente les quieran pagar, para automáticamente ir a comprar el paquete de pollo de 10 libras que ya anda por los 4.500 pesos, un poco de picadillo, aceite, alguna chuchería para el niño de casa y guardar lo que sobre, si sobra.

Mientras tanto, al hijo del primer ministro le niegan el parole, pero su descarado intento de salir de Cuba mediante un programa humanitario es otra evidencia de que la candela sigue subiendo. Ulises Guilarte, el de la CTC, se delató a sí mismo y a la manga de bandoleros que gobiernan este país al decir que si los cuadros aparentan interesarse por los problemas del pueblo, este seguirá creyendo que vamos a mejorar. Así, a la cara, lo soltó en una de tantas inútiles reuniones donde ganó tres o cuatro libras y perdió otro cacho de la única neurona que le queda.

Los cerebros de todos esos dirigentes juntos no aportan material suficiente para hacer una neurona funcional, pero también hay que contar con la falta de perspicacia de un pueblo que no ha terminado de tragarse la comida que tiene delante y ya está pensando en cómo hará para garantizar la próxima. Es lo que toca, porque también hay que entender que los tubos de la termoeléctrica Felton no se limpiaban desde 1959; por eso han tenido que darle manguera a los 22.000 de una sola vez, alternando turnos y trayendo desde no sé cuál provincia la única máquina que sirve para limpiarlos.

Si viviéramos en un país libre, con leyes útiles y economía de mercado, cada provincia se autogestionaría y podría adquirir sus propias máquinas de limpieza para atender sus propias termoeléctricas, que de seguro no estarían en el estado ruinoso que las ha dejado la incompetencia del régimen. Pero somos continuidad.

Díaz-Canel dijo que hay que sufrir ahora para no hacerlo en julio y agosto, como si el calor de mayo y junio fuese distinto, con una sensación térmica de 41 grados Celsius sobre nuestro pellejo. No obstante, ya el hombre rectificó, porque el pueblo se toma al pie de la letra lo que él dice, y aclaró que no puede asegurar que no habrá apagones durante los meses de vacaciones. Vuelve el sí, pero no, que es más no que sí y eso lo sabe aquí todo el mundo.

El sucesor de Alejandro Gil debe andar tomando mojitos en su oficina, porque trabajo no tiene. Si no hay dinero en Cuba y el ministro de Energía y Minas admitió que se necesitan 300 millones de dólares anuales para mantener a flote el sistema electroenergético nacional, apaga y vámonos que seguiremos a oscuras este año, el que viene y hasta tanto no nos quitemos de encima la cosa nostra.

Con un panorama tan surtido de cosas en qué pensar, lo que de verdad le importa a la gente es que el dólar baja y la comida sube. Que la contralora general de la República haya reconocido públicamente ser un trapo de los militares no ha removido la indignación de los cubanos. El silencio y la indiferencia sobre el tema siguen dejando el camino libre a los saqueadores, quienes están tan seguros de que a este pueblo pueden atragantarle lo que quieran, que el monopolio ETECSA se ha atrevido a denunciar que otras compañías suplantan su identidad y se quedan con millones de dólares de las recargas desde el exterior.

Si a la única empresa de telecomunicaciones que existe en Cuba desde hace seis décadas le puede robar cualquier chiringuito online, ¿para qué han servido tantos acuerdos bilaterales con Rusia en materia de ciberseguridad? En la recta final del “sálvese quien pueda y con lo que pueda”, ETECSA está siendo desfalcada por los propios militares a través de sus pequeñas agencias en Miami, manejadas por testaferros.

Cuando las divisas terminen de bajar a voluntad de los que realmente están detrás de la artimaña, el rebote será violento y al régimen no le quedará más remedio que presionar al sector privado para que modere sus precios. Tendrá que meterse con el bolsillo ajeno, que también es suyo, pero tiene otros intereses. Es difícil aventurar lo que nos deparan los próximos meses, aunque una cosa es segura: el hambre no cree en pronósticos y la gente que ayer respiraba, hoy amaneció mucho más apretada.

 

 

Botón volver arriba