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Cuba está tan… que ni que bajen los precios, incluidos los del dólar, es buena noticia

¿Qué está pasando con la moneda estadounidense y qué pueden esperar ahora los cubanos?

Un bicitaxista en La Habana.                                   Un bicitaxista en La Habana. DIARIO DE CUBA

 

En Cuba el dólar ha bajado más rápido que Lance Amstrong a full de esteroides una cuesta en los Pirineos… y el Gobierno, feliz porque ahora la gente mira a El Toque y, en vez de aterrarse, irritarse o deprimirse, respira aliviada, contenta de ver que gana, de media, el respetable salario de unos 15 dólares al mes

Aunque la inmensa mayoría de los cubanos no tocan dólares, ni siquiera los ven pasar, se han creído la trola de que los precios en las MIPYMES —sin las que no se come en Cuba— dependen casi exclusivamente del valor del dólar en el mercado informal.

Tan precisa como falsa, la campaña contra la tasa de El Toque logró cambiar la percepción sobre la evolución de las divisas y pinchar así la burbuja especulativa, pero su mayor logro ha sido asociar la inflación a la referencia que diariamente publica ese medio, como si fuese su culpa que los cubanos, con salarios y pensiones socialistas, tengan que pagar precios capitalistas para sobrevivir.

Sin embargo, aunque el dólar se haya «hundido», tras más de dos semanas de vertiginosa caída los precios siguen inmutables, aun cuando la gente, con fe de mártir cristiano ante inminente suplicio, sigue esperando que los huevos, el pollo y el aceite —¿se come algo más en Cuba?— se abaraten. «Y, sin embargo, no se mueven», diría Galileo si le preguntaran sobre los precios en la Isla. ¿Que va a pasar ahora?

Aquí no caben sorpresas. El dólar se ha desinflado porque los mismos que apostaron a su subida luego especularon con su bajada, vendiendo tantos como pudieron para recomprar después a menor precio. El rebote reciente apunta a que ya comenzaron a hacerlo y, aunque sacar conclusiones en un mercado que oscila tan bruscamente es precipitado, todo indica que el dólar inevitablemente subirá.

Mientras Cuba no produzca riquezas, el dólar subirá; mientras Cuba importe más de lo que exporta, el dólar subirá; mientras entre más dinero para consumo —remesas— que para inversión, el dólar subirá; mientras la gente prefiera emigrar que labrarse un futuro aquí, el dólar subirá; mientras siga extendiéndose la dolarización, el dólar subirá; mientras se importen más autos de lujo que de trabajo, el dólar subirá; mientras se mantenga un arcaico sistema de tipo de cambio fijo, el dólar subirá; mientras se prime la inversión extranjera sobre la nacional, el dólar subirá; pero sobre todo, mientras quede un oportunista con poder repitiendo que él es Fidel, el dólar subirá.

Hasta dónde bajará el dólar esta vez es imposible saberlo. ¿El rebote actual es señal de que ya la tendencia es alcista o es solo una corrección momentánea? En estas aguas turbulentas es difícil encontrar un faro que nos alumbre el futuro; paradójicamente, una señal muy confiable de que el dólar estará listo para subir con fuerza será cuando los precios de los productos, como tanto desea la gente, comiencen a bajar… ¡menudo humor negro!

Y es que una de las más, sino la más potente demanda de dólares en Cuba, es la de las MIPYMES que, vía importaciones —para las que necesitan dólares—, abastecen al país para que sobreviva de un apagón al próximo. Cuando el dólar se disparó al alza debido a la especulación de, entre otros, muchos «mipymeros» que compraban divisas hoy suponiendo que mañana estarían más caras, provocando así lo que querían evitar en clásico ejemplo de profecía autocumplida, los productos que vendían también se encarecieron, pero a ritmo inferior a la apreciación del dólar, lo cual implicó un inevitable ajuste a la baja de los beneficios que, en algunos casos, se saldó en quiebra.

Márgenes de ganancias más estrechos condujeron a una menor inversión —los inventarios no se reponían del todo ni tan rápido— lo que a su vez se tradujo en una menor demanda agregada de dólares haciendo que su precio bajase.

Ahora, cuando veamos los precios de los productos de las MIPYMES bajar —si es que se llega a eso— será porque los márgenes de beneficios se habrán recuperado en parte porque el dólar ha bajado, lo que infundirá optimismo en los negociantes que, para ganar más, querrán importar más, para lo cual volverán a demandar dólares, y !PUM!, dólar al alza nuevamente y nueva carrera para comprarlo antes de que suba, lo que lo hará subir aún más rápido.

En un escenario donde nada —ni siquiera Western Union— presagia que la oferta de dólares crecerá significativamente, un aumento de la demanda de dólares por parte de las MIPYMES se traducirá en que los cubanos volverán a ver sus salarios reducirse a siete u ocho dólares mensuales, mientras las pensiones… mejor ni sacar esa cuenta.

Pero entendamos que ni El Toque rige el valor del dólar, ni el valor del dólar gobierna la economía nacional; es al contrario, si hay cubanos trabajando dos o tres días —a veces más— para ganar un mísero dólar, es porque el país es una finca mal administrada que algunos creen que puede administrarse mejor, pues no entienden que no existirá «mejor» mientras no haya libertad, no existirá «mejor» mientras no haya derechos, así que no necesitamos que las cosas «mejoren», sino que se acaben de joder para poder enderezarlas realmente.

 

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