México: El desafío de una nueva gestión presidencial
Para México, es un momento histórico que Claudia Sheinbaum pueda ser la primera presidenta en la historia de su país. Nunca ha habido una presidenta en México, ese hecho tan simbólico hace que quienes la apoyan esperen una forma diferente de gobernar.
La alianza ganadora “Sigamos haciendo historia”, que incluye a Morena, el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista de México, no solo venció en la carrera presidencial, también reforzó sus mayorías en el Senado y la Cámara de Diputados, una variable del poder institucional que facilitará la agenda tanto de López Obrador como de Claudia Sheinbaum después de que asuma.
Por los partidos que la apoyaron, da la impresión de que habrá cambios para no cambiar nada (la paradoja del expuesta por Lampedusa en su novela «El gatopardo”). Si bien es cierto que fue electa por el 60% de los votos, también lo es que el lapso que va desde la elección hasta la toma formal del poder (octubre de 2024) puede cambiar algunas cosas y crearle a la nueva presidenta un escenario político distinto al que había al momento de su elección.
Tras las elecciones, Morena aumentó su poder como la principal fuerza política de México ya que no solo logró mantenerse en el poder con el triunfo de Claudia Sheinbaum en la presidencia del país, sino que también obtuvo la mayoría en el Congreso. Junto con sus aliados, pasa a gobernar 25 entidades federativas, incluyendo la Ciudad de México, donde mantuvo el poder.
Es importante destacar que, con estos resultados, Morena se convierte en la primera fuerza política en el país y por primera vez en 24 años un presidente tendrá mayoría en el Poder Legislativo, desde el gobierno de Ernesto Zedillo en 1994. Por lo tanto, el presidente López Obrador y Morena podrían llevar adelante cualquier tipo de reformas con muy pocas dificultades, y no solo después de haber asumido la presidenta electa, sino desde el 1 de septiembre, cuando entre en funcionamiento la nueva composición del congreso. Esto les dejaría con las manos libres durante un mes, para resucitar el paquete de reformas enviado el 5 de febrero pasado, en su último intento por instaurar su proyecto de 20 propuestas en las que se fundamenta la Cuarta Transformación.
Estas 20 propuestas de su proyecto de reforma incluyen: revertir las reformas al sistema de Pensiones; garantizar la continuidad de programas como Jóvenes construyendo el Futuro y Sembrando Vida; una nueva Reforma Electoral; una reforma para que jueces y magistrados se conviertan en cargos de elección popular y la eliminación de organismos autónomos, así como la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional, algo ya rechazado por inconstitucional por la Suprema Corte de Justicia de México. De ahí el temor de que, ante este nuevo escenario político nacional, un solo partido decida una ruta única para el país, sin considerar la opinión de la oposición.
La sucesora de López Obrador tiene un mandato electoral que incluye la decisión política de enfrentar a los cárteles del narcotráfico, ajustar el déficit fiscal, promover nuevas inversiones, resolver la crisis causada por la migración indocumentada y, definir una agenda con el primer socio comercial de México, Estados Unidos, de manera tal que permita profundizar las relaciones bilaterales un poco desgastadas por la gestión de su predecesor.
México es un país de grandes contrastes. Según una investigación realizada por EL PAÍS, mientras que la alcaldía de Benito Juárez en la Ciudad de México tiene un Índice de Desarrollo Humano similar al de Francia, los municipios de Aldama o Mitontic en Chiapas apenas alcanzan los niveles de Guinea-Bissau o de la República Democrática del Congo. Esta desigualdad social y regional se ha traducido también en polaridad política. En la alcaldía de Benito Juárez, el PAN ganó nuevamente, de la misma forma que ha ganado todas las elecciones desde el año 2000, mientras que, en Chiapas, el Estado más pobre del país, Morena obtuvo el 80% de los votos. Es decir, a menor ingreso, mayor intención de voto por Claudia Sheinbaum, y a mayor ingreso, mayor la intención de voto por Xóchitl Gálvez, la candidata opositora.
Si México tiene un asunto pendiente de primordial importancia, es esa relación de amor y odio con Estados Unidos. Ambos países están profundamente entrelazados; Estados Unidos es el socio más importante de México, ya que es el destino del 78% de las exportaciones de México, y solo en 2023 los mexicanos enviaron más de 40,000 millones de dólares en remesas. Pero la relación también enfrenta desafíos muy concretos. Los lazos comerciales se han tensado desde la aprobación del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), así como por la actuación de los cárteles de la droga que trafican fentanilo a niveles alarmantes.
Resolver la violencia criminal es también un tema prioritario en la nueva gestión presidencial; esta violencia marcó una tendencia en crecimiento durante toda la campaña electoral. Ni la suma de todas las tropas; la Guardia Nacional, el Ejército y la Marina, que alcanza a más de 259,000 efectivos, sirvió para frenar una ola de ataques y atentados que atravesó a todo México. En otras palabras, la sociedad se militarizó, y los resultados de prevención fueron muy escasos. A manera de ejemplo, en el último año fueron asesinados 38 candidatos a diferentes niveles de la administración pública, y se computan al menos 320 incidentes violentos contra políticos, de acuerdo con el seguimiento que realiza la consultora Laboratorio Electoral.
Pese a la política del presidente López Obrador de «Abrazos, no balazos», la cifra de homicidios aún es altísima, y el país registra más de 100,000 desaparecidos. La pregunta que más se ha repetido en las últimas horas es: ¿Qué hará Claudia Sheinbaum con todo el poder que le ha dado su elección?. La respuesta se puede encontrar en que detrás de la nueva presidenta electa se encuentra el presidente saliente López Obrador. En ese sentido, hay que señalar que México votó, decidido, por la continuidad de un proyecto de gobierno ya trazado y al que la Sra. Sheinbaum juró mantener.
Esta promesa de campaña le ha bastado para superar por 32 puntos a la oposición. Sin embargo, el ser humano responde a su naturaleza competitiva y estimo que la nueva presidenta encontrará la forma de dejar su propia huella y mantener contento a su mentor, quizá haciéndose eco de su retórica nacionalista y de «México primero», pero actuando con menos bombo y platillo y mostrándose amistosa con las empresas. Muy posiblemente tendrá espacio para promover sus propias políticas en servicios públicos como la salud.
Cuando Claudia Sheinbaum tome posesión de la presidencia de este país en octubre, encontrará retos geopolíticos que la están esperando, y que no se ven nada sencillos de abordar. El regreso de los nacionalismos, de los proteccionismos y el nuevo orden mundial, le marcarán las directrices de la política exterior por lo que necesitará aventurarse en nuevos panoramas y luchar por los equilibrios. Esto último, la futura presidenta lo vivirá en carne propia porque es el momento del nearshoring. Según los datos del motor de búsqueda de GOOGLE, muestran que México es el campeón mundial de las búsquedas en Google de la palabra nearshoring y por mucho, por encima de países como Filipinas, Guatemala y Costa Rica. El nearshoring, que aparece en discursos políticos, reportes financieros y hasta anuncios promocionales, ha capturado la imaginación de muchos mexicanos. Esta palabra se refiere al traslado de empresas de un país a otro, por su cercanía con el mercado meta.
En los últimos dos años, conforme ha recrudecido la llamada “guerra comercial” entre Estados Unidos y China, México ha surgido como una alternativa para que empresas chinas muevan sus operaciones para seguir vendiendo al mercado norteamericano sin incomodar a la Casa Blanca. La segunda economía de Latinoamérica tiene mano de obra comparablemente barata a la china, pero tiene la ventaja de estar ubicado, geográficamente, al lado del país meta. Lo anterior habla de la importancia de alcanzar un equilibrio en las relaciones bilaterales con el vecino del norte, sin que se cierre la puerta de su principal socio comercial, debido a que al menos en términos económicos, China llegó para quedarse y eso a Estados Unidos no le gusta en su patio trasero.
El rumbo geopolítico alcanzará también a Europa, con el avance de la extrema derecha y su creciente consideración del comercio como un riesgo de seguridad nacional a raíz de la disrupción en la cadena de suministros por los crecientes conflictos internacionales. Esto último representa un gran reto geopolítico para las cadenas de suministro, sobre todo si se toma en cuenta que México importa cerca del 50% de los alimentos que consume y el cambio climático no ayuda, tanto por las altas temperaturas como por el exceso de lluvias.
Así son los retos que le esperan a Claudia Sheinbaum, presidenta electa de México.
Luis Velásquez
Embajador