Cuba, aislada en el mar Caribe
Los cubanos intuyen que nuevamente son utilizados para la confrontación militar, e inmersos en su precariedad cotidiana, no creen en la propaganda del Gobierno.
LA HABANA, Cuba. – El cataclismo acecha a Cuba, que podría quedar aislada, sin recursos económicos, capacidad productiva ni fuerza de trabajo óptima. La mayor crisis en la historia y las ataduras a la población para procurar la recuperación continúan sumiendo al país en la miseria. En contubernio con Rusia, las autoridades han acentuado el aislamiento, al exhibir la poderosa flota eslava en sus mares, y procurar ampliar la influencia económica y comercial del Kremlin en América Latina y el Caribe. Mientras, se intensifica la represión para garantizar obediencia.
Como si se tratara de un personaje influyente en el contexto internacional, la prensa oficial atendió el periplo de Bruno Rodríguez en calidad de enviado especial de Miguel Díaz-Canel a China y en la reunión de cancilleres de los BRICS. El canciller no había tenido un papel tan descollante hasta ahora, cuando asciende quizás debido a las recientes defenestraciones y la carencia de otros personajes cercanos a Raúl Castro.
No obstante, no se han anunciado resultados novedosos, lo que sugiere que las conversaciones tuvieron por objetivo, como casi siempre, coordinar el enfrentamiento a las tensiones con Estados Unidos en los mares cubanos y el apoyo la invasión rusa de Ucrania, así como ampliar los compromisos previos de suministros e inversiones, establecidos por Díaz-Canel con Xi Jinping y Vladímir Putin, así como lograr créditos blandos del Banco de los BRICS y un futuro ingreso al grupo.
En el curso del presente año, en Cuba tuvieron lugar visitas políticas y militares rusas de altísimo nivel, revestidas de objetivos económicos, de colaboración y humanitarios, pero con evidente prioridad para los acontecimientos que sobrevendrían. Entre ellos sobresalió el recibimiento al secretario del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, general de Ejército Nikolai P. Patrushev por Raúl Castro en febrero pasado. La eventual pérdida del poder por Nicolás Maduro o la confrontación armada, como resultado de las elecciones del 28 de julio en Venezuela, golpearía duramente al Gobierno cubano, que tendría que dejar de enviar especialistas médicos al país sudamericano y recibir pagos y petróleo de vuelta.
Por su parte, la llegada del petróleo y otros suministros de Rusia a Cuba será más riesgosa y esporádica, debido al incremento de la vigilancia de Estados Unidos y sus aliados. Los proyectos gubernamentales, fundamentalmente de alguna central eléctrica y el ferrocarril, tendrán grandes dificultades para el financiamiento y el acarreo de los suministros, y los empresarios no se arriesgarán a invertir por las medidas punitivas aplicadas en el marco del embargo, las dificultades para abastecerse de insumos, exportar sus producciones, acceder al minúsculo mercado nacional y mover sus cuentas en los bancos cubanos.
En cuanto a las relaciones con China, los proyectos en el marco de la Ruta de la Seda son incipientes. Sin embargo, las producciones conjuntas de BioCubaFarma y otras en ese país, así como las donaciones de paneles solares y la asistencia en las producciones agrícolas cubanas fundamentalmente, podrían dar resultado, si las autoridades dejan de imponer limitaciones absurdas a los campesinos.
La población cubana intuye que nuevamente es utilizada para la peligrosa confrontación militar, e inmersa en su precariedad cotidiana, no cree en la propaganda del Gobierno acerca de las dádivas rusas y las probables ayudas del Grupo de los BRICS. Los cortes de electricidad vuelven a incrementarse por escasez de combustible y roturas o mantenimientos de las vetustas centrales eléctricas, lo que provoca protestas cuando el Gobierno quiere sonrisas y música para aparentar felicidad por la llegada de un submarino nuclear ruso a La Habana.