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Las dictaduras del socialismo del siglo XXI no quieren la paz en Ucrania ni en el mundo

Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua no asistieron a la Cumbre por la Paz en Ucrania / Foto AFP

 

La situación de la invasión de Rusia a Ucrania señala la urgencia que el sistema internacional para el mantenimiento de la paz y seguridad funcione, pero el grupo de dictaduras integradas por China, Irán, las castrochavistas de las Américas, de África y los gobiernos paradictatoriales lo impiden. Las dictaduras del socialismo del siglo XXI -Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua-, subordinadas a Rusia, China e Irán, ahora son parte confesa de los crímenes contra la paz y han ratificado que su camino es el de la violencia y el terrorismo.

La invasión de Rusia a Ucrania dio inicio a la «Primera Guerra Global» que defino como “el conflicto generalizado que compromete a todos los Estados, pero en el que la confrontación armada está limitada a áreas y entre partes específicas, en el que no hay neutralidad y del que ningún Estado está excluido”. En este escenario solo existen dos partes, la del agresor que viola el derecho internacional y perpetra flagrantemente crímenes contra la paz y la humanidad, y la del agredido o víctima que constituye el freno estratégico y territorial a futuras invasiones.

La globalización es “un proceso económico, social, político, tecnológico y cultural a escala planetaria, caracterizado por una progresiva integración e interacción entre los países, las personas y las instituciones”, que junto con el capitalismo definen la naturaleza del mundo actual.

El mundo del siglo XXI es capitalista y globalizado y la interacción de estados, instituciones y personas se desarrolla en ese marco. En este siglo no está en discusión la naturaleza o el “qué” es el mundo, como sucedía por ejemplo en la Guerra Fría donde disputaban el comunismo con el capitalismo; la disputa de nuestro tiempo consiste en “cómo” se gestiona, administra o gobierna un país en que como parte del mundo forma parte de la globalización y es capitalista. Las alternativas son las que han marcado la historia de la humanidad: libertad con respeto a los derechos humanos o concentración del poder a costa de los derechos humanos, que se expresan en democracia o dictadura.

La guerra global es una consecuencia de la globalización y por su naturaleza no excluye a nadie. En la guerra global puede no haber participación armada directa en el conflicto, pero no hay imparcialidad porque todos los estados participan económica, política, tecnológica, comercial, cultural y/o socialmente. En el globalizado siglo XXI la neutralidad es solo teórica y si se da será siempre imperfecta.

La invasión de Rusia a Ucrania fue el único frente activo de la guerra global hasta el ataque terrorista de Hamas contra Israel que forzó la apertura del frente en Gaza, y hay un eventual tercer foco operado por los hutíes con respaldo de Irán en el mar Rojo y el Canal de Suez. En todas estas expresiones de la guerra global el posicionamiento de los gobiernos es el mismo: las dictaduras y sus gobiernos para dictatoriales o satélites apoyan el crimen y las democracias a la defensiva tratan que el sistema internacional funcione.

No es casual que los gobiernos no democráticos expresen alianza contra Ucrania y contra Israel, es natural porque la misma ya existía antes del inicio de la guerra. China, Rusia, Irán son dictaduras bajo diverso tipo de presentaciones o narrativas: China como comunismo con partido único, Rusia con nacionalismo y electoralismo, Irán con imposición teocrática, y todos violando los derechos humanos, concentrando el poder indefinidamente con impunidad, han anulado el concepto de Estado de derecho y gobiernan con el “terrorismo de Estado” como mecanismo fundamental. No hay diferencia ni de objetivo ni de métodos con las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua, pero además los une el enemigo común que es el temor a rendir cuentas y responder por sus crímenes.

La Cumbre por la Paz en Ucrania realizada en Suiza ha confirmado la configuración de la “Primera Guerra Global”: no asistieron las dictaduras de Cuba, Venezuela, Bolivia y Nicaragua; de los gobiernos paradictatoriales no asistió Petro de Colombia, y los de México con López Obrador y Brasil con Lula no firmaron la declaración que expresa consenso en “seguridad nuclear y de tránsito marítimo y liberación de prisioneros de guerra”.

Está ratificado que las dictaduras del socialismo del siglo XXI y sus gobiernos para dictatoriales, bajo mando de Cuba sobre Venezuela, Bolivia y Nicaragua no quieren la paz en Ucrania como no la quieren en Gaza y como no respaldan ni la “seguridad nuclear ni la seguridad de tránsito marítimo”, expresando su posición sobre el terrorismo hutí en el mar Rojo y el Canal de Suez.

Las dictaduras de las Américas tienen como único capital interno el terrorismo de Estado y como política exterior las amenazas a la paz y seguridad internacionales y a la estabilidad interna de los países democráticos.


Carlos Sánchez Berzaín es abogado y politólogo. Director del Interamerican Institute for Democracy

 

 

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